Este
libro me ha deparado pequeñas sorpresas al revelarme un tema que desconocía: el
éxodo istriano producido cuando, tras la II Guerra Mundial, la Yugoslavia de
Tito ocupó Istria y Fiume que contaban con una importante población italiana
(unos trescientos mil) que marchó hacia Trieste. Allí vivieron durante años en
campos de refugiados como el Silos del que habla Madieri. Otra sorpresa ha sido
cómo de esta circunstancia histórica, la autora cuenta su historia personal
para evitar el olvido de todo lo vivido. También me ha sorprendido la manera de
narrarlo, aparentemente fiel a la pura realidad sin excesos emocionales, y no
es que no hubiera motivos para ello, sin que sobren las palabras en un ahorro
de ellas sorprendente. Madieri habla como mujer y con la mirada de mujer y eso
te va embargando con su cadencia tranquila, equilibrada, llena de valores de
armonía y de entendimiento.
Pero
aún me quedaba una última sorpresa que me pilló totalmente desprevenida: saber
que era la compañera de Claudio Magris, escritor al que admiro y cuyos libros
valoro mucho, en un Posfacio magnífico que me ha emocionado.
Verde agua
emociona, su lectura fue abriéndose camino en mí como el agua cuando se derrama
con lentitud y te va empapando, Madieri te va atrapando, te va cautivando con
su sencillez y su ternura sin por ello dejar de contarnos el drama histórico y
personal que le tocó vivir.
Un
párrafo:
Desde que dejamos Fiume, aparte de la Iliada y la Odisea, que habíamos estudiado en la escuela, no había leído nada. Los libros de papá estaban todavía en cajas en un depósito, en el colegio había solo algún volumen edificante, el tío Alberto no poseía una biblioteca. Los libros, pues, me parecían un fruto prohibido. Cuando tenía uno a mi alcance, permanecía horas leyendo, ávida y celosa, tendida sobre el diván de mi celda entre los pesados cortinajes que olían a polvo, olvidado el calor estival, totalmente enajenada de la realidad que me rodeaba (92).
Un
libro excelente.