KATARZYNA WIDMANSKA
¿Quién no cae rendida ante las posibilidades del amor? Matizo, ¿quién puede resistirse a una pasión con posibilidades de amar? Aún sabiendo cuanto de mito tiene el amor, de absoluto, de creencia incluso, resulta difícil no anhelarlo y, si se presenta, actuar de forma racional y dejarlo pasar.
No rechazar nunca vivir la pasión que un amor despierta y trascenderlo para convertirlo en una vivencia requiere sus dosis de valor, sobre todo llegados a una edad y con compromisos que se convierten siempre en escollos para ello. Cada cual debe tomar sus decisiones y líbreme la prudencia de juzgar cualquier decisión posible. Sin embargo, apreciando como aprecio la pasión, el amor, y su dimensión más mundana, rechazo de forma visceral convertir un amor en la fuerza del destino que marca la vida de una persona para siempre jamás, me repele que un amor se convierta en la herencia de alguien y marque su vida sin posibilidad de huir de esa especie de condena divina.
Esta breve y concisa reflexión va acompañada de una imagen que reúne elementos de lo que entiendo por pasión, os dejo que lo adivinéis... Para los más observadores, o los que mejor me conocen, habrá un aspecto que será fácil de identificar, creo que nunca he hablado del otro, muy evidente en esta bellísima imagen. Junto con la fuerza de la imagen, una música... Over the Rainbow with.
Y ahora sí, la novela que ha provocado esta introducción
SÀNDOR MÁRAI, La herencia de Eszter.
Un escritor del que aspiro a ir leyendo toda su obra. Aquí he reseñado El último encuentro y dos reseñas de La mujer justa.
Se trata de una novela breve, 154 páginas, que gira en torno a una mujer, Eszter. Hay novelas que cuando lees el primer párrafo ya estás atrapada sin remedio hasta acabarla. He aquí ese inicio:
No puedo saber qué más tiene Dios previsto para mí. Sin embargo, antes de morir, quisiera poner por escrito el relato del día en que Lajos vino a verme para despojarme de todos mis bienes. Voy postergando la escritura de estas notas desde hace tres años; pero, ahora, tengo la sensación de que una voz, de la cual no me puedo defender, me está apremiando para que escriba la historia de aquel día y de todo lo demás que sé sobre Lajos (p. 7).
Esta obra fue escrita en 1939, tres años antes que El último encuentro. Comparte con ella un reencuentro entre dos personas después de muchos años, veinte en este caso, y la búsqueda de la verdad que hay que encontrar en uno mismo. Comparte también el carácter trágico de la relación entre las dos personas, amistad en El último encuentro, amor en La herencia de Eszter. Y un tercer motivo importante en toda la obra de Márai, la fuerza del destino, la inevitabilidad de lo que ha de ocurrir. Un destino que no viene marcado exactamente por las creencias religiosas, aunque Dios es un referente en la novela, sino por fuerzas más imprecisas y que en este caso viene determinado por la personalidad de una de ellas, Lajos, (…) todo ha tenido que suceder así, [que] tuve que hacer lo que hice hace veinte años y [que] ahora tengo que hacer lo que estoy haciendo (p. 147).
La vida está marcada por esa especie de inevitabilidad que llamamos destino y que Márai remarca a lo largo de sus obras:
Uno vive, construye y destruye su vida, trata de corregirla, de remediarla, poniéndole parches; y pasado un tiempo se da cuenta de que todo el conjunto, tal cual está, lleno de casualidades y de equivocaciones, ya no se puede cambiar más (p. 70 ).
Márai tiene una gran capacidad para trazar con pocos rasgos la personalidad de sus personajes, incluso de los secundarios (Endre en el que hasta su bondad era pesada, tímida y torpe, Vilma, Eva…).
Como señalaba en La mujer justa, Márai destaca por la acción lenta, casi inexistente, de sus novelas, pero crea un espacio, un mundo propio con gran facilidad. Pese a la lentitud de la acción sus novelas no aburren y se entra en esa esfera, que crea como si fuera una tela de araña, dejándote llevar por ella.
Escribe con una prosa exacta, clara, precisa y depurada. Su lenguaje es rico y elegante y la lectura es fácil pero intensa por los múltiples matices que va desgranando cuando describe personajes y ambientes.
Muy recomendable esta pequeña joya de la literatura.