sábado, 23 de febrero de 2013

ALESSANDRO BARICCO, Seda. Mr Gwyn.
























En menos de dos meses he leído estas dos obras de Baricco por un cúmulo de circunstancias que encajan con el argumento que siempre defiendo de que los libros me llaman a mi, deciden cuando es el momento de ser leídos, y no al contrario.


Seda hace tiempo que lo había comprado y no recuerdo el motivo. Leí positivamente de Mr Gwyn y decidí leer primero Seda aprovechando uno de los viajes que hago en  tren ya que por su ligereza era adecuado. Me vino bien para descansar del extenso libro que estaba acabando, 2666, de Roberto Bolaño. Lo leí en poco más de un día. Un mes y medio después he leído  Mr Gwyn  en cuatro días. Seda tiene 125 páginas y su título puede responder, tanto al oficio de su protagonista, Hervé Joncour, comerciante de huevos de gusanos de seda, como a las referencias más sutiles a las túnicas de seda de una bella mujer, cuyos ojos “no tenían sesgo oriental”, pero sólo hablaba japonés. 

Mr Gwyn tiene 178 páginas y su título es el nombre de su protagonista, un escritor que decide dejar de escribir. Oportunamente, tiene como trasfondo Londres, ciudad en la que he estado a principios de este mes de febrero.




Alessandro Baricco nació en Turín en 1958, es novelista, dramaturgo y periodista. No se conoce mucho de su persona puesto que detesta conceder entrevistas.

Seda es una historia de amor, una extraordinaria historia de amor, pero también una historia de dolor y de deseos insatisfechos. Todo ello descrito con un ritmo narrativo pausado, sutil y con destellos de un erotismo suavísimo como la seda más refinada:


Una vez había tenido entre los dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener entre los dedos la nada.

Por otro lado, con breves pinceladas describe la última etapa de un Japón completamente aislado del mundo y de la imposición, a través de la guerra, de su apertura al comercio internacional. Ese momento, década de los sesenta del siglo XIX, es el inicio del Japón Meijí y de una apertura hacia occidente para evitar un proceso colonizador que amenazaba al país. Baricco retrata ese momento de tránsito de una sociedad tradicional y aislada a una sociedad occidentalizada, que preservará elementos tradicionales hasta la actualidad, a través del enigmático personaje de Hara Kei, dueño y señor de la enigmática joven de la que queda prendado Hervé Joncour. 

Destaca en la historia la larga carta de una mujer enamorada, una de las claves más interesantes de la novela. Un fragmento como muestra:


(…) porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón tú serás mío para siempre, si no me crees abre los ojos, amado señor mío, y mírame, soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, dejas que me deslice sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mi moviéndote lentamente, tus manos en mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos (…) p. 112 

Una historia que va más allá de la ternura y el erotismo y que destaca por su belleza y sensualidad. Hay también propuesta cinematográfica. 




Mr Gwyn es un escritor que vive en Londres y decide dejar de escribir. Buscando una alternativa decide hacerse copista y determina que la mejor manera será hacer retratos escritos. Para ello inventa un método peculiar que le inspire y le permita encontrar la esencia de la persona retratada. Cuenta con la colaboración de una mujer joven, Rebecca, a la que hará su primer retrato.
Estamos ante una historia de amor, un canto a la vida y una manera, creíblemente increíble, de ver la vida.
La primera parte del libro me andaba aburriendo hasta que todo empieza a encajar y cobra un interés, para mí, extraordinario. Me creo la historia porque enlaza conmigo misma de una manera extraña e inquietante. Un fragmento:

Tardó tiempo en acostumbrarse a la idea de que las cosas eran así, y en encontrar de nuevo la limpidez de un deseo necesario. Tuvo que retroceder para recordar la pureza de lo que andaba buscando, y la limpieza que había llegado a desear, en el corazón de su propio talento. Lo hizo con calma, dejando que remontara por sí misma la alegría que conocía –las ganas. Luego, gradualmente, se puso manos a la obra (p. 133-134).

Interesante escritor.


La imagen del autor y el vídeo han sido tomados de google.

sábado, 16 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666 (3)

La parte de los crímenes

Bolaño cambia de nuevo de estilo narrativo, sus metáforas se retraen y aparece un ritmo de informe policial, un lenguaje seco, forense. Se permite pocos momentos de poesía y apenas humor. Son 350 páginas de hallazgos de cadáveres, entrelazados con algunas historias intermitentes y teorías sobre los crímenes de Ciudad Juárez y su trasfondo violento, impune, miserable, machista, terrorífico. Bolaño busca desbordar al lector, indignarlo, llevarlo al límite del asco mediante la variación y repetición de los asesinatos.


