Nunca es fácil poner el título a una obra. Reconozco que este título me llamó la atención inmediatamente, la misteriosa segunda parte del título, Una herencia oculta, acrecentó mi interés.
La liebre con ojos de ámbar es un netsuke
Los netsukes son esculturas en miniatura que aparecieron hacia el siglo XVI con una finalidad práctica: son pasadores para sujetar el injo, la caja donde se llevaban los objetos para la vida cotidiana de la casa sujetos a la faja del kimono. Eran fabricados en madera de boj o marfil y los artesanos fueron maestros en dichos objetos.
Edmund de Wall recibió de su tío Iggie una colección de doscientos sesenta y cuatro netsukes, lo que motivo en el autor la necesidad de explicar una historia, la de su familia, y para ello toma como hilo conductor estas pequeñas estatuillas.
¿Qué quería saber de Wall? La relación entre el objeto de madera y los lugares en los que ha estado, entrar en las habitaciones que los albergaron, las manos que los tocaron y qué pensaron de dichas estatuillas. Lo esencial del viaje de los netsukes lo conocía el autor por su tío Iggie, fue en la década de 1870 cuando un primo del bisabuelo del autor, llamado Charles Ephrussi, los compró en París. Éste se los regaló a su bisabuelo Viktor con ocasión de su boda, en Viena, hacia finales de siglo y de aquí llegaron a Tokio a casa de Iggie.
En el proceso de la investigación para conocer el recorrido de estas estatuillas, de Wall acaba confesando cerca del final del libro que:
Ya no sé si este libro trata de mi familia, de la memoria o de mí, o si sigue siendo un libro sobre miniaturas japonesas (354).
El autor…
Edmund de Waal (Nottingham, 1964) es ceramista y sus obras han sido expuestas en diversos museos y exposiciones. Es su profesión lo que explica el modo de afrontar el reto que se puso de recuperarla historia familiar a través de objetos (los netsukes). Este interés no es superfluo puesto que de Wall hace cosas, es ceramista, y para él tiene una gran relevancia cómo se manipulan, se usan y se pasan los objetos.
El contenido…
Dice Foucault que existe la posibilidad de hacer funcionar la ficción en la verdad; de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción. Llevo unas cuantas obras leídas en las que el trasfondo entre ficción y realidad (verdad) tiene un gran protagonismo. La liebre con ojos de ámbar se mueve en ese territorio con la original perspectiva de alguien que no es novelista sino que procede del mundo de la cerámica.
La obra está dividida en cuatro partes, precedida por un prefacio y con una coda final, que recorren la historia familiar de los Ephrussi desde 1871 hasta 2009. El recorrido empieza cuando los Ephrussi se trasladan desde Odesa a París y Viena, la historia se detiene en la primera parte en la figura de Charles que es quien inicia la colección de netsukes. Es un hombre culto que inicia algunas colecciones de arte, especialmente pintura, entrando en contacto con los impresionistas. Monet, Manet, Degas o Renoir aparecen en esta historia como personajes, al igual que escritores como Proust, proustiflor debido al mariposeo del escritor de un acontecimiento social a otro (101). En esta parte se dedica atención al affaire Dreyfus debido a que los Ephrussi son judíos y este affaire les influyó.
Del París de los salones, en la segunda parte, a la Viena posterior a la I Guerra Mundial. Los netsukes se trasladaron, como regalo de boda a Viktor, primo de Charles, a la ciudad imperial y en esta ciudad reina el antisemitismo pese a los intentos de asimilacionismo de su población judía. Escritores como Joseph Roth o Rilke, aparecen también en la historia familiar porque, como es el caso de Rilke, este se carteó con la bisabuela del autor del libro.
En la capital del pequeño país en que había quedado el gran Imperio Austro-húngaro, se desarrolla en gran parte la tercera parte que abarca el periodo 1938-1947. La ocupación de Austria por Alemania y la rapidez con que los judíos se vieron atrapados en una ciudad que se nazificó con extrema rapidez, forman parte de este capítulo que, desde mi punto de vista, es excelente. La desposesión de todos los bienes de los Ephrussi y el peligro que corren en el III Reich les llevan a huir para ponerse a salvo. Los netsukes se salvan del expolio de forma rocambolesca y se desplazan a Japón, su país de origen, donde se instalaran en casa de Iggie, hijo de Viktor.
La Coda es una parte muy breve que lleva al autor del libro en sus últimas investigaciones desde Tokio a Odesa y Londres donde se instalaran, de momento, los netsukes.
Un viaje… una historia…
Un viaje lleno de aventuras que retrata una parte de la historia del siglo XIX y XX, que supone una reflexión sobre el arte, la política, las relaciones familiares, el amor y la literatura. Una familia rica y culta que transita desde la abundancia a la dispersión y al peligro de morir por ser judíos (asimilados y alejados de la religión) por la barbarie que inundo Europa. Una historia que cambia a su autor al conducirle a reflexionar sobre muchos aspectos que quizás nunca se había planteado.
Dos fragmentos
Trastabillo. Veo que no entiendo qué significa ser parte de una familia judía asimilada, aculturada. Sencillamente no lo entiendo. Sé qué cosas no hacían: no iban nunca a la sinagoga, pero sus nacimientos y sus bodas figuran en el registro del rabinato local. Sé que pagaban las obligaciones a la Israelitische Kultusgemeinde y que donaban dinero a la caridad judía del cementerio y, preocupado porque el portón de hierro forjado está roto, me he preguntado si no debería hacerlo reparar. No parece que el sionismo les resultara muy atractivo (167).
Después de la sala está la biblioteca, la habitación más grande de esta planta del edificio. Pintada de rojo y negro, como la gran suite de habitaciones de Ignace en el piso de abajo, tiene una rojinegra alfombra turca, las paredes cubiertas de enormes estanterías de ébano con marquetería de marfil flanqueada por los dos globos terráqueos. Es la habitación de Kiktor: miles de sus libros se alinean contra las paredes: historias griegas y romanas, literatura germánica, poesía y diccionarios. La fina malla dorada que cubre ciertos estantes se abre con una llave que Viktor lleva unida a la leontina (170).
Conclusión…
Un libro para disfrutar, de lectura fluida, fácil e interesante, sin más (ni menos) pretensiones.