La novela de Castro la compré porque me gustó mucho su anterior novela,
“Y punto”. Esa simpática araña es un punto de lectura y la he puesto por el título de la novela, aunque la mantis no tiene nada que ver con mi arañita pero…, se me ocurrió como una pequeña broma.
La novela tiene 447 páginas. El título, mantis (o santateresa) hace referencia a un insecto de tamaño mediano, tórax largo y antenas delgadas; sus patas anteriores, que mantiene recogidas ente la cabeza en actitud orante, están provistas de fuertes espinas para sujetar las presas de que se alimenta. Es voraz, y común en España (RAE). Parece que este insecto devora a su pareja tras aparearse.
La protagonista, que para más “inri” se llama Teresa, es también una devoradora de sus parejas que posee un restaurante que se llama Barbantesa. Una barbantesa o parraguesa es un insecto de la familia de los mántidos. La mayoría de las especies son de color verdoso o castaño para camuflarse, y poseen un abdomen alargado que representa 2 tercios de su longitud, que ronda los 15 cm en un ejemplar adulto. La hembra es significativamente más fuerte que el macho, lo cual provoca un conflicto durante la cópula, pues es frecuente que durante ésta el macho sea devorado por la hembra. A raíz de este impedimento evolutivo, la especie ha evolucionado su sistema nervioso de tal modo que está descentralizado. Esto significa que la cópula prosigue aún cuando el macho está siendo devorado.
La novela me ha gustado pero no me ha encantado, a diferencia de a mis amigas del
Club Negro. Cuando iba por la mitad de la novela, no sabía por dónde andaba y me interesaban poco los personajes, incluida la protagonista. No entendía, y confieso que entiendo a medias, ese afán depredador de Teresa.
Está relacionado indudablemente con una madre fría, rígida, moralista y castradora. Teresa tiene la obsesión de “provocarla, superarla, demostrar que podía salir adelante sin su ayuda y alcanzar cotas que ella no conquistaría jamás”. La madre, Ofelia, la abandonó cuando la hija más la necesitaba y Teresa la consideró responsable del fracaso de su embarazo. Este hecho la llevó casi a la locura (su “grito sonó como un alarido espantoso” (…) Dicen que las flores envueltas en papel celofán que adornaban los pasillos se marchitaron”) y la transformó en “una fiera, un ser maquiavélico y demente que no cede en su hambre ante nadie, que no se deja arrastrar por la cobardía o el temor” (p. 368).
Por desgracia para Teresa, Agustín la pareja en la que confió, aunque dice que no amó, también la abandonó porque ya no la deseaba como antes. Por desgracia conozco la enfermedad llamada psicosis orgánica en un familiar muy cercano y, a veces, creo reconocer en la protagonista dicha enfermedad. Me refiero a las voces, presencias y actuaciones que siente en la casa donde vive (llamada Je Reste).
Reconozco que la novela mejora en la segunda parte, Germán es un personaje interesante y su salvador, pero poco significativo en la novela teniendo en cuenta el papel que tiene en el desenlace.
Me gusta la crítica irónica a los clientes snobs de los restaurantes de alta cocina y a la propia cocina de diseño, se burla de los absurdos nombres de los platos y de sus componentes. La burla se extiende al mundo de la cultura fashion: “un director de museo contemporáneo que saca tabaco de liar con dedos torpes y rostro abotargado, los dos periodistas que se pelean por llevarse a su cama al último y casi púber actor revelación, el audaz fotógrafo de países en guerra que clama por la abolición de la pobreza pero porta un peluco de muchos miles de euros en la muñeca y la prestigiosa arquitecta que ya solo hace encargos para estados en donde las dictaduras que gobiernan amordazan a la prensa para que no puedan criticar sus fastuosos proyectos de inservible vocación esteta” (p. 330).