El horror va más allá de los asesinatos de mujeres, son los abusos policiales, las vejaciones y la violencia de las cárceles, por no hablar de las duras condiciones de trabajo de las maquiladoras o los despidos por querer formar un sindicato.


En septiembre casi no hubo asesinatos de mujeres. Hubo peleas. Hubo tráfico y detenciones. Hubo fiestas y trasnochadas calientes. Hubo camiones cargados de cocaína que cruzaron el desierto. Hubo avionetas Cesna que volaron a ras del desierto como espíritus de indios católicos dispuestos a degollar a todo el mundo. Hubo conversaciones de oreja a oreja y risas y narcocorridos de fondo. El último día de septiembre, sin embargo, encontraron los cadáveres de dos mujeres por el rumbo de Pueblo Azul (p. 649).

Bolaño escribe, sin duda, sobre la banalización del mal de Hannah Arendt, como cuando le dedica un espacio a los chistes machistas (al extremo de incorporar la violación en la risa) de los policías que investigan los crímenes contra las mujeres. ¿Hasta qué punto el machismo cotidiano no alimenta la justificación de que las mujeres son todas santas o putas (la mayoría lo último) y objetos al servicio del hombre? Convertidas en objetos deshumanizados, su violación, tortura y asesinato, se convierten en algo aceptable, poco relevante y poco digno de atención policial y política.

Algo de la opinión de Bolaño sobre los hombres se refleja en este fragmento aparentemente inocente:


Yo platiqué un rato con ellos (sobre cosas sin interés, las cosas que uno habla y escucha en un lugar así y que podría decirse que son cosas de hombres: coches nuevos, dvd, compact disc de canciones rancheras, Paulina Rubio, narcocorridos, la negra esta cuyo nombre no recuerdo, ¿Whitney Huston?, no, ésa no, ¿Lana Jones?, tampoco, una negra que ahora no me acuerdo cómo se llama)… (p. 728).

La descripción de las heridas en los cadáveres es insistente y señalan crueldad, cobardía, miseria, mujeres violadas tiradas en los basureros o en el desierto como si fueran despojos. Bolaño les otorga entidad, individualidad, las rescata de la cosificación para retornarles su esencia de personas, con sus profesiones, su ropa, su edad, su familia, etc. Son personas, asesinadas, con todo el horror que suponen esos asesinatos terribles. Lo mismo ocurre con el espacio geográfico, Santa Teresa, un agujero negro, donde suceden crímenes horribles sin que cambie el ritmo de la vida urbana.

El tema del femicidio por parte de Bolaño tiene que ver, en parte, con la amistad entre el novelista y el periodista mexicano Sergio González Rodríguez. González Rodríguez hace su entrada en 2666 en la página 470 como personaje: Por aquellos días el periódico La Razón, del DF, envió a Sergio González a hacer un reportaje sobre el Penitente (…) En Santa Teresa, además del famoso Penitente, se cometían crímenes contra mujeres, la mayoría de los cuales quedaba sin aclarar (p.474). El periodista se convirtió en amigo de Bolaño antes de la muerte de éste, compartiendo información sobre los asesinatos de Ciudad Juárez por correo electrónico. En 2002, un año antes de la publicación de 2666, un libro de no ficción de González Rodríguez se publicó bajo el nombre de Huesos en el desierto.

La parte de Archimboldi 

La prosa de Bolaño vuelve en esta última parte a su ironía habitual y a las múltiples digresiones. En esta parte se centra en la biografía de Hans Reiter: niño-alga adorador de la fauna y flora submarinas y su transformación en el esquivo escritor Benno von Archimboldi que irá desarrollándose lentamente como persona y como escritor durante la Segunda Guerra Mundial. El nexo con Santa Teresa llega con Klaus Haas, el principal sospechoso de los asesinatos, que resulta ser sobrino de Archimboldi y el último reto al que deberá enfrentarse el escritor: un encuentro que se proyecta hacia el futuro.

La digresión, como decía, vuelve a ser la estrategia para multiplicar los derroteros del relato. Se van intercalando diversos temas como las hazañas de guerra o una noche de sexo en el castillo del conde Drácula. Especial importancia tienen las lecturas iniciáticas de Reiter: primero un libro de divulgación sobre animales y plantas del litoral europeo; luego la gran literatura, cuando un amigo pone en sus manos el Parsifal de Wolfram von Eschenbach o más tarde, durante la guerra, el diario de un judío ruso: Boris 
Ansky. 

