martes, 28 de diciembre de 2021

Arturo Pérez-Reverte, El pintor de batallas



No soy gran lectora de las novelas de Pérez-Reverte aunque algunas he leído. Hace poco leí una entrevista que le hacían a raíz de su última novela cuyo título no recuerdo. En esa entrevista hablaba de muchos temas y sin pelos en la lengua, como es habitual en él y mencionó positivamente esta novela. Fue esa referencia la que me llevó a comprarlo. 

En El pintor de batallas, Pérez-Reverte retorna a su pasado como corresponsal de guerra y, desde esta experiencia, rememora las guerras y conflictos que vivió en primera línea. En la novela, Faulques es un fotógrafo que abandonó la fotografía para encerrarse en una torre con vistas a un acantilado mediterráneo y pintar batallas (o mejor, una síntesis de todas ellas). 

Faulques intenta lograr, pintando un gran mural en el interior de la torre, algo que no había logrado a través de sus fotografías. Ahí recibirá una extraña visita que viene a traerle preguntas y reflexiones desde el pasado.

De esta manera, por su novela irán desfilando recuerdos del pasado y con ellos las guerras en las que ha estado, la maldad que ha visto y vivido, el amor y el odio, sus reflexiones sobre el arte y las ciudades y museos visitados, la violencia, la mezquindad, la miseria, y tantas otras cosas. 

Una novela bien escrita, que mantiene la atención en una historia que es una confluencia de acontecimientos y de vidas personales entrelazadas con ellos.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Audre Lorde, Zami. Una biomitografía. Una nueva forma de escribir mi nombre

Primero de todo decir que Zami es un nombre Carriacou que designa a aquellas mujeres que colaboran como amigas y amantes. Esta aclaración en la primera página ya nos da una clave importante de esta novela-biografía, es decir, autobiografía novelada/poetizada en el sentido de que se otorga licencia para no ser totalmente fiel a la realidad. 



Lorde hace un recorrido por su vida hasta los años sesenta (ella nació en 1934), justamente la etapa en la que no era todavía famosa como poeta y feminista. Por tanto, estamos ante una autobiografía que no abarca sino una parte de su vida, su etapa de formación, de crecimiento personal y de sus inicios como escritora.

Sus primeros treinta años de vida constituyen la base de lo que luego se desarrollará plenamente: su experiencia en sus múltiples identidades (mujer, lesbiana, negra, madre, escritora, trabajadora…). Ella no considera que tenga que unificarlas en una sola identidad sino que considera que la diversidad la enriquece y que es factible vivir con todas sus identidades. No obstante, se da cuenta (la obra está escrita en los años ochenta), no sabemos si en los años sesenta o cuando escribió esta obra, de cómo en el ambiente lesbiano en el que se movía, las lesbianas blancas no eran capaces de entender el racismo que sufría.

Indudablemente estamos ante un texto que plantea la interseccionalidad dentro del feminismo y la importancia de que las mujeres colaboren solidariamente entre ellas y refuercen su autonomía vital por la que hay que luchar como una guerrera. Lorde asumió su condición de guerrera, incluso en el nombre que adoptó poco antes de su muerte: Gamba Adisa, que significa “Guerrera: la que se hace comprender”. 

Una novela bien escrita e interesante en cuanto al contenido, especialmente en la descripción de los ambientes neoyorkinos lesbianos de los años 50 del siglo pasado. Así mismo resulta ilustrativo el racismo que sufre la población negra en Estados Unidos en un momento previo a la consecución de los derechos civiles. Conviene no olvidar tampoco su condición de obrera y las condiciones que tuvo que sufrir en sus lugares de trabajo. Concluyendo, una buena novela, o como ella quiso denominarla: una buena biomitografía.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Imre Kertész, El espectador. Apuntes (1991-2001).

 

Ya he dicho muchas veces cuanto me gusta este escritor (primer premio Nobel húngaro). Extrañamente, sin tener nada en común (quizás solo tenemos en común el ser europeos), me identifico con sus reflexiones de una forma inquietante. Como ya he dicho alguna vez, siento que Kertész me identifica, me traduce, dice lo que pienso y siente lo que me emociona. 

Este El espectador. Apuntes (1991-2001), no es una excepción y he vuelto a encontrar en él esa sintonía que tanto cuesta encontrar, incluso en los libros. No estamos aquí ante una obra de ficción, sino ante unos apuntes de su vida a lo largo de diez años. No se trata de un Diario al uso porque apenas hay referencias cronológicas y jamás detalla su vida personal, aunque algo de esos aspectos hay en este espléndido libro. 

Aquí vais a encontrar de todo desde referencias a la enfermedad y muerte de su primera esposa, su amor por la segunda, la vejez y la enfermedad, su conflictiva relación desde su ser judío (aunque no practicante) con su país en el que se siente extranjero y no aceptado, referencias a sus libros pasados y a los que estaba escribiendo durante esos años, sus reflexiones sobre el comunismo y la caída de la URSS y otros muchos temas. 

Resulta muy interesante su manera de ver y observar la deriva de Hungría, que no solo no ha mejorado sino todo lo contrario. Que gran observador de la realidad política, social y cultural es Kertész, que certeras son sus reflexiones y conclusiones. 

El espectador. Apuntes (1991-2001) es el segundo libro (se han publicado desordenados) de una trilogía formada por Diario de la galera (interesante testimonio de su aislamiento en la Hungría socialista) que recoge el periodo entre 1961 y 1991; y el tercer libro titulado: La última posada que contiene sus apuntes entre 2001 y 2009, cuando fue diagnosticado de una grave enfermedad que finalmente le provocó la muerte en 2016. 

Viajé a Budapest poco tiempo después de su muerte, en agosto de 2016, pregunté a una guía si me podía indicar en qué cementerio estaba enterrado Kertész y con un desprecio absoluto hacia el gran escritor me dijo que suponía que estaría en un cementerio judío. Me dio la oportunidad de responderle, con placer por mi estimado escritor, que se equivocaba. Miró en su móvil y efectivamente tuvo que reconocer su error. Comprendí muy bien lo que explicaba el escritor sobre el rechazo que había en su país hacia su persona y lo ajeno que se sentía él hacia su país.