Philip Laszlo, Vita (1910)
Conocí este libro en el blog EL MUNDO ALREDEDOR de
Aglaia Callia y enseguida supe que tenía que leerlo, lo encontré por internet
en una librería de libros de segunda mano, luego ha pasado un tiempo, no muy
largo, puesto que lo dejé a la vista para que no se me olvidara su
lectura.
El libro, editado en 1989, tiene 320 páginas que
incluyen un prólogo de Marta Pessarrodona y un prefacio del autor. Su título
hace referencia a un peculiar matrimonio, el formado por la aristócrata Vita
Sackville-West (1892-1962) y el diplomático Harold Nicolson (1886-1968).
NIGEL NICOLSON
El
libro, escrito por el hijo de ambos, Nigel Nicolson, se compone de cinco partes: la primera y la tercera pertenecen a Vita Sackville-West y las otras
tres son de su hijo Nigel. Cuando su madre murió, Nigel encontró muchas cartas
y escritos y, entre estos papeles, un cuaderno con una autobiografía escrita en
primera persona de cuando Vita tenía 28 años, la reproducción literal de esta
autobiografía son las dos partes mencionadas. Pero su hijo tenía más
información de esos años a través de escritos de su padre, de su abuela y de
cartas dirigidas a diversas personas por parte de su madre, con este material
es con el que escribe las partes segunda, cuarta y quinta. Además incluye una
cronología que abarca los años 1827-1921.
Harold Nicolson y Vita Sackville-West
Vita inició su autobiografía el 23 de julio de 1923
y así empezó el cuaderno:
En realidad no tengo derecho
a escribir la verdad de mi vida ni a poner en situación difícil, como natural
consecuencia de ello, la vida de tantos otros; si lo hago sólo es, espero,
movida por la urgencia de decir la verdad y porque sé que no hay alma viviente
que la conozca totalmente (p.
19).
Más adelante, señala que escribe su historia
por tres razones, decir la verdad y
contar de forma verídica las relaciones entre mujeres, puesto que pensaba que
ningún relato se había escrito sin la intención de provocar el regocijo
vicioso de los posibles lectores, y, por último:
(…) porque tengo la convicción
de que, a medida que avanzan las edades y los sexos se van mezclando debido a
sus crecientes semejanzas, esas relaciones dejaran de ser consideradas
meramente antinaturales y se las comprenderá mucho mejor, y no solo en su
aspecto intelectual si no también en el físico (p. 154).
Y para no faltar a la verdad confiesa abiertamente
que se vistió de hombre y que fue maravillosamente divertido (…) nunca me sentí tan libre… (p. 160), la
transgresión no era solo vestirse de hombre sino actuar como tal, vivir en ese rol, acompañado por una
mujer a la que amaba, Violet Trefusis.
Violet y Vita
Así pues, Vita, según su hijo, una rebelde conformista, una aristócrata romántica (p. 121), cuyo
padre era snob en el sentido de que daba
exagerada importancia al nombre y a la fortuna (p. 120), casada ya con
Harold, se enamoró apasionadamente de Violet, que también se casó aunque amaba
a Vita. Ambas vivieron su amor enfrentándose a los convencionalismos en los llamados
“felices años veinte”.
John Lavery, Violet Trefusis (1919)
Vita tenía ideas muy avanzadas respecto al papel de
la mujer, la relación entre personas del mismo sexo o la manera de entender el
matrimonio. En realidad, lo extraordinario de esta obra es la narración de cómo
Vita y Harold llegaron a construir un matrimonio sólido, fundado en el amor,
mientras ambos sostenían relaciones homosexuales extramatrimoniales y llevaban
una vida libre que suponía separaciones, sobre todo por el trabajo de diplomático
de él.
Estaba convencida de la necesidad de libertad
para que la mujer se igualara al hombre en todos los ámbitos de la vida, sin
embargo, periódicamente se avergonzaba
de tener estas ideas y de vivirlas. Sin embargo no estaba dispuesta a renunciar
a tener una vida rica y que su marido también la tuviera, y no la tediosa repetición de magros hábitos cerebrales (p. 262).
Una vida rica se construía sobre fundamentos espirituales, intelectuales, no
físicos, y en los deseos de saborear la vida, desafiar los convencionalismos,
trabajar mucho, jugar peligrosamente con las emociones y en la solicitud que se
demostraban mutuamente.
Vita y Harold (1960)
La clave de su relación era la confianza, estamos seguros uno del otro en esta
extraña, íntima, distanciada y mística relación que nunca podremos explicar a
un extraño, le escribía Vita a Harold. Pero confianza es, en la mayoría de
los matrimonios, fidelidad, en el suyo significaba que debían contarse siempre
sus infidelidades con la seguridad de que siempre regresarían al centro común y amarse hicieran lo que
hicieran (p. 263). Por lo demás, cada uno llevaba su vida cuando estaban
separados, pero cuando estaban juntos muy
pronto se instalaban en su fácil compañía o camaradería, dejando que las
palabras se filtraran solas en la mente del otro, alimentándose el uno al otro
con las impresiones de lo que habían leído o escuchado, un proceso estimulante
(…) siempre lleno de cariño. La sensación de que cada uno estaba disponible
para el otro y que nadie les molestaría sin ser autorizado a entrometerse,
permitió asentar un largo matrimonio hasta el final de sus días.
Por último, hay unas páginas en las que se habla de
la relación breve, pero intensa, que Vita mantuvo con Virginia Woolf. Se
conocieron en 1922 y Vita fue la inspiración para escribir el Orlando que fue publicado en 1928.
Tampoco he incidido en que Vita y Harold eran escritores aunque probablemente
no serán recordados por ello. Apenas he hablado de la relación entre Vita y
Violet…, en fin, leed este interesante testimonio de un matrimonio sui géneris.