Por último, Teresa es una mala buena, este punto de vista es interesante pero creo que no está bien resuelto del todo. Sólo la locura (la psicosis) puede explicar que sea mala, sus circunstancias personales son duras pero por si mismas no creo que pudieran explicar la maldad. Son las circunstancias las que le hacen buena. Ya digo, creo que no está bien resuelto. Intenta crear una “mujer fatal” del siglo XXI, con un resultado irregular; Teresa misma dice que habla con su “sempiterna ronquera y ojos de perdida, con la ceja elevada y escéptica y el halo de perdición que no advierte pero corona a toda mujer fatal” (p. 423).
Me gusta mucho cómo escribe y maneja el lenguaje la autora. Los diálogos interiores creo que vuelven a ser de lo mejor de la novela. Su relación con otras obras literarias, canciones, películas, etc. también me gusta y resulta evocadora.
FRAGMENTOS:
---Empieza la novela:
“Esto funciona así: tú te dejas ver y ellos se dejan comer” (p. 9).
---Acaba la novela:
“Y en cuanto a mi hambre, finalmente estoy tranquila. Creo que la podré dominar. En todo caso sé que si me acucia, no importa dónde me encuentre, siempre puedo volver a cazar”.
---Teresa:
“(…) vengo de un mundo raro, que no sé del dolor que triunfa en el amor, y que nunca he llorado” (p. 41).
Habla de la “extraña pulsión” que tiene. (…) no acerté a identificar el motor de aquella fuerza (…), sólo sé que me despertó, que gracias a ella me desperecé y logré vestirme, salir de mi cuarto oscuro y llegar allí transformada en una mujer diferente, reverdecida, alguien que sabía lo que quería, que estaba dispuesta a tomar la iniciativa, a luchar si era necesario para colmarse y calmarse, para obtener mi placer” (p. 91).
“Cómo explicarles que dilapido buena parte de mi existencia actuando sobre la marcha, guiándome por impulsos, moviéndome a escondidas agazapada por las esquinas, a contrarreloj y sin paracaídas para arreglar los despropósitos que mi pulsión destructiva, osada, suicida, me lleva a provocar” (p. 244).
“De repente soy consciente de mi debilidad y comprendo que no tengo valor, que de todo se ocupan siempre los demás por mí y nunca ha acertado a hacer algo a derechas (…). Para qué engañarme, soy igual que Ofelia, tan inútil y tan vana como ella” (p. 403).
Teresa se apacigua “al amparo de las madreselvas”, que también puede ser tóxica, como no podía ser de otra forma.
“No me gustan los hombres que se pasan de listos.
No me gusta que nadie se me arrime si no se lo he pedido” (p. 257).
“Qué querrán aprehender los hombres que no logramos conservar, que nos lleva a perderlos y que extermina todo atisbo de afecto y compasión; qué provoca su rechazo y su daño; por qué se vuelven intransigentes con nuestros defectos” (p. 344).
---Simón (un personaje secundario pero encantador):
“Parecemos un remedo absurdo de esas típicas películas de Hollywood en las que la heroína de la comedia romántica cuenta, no puede ser de otra manera, con un amigo gay que de tan sabio, tan comprensivo, tan divertido, termina por parecer una entelequia de la amistad, algo así como el hada madrina de Cenicienta” (p. 207).
---Algunos de los hombres que devora Mantis-Teresa
Los ojos de uno de sus amantes, Benjamín.
Eran de escándalo, “delicados como brotes de cebollino, frescos como el limón recién exprimido, dulces como las zanahorias más pequeñas y, seguro, tan suculentos como ellas” (p. 37).
El consejero delegado. “Hay personas que poseen muchos conocimientos, las hay agudas y rápidas de reflejos, también memoriosas, misteriosas, intuitivas y brillantes o puramente inteligentes. Y, al margen de todas ellas, existe una modalidad peculiar de listos que me desagradan sobremanera: los que han pagado una pasta indecente por un máster en una prestigiosa escuela de negocios y son tan rematadamente estúpidos como para convencerse de que esa inversión les vuelve más ilustrados, como si el pago extra proporcionara un plus de discernimiento que les diera derecho a opinar de todo” (p. 82-83).
RECOMENDACIÓN: creo que es una buena novela, es interesante su lectura a pesar de los “peros” que he señalado. No me ha atrapado como su primera novela pero la considero interesante.