lunes, 18 de octubre de 2010
Rita Levi-Montalcini
Rita Levi-Montalcini (1909)
Nacida en Turín, fue la menor (junto con su hermana gemela Paola) de cuatro hijos de una familia sefardí. Su padre, Adamo Levi, bien dotado para las matemáticas, era de profesión ingeniero eléctrico y su madre, Adele Montalcini, una pintora con gran talento. Trabajó en una panadería para costearse los estudios hasta 1929, a pesar de su alergia a la levadura. Haciendo caso omiso a las exigencias paternas de no estudiar para ser buena madre y esposa, en 1930 Levi-Montalcini se matriculó en la Facultad de Medicina de Turín. Se licenció en 1936. Trabajó como ayudante del famoso histólogo italiano Giusseppe Levi hasta que en 1938 Benito Mussolini publicó el Manifesto della Razza que le prohibía a toda persona judía acceder a alguna carrera académica o profesional.
Sobre esta circunstancia difícil, dijo Rita Levi en su 100 cumpleaños:
"Sobre todo, no le temo a los momentos difíciles, lo mejor viene de ellos. Debería agradecer a Mussolini por haber declarado que yo sea de una raza inferior. Esto me llevó a la alegría de trabajar, no más, lamentablemente, en los institutos universitarios, sino en una habitación."
Por su ascendencia judía se vio obligada a abandonar Italia poco antes de ser descubierta por los alemanes, por ende tuvo que salir de Italia antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, montó un laboratorio en el dormitorio de su propio hogar, donde estudiaba el crecimiento de las fibras nerviosas en embriones de pollo, lo que le sirvió como base para futuras investigaciones. En 1943 su familia se trasladó a Florencia, y con ella se llevó su laboratorio. En 1945 volvieron a Turín.
En septiembre de 1946 aceptó una invitación de la Universidad de Washington (Saint Louis), bajo la supervisión del profesor Viktor Hamburger. Aunque en un principio la estancia debía de ser por un solo semestre, se quedó 30 años. Fue aquí donde hizo su trabajo de mayor importancia, sobre los factores de crecimiento, por el que en un futuro le darían el premio Nobel. Se hizo profesora en 1958 y en 1962 estableció una unidad de investigación en Roma teniendo así que dividir su tiempo entre Roma y Saint Louis.
En 1968 fue la décima mujer elegida para la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Sus trabajos, conjuntos con Stanley Cohen, sirvieron para descubrir que las células sólo comienzan a reproducirse cuando reciben la orden de hacerlo, orden que es trasmitida por unas sustancias llamadas factores de crecimiento. Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en el año 1986 que compartió con Stanley Cohen.
En 1987 recibió la Medalla Nacional de la Ciencia, el máximo reconocimiento de la comunidad científica estadounidense.
En octubre de 1999, Rita Levi Montalcini fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El 1 de agosto de 2001, Carlo Azeglio Ciampi, entonces presidente de la república italiana, la designó senadora vitalicia.
Conocí la existencia de Rita Levi-Montalcini por un pequeño libro que recomiendo siempre a mis alumnas/os y que se titula “Tiempo de cambios. Pensar y vivir a favor de la supervivencia de la especie humana” (2005). Este libro tiene tan solo 111 páginas pero son la muestra de la vitalidad, inteligencia y creatividad de esta mujer que tiene 101 años.
El prólogo de este libro empieza con unos versos del poeta Lawrence Ferlinghetti:
[…] Estoy esperando
que los humildes sean bienaventurados
y hereden la tierra
sin impuestos
y estoy esperando
que selvas y animales
reclamen su tierra como propia
y estoy esperando
que se invente la manera
de destruir los nacionalismos
sin matar a nadie […].
Una parte del libro está dedicada al papel de las mujeres en el mundo:
“La conciencia de las injusticias sufridas por innumerables generaciones de mujeres del pasado, y todavía vigentes en los países en desarrollo, es un incentivo muy poderoso y eficaz para que las mujeres se decidan a pedir lo que siempre se les ha negado.
La desigual aportación masculina y femenina al progreso de nuestra civilización debe atribuirse a las dificultades insuperables impuestas por la sociedad patriarcal.
El remedio principal y más eficaz que se impone hoy es tratar e instruir por igual a los individuos de ambos sexos (...).
[Además de] devolverle a la mujer el sentido de la dignidad de ser pensante y responsable de sus actos” (pp 43-44).
Admiro la alegría, la vitalidad y la combatividad por un mundo mejor que transmite esta mujer. Reproduzco una parte de una entrevista cuando estaba a punto de cumplir los cien años:
“- ¿Y qué hace?
Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando, sigo pensando...
- ¿No se jubila?
- ¡Jamás! ¡La jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila, y se abandona... Y eso mata su cerebro. Y enferma.
- ¿Y cómo anda su cerebro?
- ¡Igual que a mis 20 años! No noto diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelo a un congreso médico...
- Pero algún límite genético habrá...
- No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo..., pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!
- ¿Cómo lo hace?
- Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones, ¡pero para ello conviene estimularlas!
- Ayúdeme a hacerlo.
- Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará”.
Por esta manera de hacer frente a la vida y la vejez está en esta galería de hagiografías particulares .
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Laura, me ha encantado esta mujer y la entrada que has preparado. Que cierto todo lo que dice "la jubilación destroza cerebros". No la conocía pero me has picado de verdad. Tengo que leer ese libro.
ResponderEliminarGracias por acercarnos a una mujer brava, un ejemplo de superación.
Besos wapa.
¡Que suerte comprobar que compartimos
ResponderEliminarsu santa hagiografía irreverente!
