miércoles, 28 de abril de 2021

David Grossman, La sonrisa del cordero


Se trata del primer libro que publicó Grossman en 1983 y cuyo contenido está centrado en el conflicto entre Israel y el pueblo palestino. En gran parte la novela se sitúa en los territorios ocupados por Israel. Jilmi, uno de los cuatro personajes principales de la novela y el único palestino, pese a su aparente locura trasmite la humillación permanente que sufre el pueblo palestino por parte del poderoso ejército israelí. 
 « (…) Darío, el que me enseñó que la maldad tiene mil rostros y profusión de mentiras, de imágenes y perfumes, pero que no hay error en el contacto con la bondad» (p. 67). 
Los otros tres personajes son israelíes: Uri y Katzman integrantes del ejército y Shosh la mujer de Uri y amante de Katzman. Uri es el más ingenuo de los tres y el que se relaciona con Jilmi cuyo hijo ha muerto en una acción del ejército israelí. Parece como que el conflicto latente desde la fundación del Estado de Israel va minando las convicciones de la población israelí e influye en la confianza y los valores morales de los personajes de la novela. Hay un conflicto entre la verdad, la mentira y el cinismo que recorre la relación de los personajes de esta historia y sobre los cuales planea continuamente. 

Su prosa es fina y certera a la hora de explicar toda la complejidad de los conflictos personales y políticos que están siempre presentes. Me costó mucho entrar en la historia, pasaba de las cien páginas y seguía un tanto despistada sobre el contenido de la novela, por ello me ha dejado un sabor agridulce su lectura.

domingo, 18 de abril de 2021

Agustín Comotto, 155 Simón Radowitzky

 


Es excepcional que lea cómics (o novelas gráficas, no sé cuál es la denominación más correcta), pese a haber leídos muchos tebeos de niña. Los comics eran «de chicos», el propio Agustín Comotto me explicó que cuando empezó a dibujar quienes hacían comics miraban con malos ojos a los dibujantes (aplastante mayoría) que hacían comics que no eran tan masculinos como marcaba la norma. Sé que hoy hay más mujeres dibujantas, pero me temo que salvo excepciones he perdido ese «tren».

He leído este 155 Simón Radowitzky por varios motivos: primero porque conozco a Agustín (pronto hará un año), segundo porque Radowitzky era anarquista (además aparece en la historia otro amigo anarquista, Octavio Alberola). Motivos personales, por tanto, me han aproximado a un género que no me llama la atención.

Los dibujos de Agustín Comotto me han parecido una maravilla, en blanco y negro con la aparición del rojo en momentos determinados para resaltar algo concreto. Unos dibujos con una fuerza expresiva tremenda, unos dibujos que emocionan, contagian el miedo, la fuerza, la decisión, la resistencia especialmente.

La historia, producto de una investigación exhaustiva que llevó a cabo Agustín en varios países y archivos revela a un hombre, Simón Radowitzky, con una capacidad del lucha y resistencia impresionante. Nacido en un pueblo cercano a Kiev (Ucrania), judío, ateo, anarquista desde la adolescencia que siempre trato de vivir siendo consecuente con su ideal, sobrevivió a un pogromo siendo niño, perdió la infancia al empezar a trabajar a los 13 años, emigró para escapar de la represión, llegó a Argentina y pronto acabó en la prisión de Ushuaia durante 22 años. Fue un acto de resistencia enorme lo que le llevó a resistir una cárcel durísima donde fue sistemáticamente torturado. 

Hay mucho más en su historia que podéis descubrir leyendo este magnífico cómic con el que me he emocionado y he conocido un anarquista del que apenas sabía nada.


jueves, 8 de abril de 2021

Mircea Cărtărescu, Las bellas extranjeras


De Cărtărescu he leído varias de sus obras, aunque no soy lectora habitual de relatos, he leído con deleite a autores de relatos como Cortázar o Borges. De Cărtărescu he leído el excepcional El ruletista y el no menos extraordinario El ojo castaño de nuestro amor. Me gustó menos Solenoide (los tres están comentados y los encontraréis buscando la etiqueta de su apellido en el lateral).

I.
 
Las bellas extranjeras, es el título de uno de los tres relatos que componen este libro y el más extenso. Nada tienen que ver entre sí los tres relatos excepto que están narrados en primera persona por el propio Cărtărescu, que son circunstancias de su propia vida narradas con un gran sentido del humor y que nos sitúa en el contexto de la Rumanía comunista. Algo habitual en sus relatos, por ejemplo en los de El ojo castaño de nuestro amor

II.

Como ya he mencionado, en estos tres relatos destaca el humor. No he podido evitar sonreír mucho y reír abiertamente en algunas ocasiones. Parece ser que el autor es mortalmente tímido y esa circunstancia parece ponerle en situaciones hilarantes que relata con una prosa exacta, entre lírica y cómica.

III.

Me gusta mucho como escribe Cărtărescu, su lirismo es sorprendente. Me gusta lo que cuenta, a veces son reflexiones memorables como cuando denuncia el racismo que sufren los rumanos/as (en Francia) por su aspecto demasiado moreno o por su aspecto peculiar de la época comunista. 

IV.

Cada relato es una pequeña maravilla que va de los aires kafkianos de «Antrax», a lo grotesco en el viaje a Francia de once escritores rumanos en Las bellas extranjeras, y a lo absurdo con el estómago vacío en El viaje del hambre. Buscad el libro y aprovechad los buenos momentos que os deparara su lectura.