No recuerdo la
razón de la compra de esta novela. Estoy casi segura de no haber leído ninguna
reseña en los blogs que visito y no está apuntada en mi libreta, así que es
probable que fuera una recomendación de mi librera. Dejémoslo así.
Memento
mori, “Recuerda que morirás”, hace referencia a lo efímero de
la vida tal y como recuerda el autor en una nota de la página 22. Un título que
puede interpretarse desde muchos puntos de vista además del más evidente cuando
un asesino en serie ronda la ciudad, en este caso, Valladolid.
César Pérez Gellida
nació en Valladolid en 1974. Licenciado en Geografía e Historia se dedicó, sin
embargo, a diversos trabajos relacionados con la dirección comercial, marketing
y comunicación. En 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para
dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor. Esta novela fue publicada en
2013.
Hacía unos meses
que tenía la novela en casa aunque no tengo los siguientes de la trilogía, lo
elegí porque necesitaba enfrascarme en una novela entretenida en unos días que
he viajado bastante en tren. No me ha decepcionado puesto que la trama está tan
bien tejida que me ha acompañado perfectamente mientras el tren avanzaba a toda
velocidad a su destino.
Desde el principio
sabemos quién es el asesino, Augusto Ledesma, y el policía que intentará
descubrirlo, Ramiro Sancho, por tanto, no es descubrir al asesino el objetivo
de sus 582 páginas sino saber sus motivaciones para matar.
La novela está dividida
en treinta capítulos cuyos títulos están entresacados de letras de canciones de
Bumbury. La música tiene un gran protagonismo ya que el asesino es un auténtico
melómano tal y como muestran las 21 canciones que forman la banda sonora de la
novela.
El autor utiliza
un narrador omnisciente y unos capítulos
son contados desde el punto de vista del asesino y otros desde el del inspector
Ramiro Sancho. En todo momento sabemos, por las referencias dadas al principio
del capítulo, el escenario y la fecha en la que se desarrollan los hechos.
La trama sigue un
ritmo rápido e intenso y los personajes están bien definidos y resultan
atractivos por sus peculiaridades, especialmente el medio ruso, medio español, Carapocha, psicólogo y especialista en
construir perfiles de los asesinos en serie.
La novela tiene
muchas referencias literarias, así como múltiples términos latinos como el que
da título a la novela y que son aclarados en sucesivas notas a pie de página.
Cuando llegó al lomo de Ulysses, de James Joyce, detuvo su periplo visual para sacarlo de la estantería. Era un libro único, muy especial para Augusto. Al cumplir los diecisiete años, su padre adoptivo se lo dejo encima de la cama con una nota que todavía tenía guardada y que decía: “Si consigues digerir este libro, sabrás cómo se comporta el ser humano y estarás preparado para dirigir tu vida” (p. 137).
¿Se trata de una novela negra? Yo diría que no. Es cierto
que tenemos dos planos de Valladolid en el interior de la portada y la
contraportada, los personajes se mueven
por la ciudad, sus viviendas están localizadas en los barrios vallisoletanos, los
bares u otros establecimientos también adquieren protagonismo, sin embargo poca
cosa sabemos de esta ciudad más allá de los nombres. Solo un secundario, Carapocha, introduce aspectos del trasfondo
político europeo. Si a esta ausencia de trasfondo político-social añadimos el
perfil de policía bueno del pelirrojo Ramiro Sancho, todo parece indicar que es
más una novela policíaca que no negra. Sin
embargo vuelve a ser Carapocha y
algún otro policía los que no separan tan claramente el campo de los “buenos” y
de los “malos”. El final abierto redunda en favor de la idea de que el “bien”
no siempre triunfa sobre el “mal”, aunque el malo es malo malísimo. Por otro
lado este final tiene lógica puesto que estamos ante una trilogía.