No había leído nada de David Grossman y ha sido un
estreno muy placentero, pese a su extensión la lectura ha sido absorbente y
relativamente rápida.
En la novela un personaje brilla con luz propia por
encima de cualquier otro, me refiero a un personaje femenino: Ora. Grossman
logra construir el perfil de una mujer en toda su complejidad. Ora es
contradictoria, llena de identidades diversas con múltiples matices. Muchos
elementos hablan de esta complejidad: la manera de entender la maternidad, sus
relaciones amorosas entre dos hombres que son amigos, la relación de israelitas
y palestinos, la manera de afrontar el grave conflicto que marcó desde su
nacimiento a la población de Israel, su posicionamiento en contra de la guerra
y de las armas. Todos estos elementos generan una riqueza de emociones,
circunstancias y conflictos muy motivadores.
El otro gran personaje es Abram, un hombre también
complejo con una terrible experiencia de torturas graves que marcaran su vida o
su no-vida. Abram amó a Ora desde que se conocieron siendo adolescentes y
volverá a renacer después de muchos años.
«Mira, Abram, le dice ahora, me resultaba imposible
respirar, eras demasiado para mí.
¿Cómo que demasiado?, le pregunta Abram muy bajito,
¿qué es demasiado cuando se ama?» (p. 603).
La historia de estos personajes se construye a lo largo de un viaje a pie,
por una zona cercana a Jerusalén, en la que Ora habla del común hijo, Ofer, a
Abram. Ella cree que mientras no esté en casa y hable de su hijo a Abram, a
Ofer, que está en una nueva campaña militar, no le ocurrirá nada malo.
El conflicto entre Israel y Palestina tiene un gran
protagonismo en la novela: la posición palestina está menos presente pero la
posición israelí nos deja patente la opción clara de Ora (y de David Grossman)
a favor de la paz. Una posición la del autor que viene avalada porque perdió a
un hijo de 21 años en una de las múltiples guerras de dicho conflicto.
Una excelente novela.