Como bien sabemos el Holocausto no fue solo cosa de los nazis, jamás hubieran podido matar a tanta gente sin la colaboración activa o pasiva de millones de personas que lo hicieron posible. Algo que el protagonista de esta novela, Hugo, que tiene 11-12 años comprueba cuando vuelve a su ciudad tras la retirada alemana y comprueba que la vida ha continuado en su ausencia (y la de la comunidad judía) con bastante normalidad.
Esta novela de 2006, traducida seis años después, permite conocer a un autor para mi desconocido y que sufrió siendo un niño, en carne propia, la persecución por su condición de judío en la región de Bucovina, territorio de Rumanía entonces, y hoy de Ucrania. Esto no quiere decir que esta novela sea autobiográfica pero sí que, inevitablemente, está basada en lo vivido por Appelfeld.
Flores de sombra cuenta la historia de Hugo, un niño que, junto a su familia (que regenta una farmacia), ha sido trasladado a un gueto. El padre de Hugo es deportado y la madre es consciente del futuro que les espera y trata de salvar a su hijo de la muerte buscando una familia campesina que lo acoja como hacen otras familias judías, pero no lo logra. Ante esa perspectiva, la madre desesperada lo lleva a casa de una amiga de la infancia, Mariana, que se dedica a la prostitución en un burdel.
Hugo vivirá durante más de un año en una fría y oscura recamara al lado de la habitación en la que Mariana recibe y sufre a los hombres, muchos de ellos soldados alemanes. Por las mañanas Hugo puede salir de su escondite y estar en la habitación de su protectora. El niño no acaba de entender dónde está, ni a qué se dedica Mariana pero el acercamiento entre ambos se va produciendo. Ella encuentra en Hugo a una persona que la quiere sinceramente, a una persona ingenua e inocente y Hugo encuentra a una mujer guapa, que lo protege y le da cariño despertando su incipiente sexualidad.
Mariana le explica a Hugo:
El hombre es sólo carne y hueso y está esclavizado por el día a día y las necesidades cotidianas. Cuando no tiene casa ni comida ni a nadie, hace lo que yo he hecho. Pude ser lavandera o criada de los ricos, pero por alguna razón fui a parar a eso que llaman “casa de citas”. En una casa así tú no eres tú, eres un trozo de carne que bambolean, dan la vuelta, pellizcan o simplemente muerden. Al final de la noche estás golpeada, herida, y te entierras en el pozo del sueño (215).
Hugo vivirá su iniciación a la vida adulta en un contexto terrible, sus sueños le sirven para sentirse vinculado a su familia y amigos. La realidad le acerca a la dureza de la vida, el final de la novela lo pondrá de manifiesto de forma trágica.