martes, 28 de noviembre de 2023

Benjamín Labatut, Un verdor terrible




Estamos ante un libro sorprendente, ficción y realidad entremezcladas al servicio de un objetivo: expresar de forma sencilla la vida, experiencias y descubrimientos de varios científicos vinculados con las matemáticas y la física (Bohr, Heisenberg, Shcrödinger, Grothendieck y otros). De todos ellos me ha gustado especialmente el caso del matemático de familia anarquista, Grothendieck que acabó viviendo en un pueblecito de los Pirineos franceses. Entró en contacto con un anarquista español exiliado, Félix Carrasquer al que conocí hace unos cuantos años. Sabía de la existencia de este matemático a través de las memorias de Carrasquer, y Labatut me ha permitido acercarme al personaje que ya me llamaba mucho la atención. 

El libro se estructura a través de cuatro cuentos y un epílogo en los que, en palabras del autor, va aumentando la ficción aun cuando la realidad continúa estando presente en todos ellos. La ciencia parece haber perdido las referencias y las dimensiones humanas para adentrarse en un camino cada vez más especializado que solo entiende una minoría, quizás incluso ni siquiera es factible controlar su desarrollo. No es solo el gas Zyclon utilizado para exterminar seres humanos en las cámaras de gas nazis o la bomba atómica que sigue aterrorizando a la humanidad, son otros muchos campos de investigación y sus aplicaciones técnicas que pueden llevarnos a un camino de no retorno. Con este futuro distópico está relacionado el título.

sábado, 18 de noviembre de 2023

Ursula K. Le Guin, Los desposeídos




Me ha costado llegar a esta novela y es extraño. La ciencia ficción no me llama excesivamente la atención, aunque he disfrutado con las grandes obras que todas y todos conocemos. Es extraño porque son conocidas las simpatías de Le Guin por las ideas anarquistas, a las que ha definido como las más humanas, complejas e interesantes de todas las teorías políticas. 

En Los desposeídos, escrita en los años 70, la escritora nos ofrece la utopía anarquista convertida en realidad en el planeta Anarres, situado a varios años luz de la Tierra, donde se exiliaron los llamados odonianos después de una revolución fallida para construir un modo de vida anarquista. Los habitantes de Anarres proceden de Urras, del cual se desvincularon ciento sesenta años atrás, un mundo donde se han reproducido los males de la Tierra que conocemos. Shevek, científico que intenta trabajar en una ecuación que puede cambiar muchas cosas, será el primer habitante de Anarres en visitar Urras y descubrir una realidad para él desconocida puesto que se ha educado en unas formas de vida completamente diferentes. Los desposeídos de Urras tendrán en Shevek un símbolo de una sociedad mejor, como mínimo en la posibilidad de pensar que es posible dicha sociedad pese a sus imperfecciones y sus carencias. 

El mundo de Anarres no es perfecto ni mucho menos, es un sistema que lucha continuamente con la escasez y los problemas por tratarse de un lugar inhóspito en el que la tierra es polvorienta y la naturaleza muy limitada. Así mismo es un territorio en el que los conflictos humanos no han desaparecido y el poder acecha en cada relación y actividad.

La estructura narrativa de Los desposeídos se realiza en paralelo, se nos cuenta la vida de Shevek en Anarres y su viaje a Urras. Le Guin reflexiona sobre numerosos aspectos: la complejidad de las relaciones humanas, las experiencias revolucionarias con sus éxitos y sus fracasos, el papel de la mujer en la sociedad, la influencia de las ideologías y especialmente los diversos micropoderes que surgen continuamente en cualquier espacio de Anarres (da igual que sea entre adultos o que se dé entre niños y niñas). 

Una lectura emocionante e interesante.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Annie Ernaux, El lugar



Esta novela corta es una recomendación y el préstamo de una amiga. Cuando empecé a leerlo me di cuenta de que ya lo había leído, pero decidí releerlo porque en su momento, en el 2002, no me llamó excesivamente la atención y ya no leí nada más de esta autora. Así que solo he leído un libro de Ernaux, pero eso sí, dos veces. 

Cuando muere su padre, la autora decide que tiene que contar la historia de su padre y el distanciamiento de «clase», tal y como ella lo define, que se produjo entre ambos como consecuencia de los estudios superiores que emprendió ella y que generaron orgullo, pero también desconfianza en su padre. 

La historia que nos cuenta Ernaux es casi la de una clase social y la de una época en Francia. Explicando quién era su padre, la autora nos habla del traslado del campo a la ciudad de miles de personas que buscaban en las fábricas una vida menos miserable. Su conversión en obreros no supuso un cambio excesivo y la lucha por los aspectos más básicos de la vida (comida, vivienda, educación para los hijos e hijas, etc.) continuaron condicionando su vida. El paso a tener un pequeño negocio de venta de alimentos y café tampoco supuso un cambio radical en sus vidas. 

El trasfondo del fin de la ocupación alemana y la guerra, la reconstrucción, la vida en una pequeña ciudad, ilustra también las penurias para tirar adelante y dar educación a su hija, la autora del libro. Son los estudios de la hija y su acceso a una plaza de profesora de secundaria lo que le permitirá a ella dar el salto a una vida más acomodada (¿burguesa?) que su familia no había logrado nunca. 

El salto social de la hija fue generando un distanciamiento, especialmente con el padre, que la autora describe con minuciosidad porque entra en el terreno resbaladizo de los límites sociales de comportamiento (el uso de la lengua, la ropa, los modales…) que tienen unos lugares (de ahí el título) y otros (barrios obreros, de clase media o alta, urbanos o rurales, etc.). 

Me ha quedado una mejor impresión esta relectura además de que me ha recordado en algunos aspectos a mi propio padre.