jueves, 28 de diciembre de 2023

J. M. G. Le Clézio, Canción de infancia



Es mi primer Le Clézio y la entrada ha sido francamente satisfactoria. Se trata de dos relatos largos: «Canción de infancia» de 91 páginas y «El niño y la guerra» de 47 páginas. En ambos relatos el autor habla de sus recuerdos de infancia, algo que siempre me sorprende encontrar porque los míos son tan parciales que dan para pocas letras. 

Quizás por lo difícil de la empresa, Le Clézio avisa en la primera página que no hará un relato cronológico porque los niños no saben de cronología. Para los niños, dice: «los días se suman a los días, no para construir una historia sino para agrandarse, llenar el espacio, multiplicarse, fracturarse, retumbar». Y eso es lo que hace el autor, partir de recuerdos parciales, posiblemente más escuchados que vividos (especialmente en el referido a la guerra cuando tenía menos de cinco años) y agrandarlos con impresiones, con emociones y con vinculaciones a los territorios de su infancia. 

En el primer relato, Bretaña es la protagonista, en concreto Sainte-Marine, localidad en la que pasaba los veranos entre los ocho y los catorce años. Sus descripciones de una Bretaña pre-turística y pobre resultan entrañables, familiares y muy divertidas para un niño de esa edad. Se nota que le une a ella una cierta identidad más relacionada con el paisaje y las gentes que con lo nacional o patriótico. 

En el segundo relato, la guerra, pero especialmente el hambre y la sensación de peligro exterior lo llenan todo. La necesidad de encontrar un lugar que sirviera de refugio les conducirá a Roquebillière y allí sobrevivirán a la ocupación alemana sin padre que se había quedado aislado en África Ecuatorial. 

Sus relatos de infancia son suntuosos, escritos con palabras sencillas y llenas de emociones.

lunes, 18 de diciembre de 2023

Rafael Chirbes, Diarios. A ratos perdidos 3 y 4



El segundo volumen de los Diarios de Chirbes no decepcionan y mantienen una línea de continuidad con el primero. Uno de los temas que me ha impresionado más de estos Diarios es la lucha que lleva a cabo el autor en el proceso de elaboración de la novela que estaba escribiendo en este periodo (2005-2007). Llega a doler ese proceso de creación de la que será una de sus novelas más importantes: Crematorio. Las hojas de estos Diarios están llenas de dudas, inseguridades y reflexiones pesimistas sobre su capacidad para escribir y la calidad de la novela.

Chirbes se va retirando de la vida social, abandona la redacción de la revista Sobremesa, y se va encerrando en la habitación en la que duerme, en algunos momentos enfebrecido por el proceso de corrección de la novela y en otros es una especie de estado de indolencia que no puede detener. 

Su compromiso social y político en la órbita del Partido Comunista desde joven, se renueva en sus aceradas críticas a la social democracia (el PSOE de Zapatero). Chirbes relata, por poner un ejemplo, cómo el «manejo de la juguetería derecha-izquierda» sigue dándoles «unos excelentes resultados a los socialdemócratas» (p. 558). Su crítica acerada se dirige también al sistema creado desde la «Transición». 

Brillantes son sus muchas páginas dedicadas al papel de la literatura en la sociedad, a sus lecturas y a sus opiniones sobre los autores y autoras que lee. Sus gustos literarios y cinéfilos tienen un amplio espacio en estos Diarios y son una buena guía de lectura y de cine clásico para quien desee seguir sus propuestas.

También ocupan espacio los problemas de salud que tiene y que percibe que le aproximan a la muerte que no ve excesivamente lejos (murió en 2015) dado el tipo de vida que ha llevado. Sus adicciones al tabaco, al alcohol y las drogas sobrevuelan puntualmente estos Diarios que el propio autor vincula con su mala salud. 

Los Diarios sorprenden por la sinceridad, la autonomía de criterio y la manera de vivir la vida siempre al margen de los cenáculos literarios y los centros de poder. Un testimonio personal consecuente y admirable.

viernes, 8 de diciembre de 2023

Lea Ypi, Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia


La autora nos sitúa a través de su propia biografía en un país del que poco se sabía por tratarse de un país comunista estalinista de base económica antártica y que se aisló incluso de otros sistemas comunistas, me refiero a Albania. 

Lea Ypi es una niña educada en un sistema escolar basado en unos principios doctrinarios comunistas rígidos que tenían como gran referente a su líder: Enver Hoxha, «el tío Enver», y a Stalin puesto que Albania nunca inició un proceso de desestalinización. Su familia «cumple» con todas las obligaciones que impone el Estado, pero no forman parte del Partido Comunista, ni siquiera tienen un retrato de «el tío Enver», cosa que tiene disgustada a la niña, especialmente cuando muere en 1985. 

Cuando Lea Ypi tiene once años, en 1990, el régimen comunista se desploma y para ella aquello supone una hecatombe en su universo doctrinario, parece el fin de la historia. Entonces empieza a averiguar muchas cosas para ella desconocidas de su propia familia que tenía una «biografía» no acorde con el modelo que marcaba el Partido. Los secretos salen a la luz y la familia se transforma al igual que su país mientras ella intenta entender todos los acontecimientos que se van produciendo. 

La autora nos cuenta de forma muy vivida las esperanzas de libertad que aparecieron a partir de 1990 y como se fueron frustrando por los problemas económicos, políticos y sociales que llevaron a Albania en 1997 a una situación en la que el Estado rozó la descomposición y la guerra civil en medio del caos y de la huida de miles de personas a otros países europeos, especialmente a Italia. 

Con el paso del tiempo, la autora se dedica a indagar desde la Universidad, fuera de su país de origen, en el marxismo y en el socialismo, algo que es vivido por su familia como una especie de traición. La autora escribe el libro para explicar su experiencia de libertad en un sistema liberal que para ella es sinónimo de «promesas incumplidas, de destrucción de la solidaridad, del derecho a heredar privilegios, de hacer la vista gorda ante la injusticia» (p. 318). 

Una interesante reflexión sobre la libertad en un texto a medio camino entre la biografía y el ensayo político y filosófico.