He llegado a este autor de novela negra a través de un medio poco habitual ya que asistí antes del verano, en mi librería habitual, a la presentación de su último libro del departamento Q. En esta presentación habló sobre el plan de esta serie del Departamento Q que ya tenía escrita en líneas generales y bien guardado ese material en una caja fuerte. Si no recuerdo mal dijo que serían diez volúmenes y ni uno más.
Cuando fui a escucharle no había leído ninguna de sus obras pero tenía comprada la primera, La mujer que arañaba las paredes, y compré la tercera supongo que por descuido. Me sorprendió que entre el público había auténticos entusiastas de esta serie que preguntaron detalles sobre los personajes que despertaron, y mucho, mi curiosidad. Así que intercalado con otras lecturas le busqué un hueco a este primer volumen de 429 páginas. Su título hace referencia a la protagonista del caso, que resolverá el Departamento Q, que fue secuestrada y encerrada en un espacio reducido en el que rascaba las paredes.
Es posible que cuando hayáis empezado a leer esta reseña la hayáis catalogado ya: novela negra y nórdica, una serie más. Pese a que tengo que ir contra ese estereotipo (en cierta manera ganado a pulso por tanta novela con estas características publicada), me voy a arriesgar a recomendarla por varios motivos: en primer lugar por sus dos personajes principales, el inspector Carl Morck, un tipo de los que me gusta encontrar en este género, atormentado, individualista, conflictivo e inteligente. Su ayudante, Hafez-el-Assad, un refugiado político sirio lleno de vitalidad que lleva unos años en Dinamarca y que se supone que no tiene ninguna cualificación como policía y que le ayuda para ordenar documentos, hacerle el café y limpiar. En segundo lugar la formación del Departamento Q, unidad especial dedicada a casos no resueltos, es una argucia por parte de sus superiores para retirar a Carl Morck de la circulación y, a la vez, obtener fondos para otros departamentos. Y en tercer lugar, la trama de este primer caso está centrada en una política, Merete Lyngaard, desaparecida hace cinco años y que en un inicio trepidante sabemos que está viva y encerrada en una especie de cápsula de descompresión. Sabemos más que la policía y vamos conociendo las rencillas y corruptelas del ambiente político y policial danés.
La trama está bien construida, mantiene en todo momento la atención y, pese a que va alternando momentos cronológicos diferentes, resulta fácil de seguir. En definitiva, una buena, y entretenida, novela negra que nos permite también conocer un país supuestamente modélico como es Dinamarca