Permite que te recomiende el libro
de Levi Montalcini que leí
primero y me descubrió a esta autora,
cuyo título es: "El as en la manga".
Un beso interesado en las sinapsis
Me encanta esta mujer y recuerdo haber leído algo sobre ella cuando cumplió 100 años.
ResponderEliminarUn ejemplo a seguir y que demuestra que es cierto que nuestro cerebro se apaga si dejamos de pensar, así que a seguir pensando.
Tomo nota del libro que nos recomiendas.
Besos
Uf, gracias por hacernos llegar la figura de esta mujer. Me avergüenzo de no conocer de su existencia. Creo que leeré ese libro (a ver si lo puedo comprar por el Amazon). 101 años y sigue aportando conocimiento a la ciencia! Un gran ejemplo para la humanidad.
ResponderEliminarUna abraçada!
La tenía olvidada pero su foto me hizo recordar a esta italiana que ahora gracias a ti conozco mejor.
ResponderEliminarHay seres extraordinarios que deben servirnos de ejemplo. Estas historias de estos personajes deberían divulgarse mas. ¿Por qué no se hace? ¿Por qué se sigue educando a niñas y niños de forma diferente? ¿Por qué nos jubilan a los 65? Bueno no, esta última pregunta la borro.
Estupenda tu santa, estupenda tu entrada.
Un abrazo
También es mi "santa" y modelo de mujer. Yo de mayor quiero llegar a su edad con esa alegría y ese ímpetu por la vida.
ResponderEliminarMuack.
Emma.
Lía, a mi me encantó ese librito, fue toda una revelación por su fuerza, sencillez y ganas de vivir y de defender la vida del planeta. ¿No la ves guapa? Jajaja... yo la encuentro guapísima, la verdad. Es una de esas mujeres que irradían belleza.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Pues que nuestro contacto siga dándose entre terminaciones de células nerviosas tan similares... jejeje.
ResponderEliminarGracias Enric, tomo nota del libro.
Abrazo grande.
Nuria, estamos vivas si pensamos... y yo añadiría... si pensamos con criterio. En fín, una mujer de las que deja huella, tan sencilla y humana y con su Nobel en el bolsillo.
ResponderEliminarUn abrazo... ¿queda bizcochito?
Síiii... es del linaje de la Khalo.
ResponderEliminarSon mujeres que iluminan y que contagian sus ganas de vivir y de estar activas. A ver si lo encuentras y me cuentas.
Un abrazo.
Pdt: ¿hace mucho frío por Viena?
Uno, es verdad, aquí andamos siempre con falsos ídolos y hay personas magníficas que podrían servir de referencia de muchas cosas, entre otras, eso tan demodé (se dice así??)como el esfuerzo y el trabajo bien hecho.
ResponderEliminarGracias y un beso.
Y yoooo... me apunto también, Emma. Incluso me dejaré crecer el pelo para hacerme ese moño tan estiloso... jajajaja
ResponderEliminarEs una mujer mu grande...
Una abrazo Emma (¿queda algo de la tarta de manzana? Lo mio no son los dulces, pero la tarta de manzana.... ummmmm...qué rica xd).
Yo la conocí via emilio, de esos que te dejan con la boca abierta y que destacan entra tanta cadena basura
ResponderEliminarEs una entrada fantástica
Un besito y buenas noches
Laura, hace mucho frío en Viena (y del Sol ya no me acuerdo)!!! Me tengo que hacer con unos guantes y gorro porque estoy no hay quién lo aguante. Buaaaaaaaahhhh ;-)
ResponderEliminarEs fantástica esta mujer. Ejemplo a seguir (más modestamente, claro, al menos yo). Un beso
ResponderEliminarHola Laura,
ResponderEliminarme encanta la idea de "santificar" a personas tan extraordinarias y bellas como Rita Levi.
101 besos*
Es una mujer que te deja el corazón calido, calido... inspira cariño y hasta devoción... jajaja
ResponderEliminarUn abrazo 40añera
Ayssss... a mi me gusta el friooo, pero, claro, un invierno tan largo no sé si me gustaría, Dona.
ResponderEliminarIntentaré enviarte rayitos de sol desde aquí... jajaja
Un abrazo grande y con calorcillo.
Síiii... todas lo intentaremos modestamente, porque 101 años sólo está al alcance de algunas ehhh
ResponderEliminarUn abrazo, Elvira.
Hola Ofelia, síii, seran nuestros "santos y santas" laicas... jejeje
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Vital, decidida, enérgica, positiva, luchadora... merece el apelativo de santa sin duda alguna.
ResponderEliminarGracias por presentarnos a personas tan interesantes, compañera.
Saludos.
No me parece nada irreverente, sino que la tratas con mucho respeto. Yo también apoyo que sea elevada a los altares. Y tráenos más ancianitas peleonas, por fa. Las necesitamos.
ResponderEliminarEs verdad, Noemí, la trato con respeto, pero no con veneración (o sea, según la RAE, respetar en sumo grado, dar culto) que es lo que se otorga a los santos ¿no?
ResponderEliminarLa verdad que sí, necesitamos mujeres así.
Un abrazo
Laura, ahora entiendo tu fascinación y admiración por esta señora. Las palabras que pronunció en su 100 aniversario son increíblemente inspiradoras. ¿Por dónde debo empezar? Muchas gracias.
ResponderEliminar¡Qué personalidad tan arrolladora! Es un ejemploa seguir. ¡Qué lucidez! Me ha encantado leer esta hagiografía y los pasos de este genio. Un beso Laura :)
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