PAUL AUSTER, Diario de invierno. Compré la obra porque es un autor al que sigo con gusto ya que, en general, sus novelas son de mi agrado. Diario de invierno tiene 236 páginas y su título recoge que se trata del diario de un hombre que por su edad ha entrado en el invierno de su vida, así lo explica en el final de este diario:
“Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes sesenta y cuatro años. Afuera, la atmósfera es gris, casi blanca, no se ve el sol. Te preguntas: ¿Cuántas mañanas quedan?
Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto.
Has entrado en el invierno de tu vida” (p. 236).
Sobre el autor no añadiré nada nuevo porque, en comentarios sobre libros anteriores, ya he recogido sus rasgos biográficos principales.
Diario de invierno como cualquier libro de memorias nace de la idea de que su vida está entrando en la última etapa y, por tanto, quiere hacer una reflexión y una rememoración acerca de los recuerdos principales de su vida. No estamos ante unas memorias al uso ya que no siempre guarda el orden cronológico ni intenta ser exhaustivo con todos los sucesos de su vida. Además mezcla aspectos que podríamos considerar “importantes” como sus consideraciones sobre la vida y la muerte, el amor de pareja o las relaciones familiares, con aspectos “intrascendentes” como el divertidísimo episodio en que cuenta cuando contrajo ladillas o cuando estuvo a punto de pelearse por última vez por disponer de un taxi (he de reconocer que con estos dos relatos reí a carcajadas sin poderlo remediar). También hace listados diversos como el referente a todas las casas en las que ha vivido a lo largo de su vida.
Auster habla en segunda persona con lo cual, a veces, una duda de si está hablando de él mismo o de un personaje de ficción de una de sus novelas. Pero deja muy claro en la primera página que lo que quiere es hacer un “catálogo de datos sensoriales”, lo que denomina como fenomenología de la respiración. La novela está escrita exquisitamente y dando siempre la impresión, como es habitual en él, de que la trama que desarrolla es sencilla cuando tiene más complejidad de la que parece. Especialmente interesante es la relación con su madre y la reacción cuando murió. El amor que le une a su pareja es un episodio intenso e interesante. Relata estupendamente el sentimiento que le producen las mujeres que ha amado durante su vida:
“(…) todo estaba en la luz interior que percibieras en ella, la chispa del carácter, la llama de la identidad revelada, y esa luz la hacía bella para ti, aunque otros estuvieran ciegos ante la belleza que tú veías, y entonces te morías por estar con ella, cerca de ella, porque la belleza femenina es algo que nunca has podido resistir” (p. 10).
O la manera en que somatiza los problemas:
“Siempre que llegas a una encrucijada en el camino se te destroza el organismo, porque tu cuerpo siempre ha sabido lo que tu intelecto desconocía, y sea cual sea la forma que elija para descomponerse, con mononucleosis, gastritis o ataques de pánico, tu cuerpo siempre es la zona más afectada por tus miedos y batallas interiores, y acusa los golpes que tu mente no puede o no quiere encajar” (p. 74).
Cómo entiende sus orígenes:
“Como no sabes nada de tus orígenes, hace mucho que decidiste presumir de que eres un compuesto de todas las razas del hemisferio oriental, en parte africano, árabe, chino, indio y caucasiano, el crisol de muchas civilizaciones enfrentadas en un solo cuerpo. Lo mismo que cualquier otra cosa, es una postura moral, una forma de eliminar el asunto de la raza, a tu juicio un falso problema que sólo puede traer deshonor a la persona que lo saque a relucir, y por tanto has decidido conscientemente ser todo el mundo, aceptar a todos los que llevas en tu interior (…)” (p. 123).
RECOMENDACIÓN: He disfrutado, reído y casi llorado con su lectura. Es una obra austeriana en el pleno sentido de la palabra.
Fotografía de Laura Uve y fotografía del autor tomada de google.