U-topía trasatlántica
Una reseña de Marcelo Z sobre una novela de este
autor, Una semana en la nieve, me
recordó que tenía Limónov y así se lo
dije en mi comentario. Marcelo me dijo que también la tenía y que me proponía
un Estéreo Transatlántico, o lo que
es lo mismo, una lectura conjunta. A partir de ahí solo fue preciso encontrar
el momento y llegó a mediados de enero. Me gusta compartir lecturas porque ir
compartiendo impresiones, formas de interpretarla y, si es el caso, emociones,
enriquece la experiencia lectora. Nunca he formado parte de ningún grupo de
lectura y, de momento, no me atrae, pero estas “conjuntas” propician una
lectura a cuatro ojos que resulta muy placentera. Se trata, sí, de una “conjunta
transatlántica”, hay un océano entre
Marcelo Z y yo, pero queda reducido a un clic de ratón.
¿Quién
es Limónov?
Antes de empezar a leer la obra de Carrère fue la
primera pregunta que me hice observando su fotografía en la portada del libro.
Entré en Internet y la wiki me dejó datos diversos sobre un personaje real de
73 años con una imagen mucho más juvenil que lo que indicaba su edad.
Los datos sobre su actividad política con el Partido
Nacional Bolchevique fundado por él, y su ideología pardo-roja, me hicieron
arrugar la nariz. La descripción que de él hace Carrère en los años 80 en
París, me provocó curiosidad:
(…)
un tipo sexy, astuto, divertido, que tenía a la vez el aire de un marino de
juerga y de estrella de rock (16).
Un rebelde
inadaptado en el sentido profundo de la palabra, una persona que se enfrenta o
no reconoce a la autoridad, una persona
que es difícil de manejar o dominar. Y esto al margen de su inclasificable ideología
que me parece un extraño revoltijo de ideas. Su pretensión de ser un héroe
desde muy joven, de vivir aventuras, de no adaptarse a una vida normalizada,
contribuye a dicha imagen de rebeldía primitiva.
¿Se
trata de una novela o son hechos reales?
Una cosa y la otra. Es una “novela sin ficción”,
algo que
parece estar de moda ahora mismo. El
impostor de Cercas o El fin del Homo
sovieticus de Aleksiévitch, con estilos diferentes, entrarían en el mismo género
por denominarlo de alguna manera. Los personajes son reales, lo que explican y
lo que investiga el autor/a también y quienes lo escriben se introducen en la
obra, involucrándose y huyendo del papel de narradores ajenos a los hechos.
Incluyen sus propias reflexiones, experiencias y vidas porque lo que intentan
construir con sus obras es una visión del ser
humano en determinadas circunstancias y ellos/as forman parte de la humanidad
y, por tanto, no son ajenos a esa visión.
El relato real nos permite conocer el trasfondo
histórico y eso es algo que me interesa siempre. En el caso de Limónov
abarca un periodo
amplio de la vida de la URSS/Rusia, de 1943 a 2009, con otros escenarios como
Nueva York, París y Serbia.
El
relato
Está estructurado en nueve capítulos que abarcan
todos los escenarios en los que se mueve
su vida en orden cronológico. Empieza en Ucrania (1943-1967), donde se relata
su niñez, adolescencia y primeros años de juventud en una familia con una madre
propensa al castigo y un padre chequista de poco relieve. Sus experiencias
callejeras, rodeado de pequeños delincuentes, la decepción respecto a su padre
y la violencia, sientan las bases de su deseo de ser diferente, de su afán de
protagonismo y de su faceta de artista para convertirse en poeta.
Me sobresaltó en este capítulo que, como su mediocre
familia (son sus propias palabras para calificarla) no sufre las convulsiones
del país, pensaba que al fin y al cabo si
detenían a gente debía de haber motivos (81). Una percepción muy propia de
los sistemas totalitarios y de la soledad de quienes disienten.
El relato concluye en Moscú, ciudad a la que regresa
en 1989, en la era Gorbachov, pero que abandonará en momentos diversos para
trasladarse a Serbia, París, y Altái. El último capítulo transcurre en dos
cárceles (Lefórtovo y Sarátov) y un campo de trabajo (Engels) entre 2001 y
2003.
Hay diversos aspectos de interés, en lo referente a su vida privada, siempre cuestionó los estereotipos tradicionales, especialmente
en su estancia en Nueva York (1975-1980). Una relación de pareja compleja con
Elena, su gran amor, una deriva hacia la homosexualidad que tenía más de provocación
que de asumir una posible bisexualidad, su vida como mendigo o como criado de un
rico (Steven Grey). Sin llegar a los extremos de la aventura norteamericana, su
vida privada siempre está sujeta a los azares de su carrera literaria y
política. Resulta interesante también la construcción de su propuesta política
que ha tenido difícil encaje en una Rusia convulsa (desaparición de la URSS,
entrada en un capitalismo salvaje, las mafias, la privatización de los grandes
recursos produciendo enormes fortunas, la falta de democracia del nuevo sistema
que se refleja en asesinatos políticos como el de Politkóvskaia, etc) y que acabó con Limónov en la cárcel.
El relato se inicia con un Prólogo (2006-2007) y se
cierra, como si se tratara de un círculo, con un Epílogo (2009).
¿Y qué más?
Mucho más que haría interminable esta reseña: el
contraste entre la literatura oficial y la literatura underground durante la etapa comunista; la presencia de la
disidencia, y especialmente de Solzhenitsyn; la práctica del zapói, borracheras que duran días
seguidos y que practicaban incluso los dirigentes; la emigración de rusos/as a
EUA; el fascismo; numerosos nombres de escritores/as que son propuestas a
indagar; la guerra de la antigua Yugoslavia; Rumanía y las mentes sutiles; verdugos y víctimas; los perdedores de la
transición al capitalismo actual; y tantos otros temas que van surgiendo al
socaire de la vida de Limónov.
Un párrafo…
El mercado ha sustituido a
la dictadura del proletariado como horizonte del porvenir radiante, pero el refrán
constriñe por igual a los artífices de la “terapia de choque” y a los que están
lo bastante cerca del poder para
llevarse su parte de la tortilla (…). Se ve desfilar por Moscú a procesiones
heterogéneas de jubilados reducidos a la mendicidad, militares que ya no cobran
su salario, nacionalistas enloquecidos por la liquidación del imperio,
comunistas que lloran la época de la igualdad en la pobreza, personas desorientadas
porque ya no comprenden nada de la historia: ¿cómo saber, en efecto, dónde está
el bien y el mal, quiénes son los héroes y quiénes los traidores, cuando todos
los años se sigue celebrando la fiesta de la revolución y al mismo tiempo se
repite que aquella revolución fue a la vez un crimen y una catástrofe? (279)
Y no puedo resistirme a este
otro que se refiere a la guerra en la antigua Yugoslavia
Es una regla siniestra,
pero rara vez desmentida, que se intercambian los papeles entre verdugos y
víctimas. Hay que adaptarse deprisa, y no asquearse con facilidad, para
mantenerse al lado de las segundas (256).
Un relato lleno de
sugerencias, ágil y fluido, como dice Marcelo Z (enlazo con su blog para que podáis leer su reseña), lleno de aventuras y reflexiones,
a veces provocadoras, que no te dejan indiferente.