EGOR SHAPOVALOV
(…) más valía morir que llegar a ser persona tibia, poco viril, que no sabe con claridad lo que le agrada y lo que le desagrada, persona que sólo desea ser amada y que no sabe amar.
YUKIO MISHIMA
Eran los insoportables celos que una perla cultivada ha de sentir de una perla natural. ¿O acaso cabe la posibilidad de que en este mundo haya un hombre que tenga celos de la mujer que le ama, debido precisamente a que le ama?
YUKIO MISHIMA
EGOR SHAPOVALOV
(…) más valía morir que llegar a ser persona tibia, poco viril, que no sabe con claridad lo que le agrada y lo que le desagrada, persona que sólo desea ser amada y que no sabe amar.
YUKIO MISHIMA
Sabemos desde Foucault que el sexo, la sexualidad moderna, no es sólo reprimida sino también incitada a mostrarse, a hablar de sí misma, a confesarse.
No siempre resulta fácil confesar nuestra intimidad sin buscar el perdón o la conmiseración del otro, solo quitarnos la máscara para saber dónde estamos, qué buscamos, qué deseamos.
YUKIO MISHIMA
Cuando una obra te lleva a reflexionar, a hacerte preguntas, a indagar dentro de la máscara, merece ser leída sin duda. Y ello pese a que las ideas de su autor estén a años luz de las propias (un debate que ya tuvimos aquí cuando hice una reseña de Cela).
YUKIO MISHIMA, Confesiones de una máscara.
Esta novela la
tenía traspapelada, desde hacía años, en la sección de mi biblioteca de libros
pendientes de leer. Cuando leí la reseña de Yossi sobre El marino que perdió la gracia del mar, busqué a ver que tenía del
autor y encontré estas Confesiones… y
decidí que llevaba demasiado tiempo en espera.
La novela tiene 220 páginas y el título
hace referencia a la ocultación por parte del protagonista, Kochan, de su verdadera vida, interpretando el papel de máscara que a mí mismo me había
asignado (p. 106). En definitiva, se trata de las confesiones que el
protagonista realiza respecto a la mascarada que mantiene durante su niñez y
juventud ocultando su homosexualidad. La narración está hecha en primera
persona y comienza con la afirmación de que recuerda el instante de su
nacimiento, esta manera de iniciar las Confesiones nos
indica que estamos ante una persona muy especial.
Yukio Mishima (1925-1970), escritor y
dramaturgo japonés, considerado por la cultura occidental como uno de los
llamados escritores “malditos”, por su fascinación por la muerte, su vida
"de excesos" (incluida su muerte ritual), su cercanía al post-fascismo
y su supuesta homosexualidad.
Quería morir entre desconocidos, sin que nadie me molestara, bajo un cielo sin nubes. Y sin embargo, mi deseo era diferente de aquellos sentimientos expresados por el antiguo griego que deseaba morir bajo un sol esplendente. Lo que yo quería era un suicidio natural, espontáneo. Quería morir como un zorro todavía poco versado en el arte de la astucia, que pasa confiado por un sendero de montaña, y, a causa de su propia estupidez muere bajo el disparo de un cazador p. 123.
La novela, que
está estructurada en cuatro capítulos, relata los primeros años de Kochan, un
joven japonés inmerso en un ambiente familiar dominado por su abuela. Ella le
inculca, asimismo, una fascinación por la idea de la muerte que luego ve
reflejada en una reproducción del “San
Sebastián” de Guido Reni (p. 37). Kochan no es capaz de asimilar su
atracción por otros jóvenes e intenta, y logra, enamorarse de una joven,
Sonoko, que nunca llega a desear.
El trasfondo histórico nos sitúa en los años treinta y cuarenta marcados, al final, por la II Guerra Mundial en Japón. La muerte que fascina a Kochan está a la orden del día especialmente cuando el país se sabe derrotado y camina hacia el final de la guerra. Las máscaras abundan en una sociedad que quería la paz pero mantenía el patriotismo de fe en la victoria. Las máscaras sociales se combinaban con la máscara personal del protagonista que no podía reconocer que sus deseos sexuales se centraban en efebos a los que entre sueños eróticos ataba, elevaba los brazos e introducía finos cuchillos para ver brotar la sangre. Un joven que vivía una doble vida: la interior siempre protegida por la máscara de lo que consideraba “normalidad” y la exterior en la que procuraba responder atormentado siempre a dicha “normalidad”. La huida acaba siendo el recurso de Kochan para que su doble vida no estalle por los aires.
(Desde aquellos tiempos, ésa ha sido siempre la actitud que he adoptado al
enfrentarme con la vida. Ante aquello que he esperado con excesivas ansias,
ante aquello que he embellecido en demasía en mis sueños previos, lo único que
puedo hacer es huir.) p. 31
La novela, escrita en una bella, y a veces morbosa, prosa poética, nos pone al descubierto los recovecos de un alma y un carácter contradictorio que pretende ser sincero a pesar de ser tan sólo una máscara.
En un extremo del campo, se alzaban, muy juntos, dos grandes árboles, y sus sombras, muy largas al sol de primera hora de la mañana, se proyectaban sobre la nieve, dando significado a la escena, proporcionando la feliz imperfección con que la Naturaleza siempre subraya su grandeza (p. 53).
Escrita en 1949, con tan solo veinticuatro años, es una obra atrevida y valiente para la época.
Imágenes, excepto la portada del libro, tomadas de google.