Un tema frecuente en su narrativa es el nazismo, del que era un erudito, aprovechando este conocimiento en su creación literaria. En esta parte se explica cómo conmueve al soldado Hans Reiter la historia que le cuenta un tal Sammer en el campamento de prisioneros donde cae Reiter al finalizar la guerra. 


JOHN HEARTFIELD, Guerra y cadáveres. La última esperanza de los ricos (abril 1932)

La historia de Sammer involucra el exterminio de los judíos a través de una persona que se tiene por bondadosa, pero que tiene que obedecer órdenes sin más consideraciones morales. Un perfecto ejemplo de la banalización del mal que tan bien ilustró Hannah Arendt:


Fui un administrador justo. Hice cosas buenas, guiado por mi carácter, y cosas malas, obligado por el azar de la guerra (p. 959). 

La posguerra es la época en que Reiter vive en pareja y en la que inicia su carrera como escritor, volviendo las consideraciones sobre la literatura como en La parte de los críticos


Me dirá usted que la literatura no consiste únicamente en obras maestras sino que está poblada de obras, así llamadas, menores. Yo también creía eso. La literatura es un vasto bosque y las obras maestras son los lagos, los árboles inmensos o extrañísimos, las elocuentes flores preciosas o las escondidas grutas, pero un bosque también está compuesto por árboles comunes y corrientes, por yerbazales, por charcos, por plantas parásitas, por hongos y por florecillas silvestres. Me equivocaba [...]. Toda obra menor tiene un autor secreto y todo autor secreto es, por definición, un escritor de obras maestras… (p. 982-983). 

Y entre todo esto, la vida, la muerte y los motivos por los que Archimboldi, de casi ochenta años de edad, decide viajar a Santa Teresa.

Con esta tercera entrada termino el comentario de 2666. Soy consciente de que me he alargado en exceso, pero la lectura de esta obra me ha absorbido e interesado lo suficiente como para hacerlo. 
Pese a algunos defectos, entre los que destacaría el alargar en exceso algunos episodios, me parece una gran obra que merece ser leída con dedicación y atención.

Las cruces rosas de Ciudad Juarez y la portada de Parsifal tomadas de google.
La obra de JOHN HEARTFIELD fotografiada por Laura Uve en la Tate Modern de Londres.

sábado, 9 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666 (2)

La parte de Amalfitano 

Está protagonizada por un profesor universitario chileno cuya cordura naufraga poco a poco en el ambiente azaroso y negativo de Santa Teresa. Marcel Duchamp inventó como regalo de bodas para su hermana un ready-made homenajeado en esta mini-novela: un libro de geometría colgado de un hilo en el patio para que el viento y la intemperie “le enseñen un par de cosas sobre la vida real”. El momento en que Amalfitano reproduce este gesto en su tendedero se convierte en símbolo y declaración de intenciones, en admisión de la derrota de la racionalidad ante el horror. Su hija Rosa le pregunta varias veces sobre su cordura mientras Amalfitano se reafirma en ella pese a dialogar con voces en diversas ocasiones. 

El inicio está marcado por una digresión, recurso que Bolaño utiliza con cierta frecuencia en esta novela, sobre el “poeta loco de Mondragón” (obvio espejo de Leopoldo María Panero). Estos relatos que interrumpen y se entremezcla con la trama principal, impulsan la novela hacia adelante incorporando historias secundarias muy interesantes.

FRAGMENTOS:


 Estas ideas o estas sensaciones o estos desvaríos, por otra parte, tenían su lado satisfactorio. Convertía el dolor de los otros en la memoria de uno. Convertía el dolor, que es largo y natural y que siempre vence, en memoria particular, que es humana y breve y que siempre se escabulle. Convertía un relato bárbaro de injusticias y abusos, un ulular incoherente sin principio ni fin, en una historia bien estructurada en donde siempre cabía la posibilidad de suicidarse. Convertía la fuga en libertad, incluso si la libertad sólo servía para seguir huyendo. Convertía el caos en orden, aunque fuera al precio de lo que comúnmente se conoce como cordura (p. 244). 

 En algún momento de la cena Amalfitano creyó notar un cruce de miradas más bien turbio entre el rector y su mujer. En los ojos de ella percibió algo que podría asemejarse al odio. La cara del rector, por el contrario, manifestó un miedo súbito que duró lo que dura el aleteo de una mariposa. Pero Amalfitano lo notó por un instante (el segundo aleteo) el miedo del rector estuvo a punto de rozarle también a él la piel. Cuando se recuperó y miró a los demás comensales se dio cuenta de que nadie había percibido esa mínima sombra como un hoyo cavado aprisa y de donde se desprendía una fetidez alarmante (p. 281).

