No soy gran lectora de las novelas de Pérez-Reverte aunque algunas he leído. Hace poco leí una entrevista que le hacían a raíz de su última novela cuyo título no recuerdo. En esa entrevista hablaba de muchos temas y sin pelos en la lengua, como es habitual en él y mencionó positivamente esta novela. Fue esa referencia la que me llevó a comprarlo.
En El pintor de batallas, Pérez-Reverte retorna a su pasado como corresponsal de guerra y, desde esta experiencia, rememora las guerras y conflictos que vivió en primera línea. En la novela, Faulques es un fotógrafo que abandonó la fotografía para encerrarse en una torre con vistas a un acantilado mediterráneo y pintar batallas (o mejor, una síntesis de todas ellas).
Faulques intenta lograr, pintando un gran mural en el interior de la torre, algo que no había logrado a través de sus fotografías. Ahí recibirá una extraña visita que viene a traerle preguntas y reflexiones desde el pasado.
De esta manera, por su novela irán desfilando recuerdos del pasado y con ellos las guerras en las que ha estado, la maldad que ha visto y vivido, el amor y el odio, sus reflexiones sobre el arte y las ciudades y museos visitados, la violencia, la mezquindad, la miseria, y tantas otras cosas.
Una novela bien escrita, que mantiene la atención en una historia que es una confluencia de acontecimientos y de vidas personales entrelazadas con ellos.