Había leído y disfrutado los dos primeros volúmenes de estos Diarios tan peculiares (si buscáis la etiqueta encontraréis una reseña del primer volumen, no sé porqué no comenté el segundo), luego los había olvidado hasta ver anunciado que Isabel Coixet iba a hablar de ellos en un programa de radio no pude escuchar. Me di cuenta que me faltaba un volumen, que fueron dos porque no contaba con el Épilogo.
Uriarte no ha trabajado nunca, vive de una renta
(según cuenta de un piso heredado) y de pequeños trabajos como crítico de
literatura e incluso de alguna ayuda familiar. Es un bon vivant modesto por vocación. Uriarte es un gran lector que
adora a Montaigne, Stendhal, Pascal, Proust, Borges, también Baroja o Pla.
Escribe unos diarios, sin referencias cronológicas
excepto el año, en los que va desgranando con sentido del humor, calma,
escepticismo relativo y cariño, la política, la amistad, el amor, la
literatura, la salud, su gato Borges y mil y un aspectos que te van
interesando, te van haciendo sonreír y empatizar.
«Las pequeñas cosas de la vida. La pequeña molestia en la rodilla al darme la vuelta en la cama, el pequeño catarro que no acaba de irse, el pequeño sonido de la fuga de agua que llega desde el cuarto de baño, el pequeño agravio de X esta mañana, que persiste en la memoria, el pequeño mosquito que zumba en la habitación, la pequeña picadura del mosquito en el hombro, el pequeño picor de la picadura, la pequeña pastilla que voy a tomar ahora mismo para olvidarme de las pequeñas cosas de la vida» (p. 64).
A Uriarte le gusta (relativamente) viajar por su
pereza para encarar las mil y una incomodidades de un viejo. Por ello, Iriarte
pasea y/o viaja a su ritmo, un ritmo tranquilo y sosegado. Sus destinos
habituales: Francia e Italia, pero también Berlín o El Cairo. En esto viajes
visita recónditos lugares en los que han vivido o escrito o pintado aquellos a
quienes admira. Pero sorprendentemente también le encanta Benidorm, de donde
siempre retorna a Bilbao (donde vive) mejor que cuando salió.
Su humor es fino, incisivo, imaginativo y cotidiano:
«Cada vez que hago algo que dicen que “alarga la vida” me da aprensión. Me veo a los cien años, en la cama, hecho un desastre, sin acabar de morirme porque a lo largo de mi vida comí, por ejemplo, demasiadas legumbres» (Epílogo, pag.46).