 Antes leía de todo, maestro, y en grandes cantidades, hoy sólo leo poesía. Sólo la poesía no está contaminada, sólo la poesía está fuera del negocio. (…) Sólo la poesía, y no toda, eso que quede claro, es alimento sano y no mierda (pp. 288-289).


Alison Scarpulla

La parte de Fate

Tiene como personaje central a un periodista afroamericano de Harlem, llamado Oscar Fate (el apellido es una palabra que significa destino en inglés), que es enviado a Santa Teresa a cubrir un combate de boxeo entre el norteamericano Count Pickett y el mexicano Merolino Fernández. A través de Fate, que escribe en una revista de Nueva York llamada Amanacer Negro, Bolaño introduce algunos temas secundarios que hacen referencia a la injusticia social, la esclavitud, la discriminación racial en EUA, etc. Entre estos temas secundarios destaca el partido de los Panteras Negras y uno de sus fundadores Barry Seaman. 

El personaje de Seaman (marinero en inglés) está basado en Bobby Seale, cofundador con Huey Newton de los Panteras en 1966. Seaman pronuncia en 2666 un discurso de 15 páginas hablando sobre su vida y centrado en cinco temas: Peligro, Dinero, Comida, Estrellas y Utilidad. En el tema PELIGRO hay un hermoso retrato de los Panteras, hombres jóvenes que son capaces de contemplar el mar hasta quedar maravillados de felicidad:

 El mar ruge. Entonces yo me acerco a Marius y le digo vámonos de aquí ahora mismo. Y en ese momento Marius se da la vuelta y me mira. Está sonriendo. Está más allá. Y me indica el mar con una mano, porque es incapaz de expresar con palabras lo que siente. Y entonces yo me asusto, aunque es mi hermano a quien tengo a mi lado, y pienso: el mar es el peligro (316).

Algunos han visto en la larga oración de Seaman una relación con la novela Moby-Dick de Herman Melville en la que hay un capítulo entero dedicado al sermón de Father Mapple. Aunque Seaman no habla de los mismos temas que el fraile de Melville, se ha visto una cierta relación en el hecho de que el mensaje funciona como una bendición que, al igual que el fraile a los marineros, recibe Fate en su viaje a Santa Teresa, un viaje peligroso. Hay en esta parte un juego de reflejos interesantes (los dos Oscar, las dos Rosas) y de coincidencias como la aparición de Rosa, la hija de Amalfitano, de la que se enamora Fate. Otra coincidencia jugosa es cuando Fate ve algunos carteles pegados en el Pabellón Arena del Norte que anunciaban conciertos de música, bailes populares, incluso el cartel de un circo que se hacía llamar Circo Internacional (384), el mismo circo donde los críticos y Amalfitano buscaban a Archimboldi en la primera parte.

Paso a paso Bolaño nos va acercando al horror de los asesinatos de mujeres en Santa Teresa, va ligando cabos y va describiendo el trasfondo de la ciudad fronteriza (Ciudad Juárez):

Hay que hacer caso a las mujeres. Lo mejor es no desoír los temores de las mujeres (438).

Nadie presta atención a estos asesinatos, pero en ellos se esconde el secreto del mundo (439). 

Otros FRAGMENTOS:

Las metáforas son nuestra manera de perdernos en las apariencias o de quedarnos inmóviles en el mar de las apariencias. En este sentido una metáfora es como un salvavidas (p. 322-323).

Leer es como pensar, como rezar, como hablar con un amigo, como exponer tus ideas, como escuchar las ideas de los otros, como escuchar música (sí, sí), como contemplar un paisaje, como salir a dar un paseo por la playa (p. 326).
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Patti Smith admira a Bolaño y le dedicó esta canción "Beneath the Southern Cross" al escritor en el Palau de la Música (2012).


Todas las ilustraciones y el vídeo están tomadas de google.

sábado, 2 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666



Compre este libro al poco de publicarse (2004). Me impresionó que su autor lo escribiera casi hasta el día de su muerte (se considera, de hecho, una novela inconclusa). También me llamó la atención su intención de que se publicara dividida en cinco libros para dejar solventado el futuro económico de sus hijos. Finalmente sus herederos y albaceas decidieron publicarlo todo en un solo volumen.
La obra tiene 1.119 páginas y en la nota a la 1ª edición escrita por Ignacio Echevarría se apunta que 2666 es una fecha. Esta referencia aparece en la novela de Roberto Bolaño del año 1999, Amuleto. En ella, Auxilio Lacouture, siguiendo los pasos de Arturo Belano y Ernesto San Epifanio comenta: 


 Y los seguí: los vi caminar a paso ligero por Bucareli hasta Reforma y luego los vi cruzar Reforma sin esperar la luz verde, ambos con el pelo largo y arremolinado porque a esa hora por Reforma corre el viento nocturno que le sobra a la noche, la avenida Reforma se transforma en un tubo transparente, en un pulmón de forma cuneiforme por donde pasan las exhalaciones imaginarias de la ciudad, y luego empezamos a caminar por la avenida Guerrero, ellos un poco más despacio que antes, yo un poco más deprimida que antes, la Guerrero, a esa hora, se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975, sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo.


Para otros, 2666 sería una fecha tan arbitraria como posible para una revolución imaginada por Bolaño como contrapeso para las iniquidades del presente, narradas con tanta abundancia en esta novela: 


Unos estudiantes que andaban por el desierto… Hablaban, por ejemplo, de una nueva revolución, una revolución invisible que ya se estaba gestando pero que tardaría en salir a las calles al menos cincuenta años más. O quinientos. O cinco mil (p. 697).



Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile en 1953. Vivió en México hasta 1973 en que, alentado por el triunfo de Salvador Allende, volvió a Chile. A raíz del golpe militar, abandonó de nuevo su país y, tras unos años en El Salvador y México, en 1977 se trasladó a Barcelona y posteriormente a Girona. Su consagración como escritor le llegó en 1998 con Los detectives salvajes, galardonada con el Premio Herralde de Novela y el Rómulo Gallegos.

La extensión de la novela es tal que, animada por una lectura conjunta decidí empezar a leerlo con la posibilidad de retirarme, o hacer pequeños descansos, en cada una de las cinco novelas, o partes, de la obra. Pero al final la he leído entera sin hacer descansos.

La parte de los críticos


Estas primeras 207 páginas giran en torno a un extraño triángulo/cuarteto amoroso entre críticos de literatura, expertos en la obra del escritor alemán Benno von Archimboldi: Jean-Claude Pelletier, francés; Manuel Espinoza, español; Piero Morini, italiano; y Liz Norton, inglesa. Los profesores se conocen y se hacen amigos a raíz de coincidir en varios congresos acerca de literatura alemana, en los cuales se pone de manifiesto que sus posturas sobre la obra de Archimboldi coinciden.
Durante un seminario en la ciudad de Toulouse, conocen a un mexicano, Rodolfo Alatorre, quien afirma que un amigo suyo de México D.F. había conocido a Archimboldi hace poco tiempo. A partir de ese encuentro se ven atraídos por el agujero negro de Santa Teresa, donde acabará redefiniéndose su relación. Varias historias entrecruzadas, sueños surrealistas y algunos elementos que parecen decisivos como el pintor que se cortó una mano y la expuso en una galería de arte.
Esta primera parte tiene un ritmo narrativo melancólico y apresurado, es como una especie de confesión. El estilo de Bolaño es hipnótico y extrañamente rítmico. La conexión entre vida y literatura está presente en esta primera parte aunque solo sea porque sus protagonistas son críticos literarios. Algunas historias paralelas resultan deliciosas, “suculentas disgresiones” las llama Echevarria, como la historia de Espinoza con la joven vendedora de alfombras.

Fragmentos:


(…) ejercitando y degustando la inteligencia del otro, con largos intervalos de silencio que ni siquiera la lluvia podía alterar (p. 31).

 La casualidad no es un lujo, es la otra cara del destino y también algo más (…). 
La casualidad (…) es la libertad total a la que estamos abocados por nuestra propia naturaleza. La casualidad no obedece leyes y si las obedece nosotros las desconocemos. La casualidad, si me permite el símil, es como Dios que se manifiesta cada segundo en nuestro planeta. Un Dios incomprensible son gestos incomprensibles dirigidos a sus criaturas incomprensibles. En ese huracán, en esa implosión ósea, se realiza la comunión. La comunión de la casualidad con sus rastros y la comunión de sus rastros con nosotros (p. 123).

 El cielo era una manta tapada por una manta que a su vez tapaba otra manta aún más gruesa y húmeda (p. 165). 

 Exagerar es una forma de admirar cortésmente… (p. 181).

Imposible hacer un comentario de toda la novela, así que lo he fragmentado y lo iré publicando por partes.

La fotografía del libro es de Laura Uve y la del autor tomada de google.