domingo, 28 de marzo de 2021
Belén Gopegui, Acceso no autorizado
jueves, 18 de marzo de 2021
Margaret Atwood, La semilla de la bruja
Esta es la
quinta novela que leo de Margaret Atwood, demasiadas teniendo en cuenta que no
me entusiasma (esta última no la compré yo). La semilla de la bruja es una novela, sin duda alguna, con aspectos
positivos y que se lee bien. Es una historia bien narrada, el ritmo no decae en
ningún momento y el interés se mantiene a lo largo de toda la novela.
El
protagonista de la historia es Félix, un hombre en la madurez dedicado al
teatro por su trabajo y un enamorado de las obras de Shakespeare. Un despido
injusto lo deja en la calle y, tras un momento de decaimiento, encuentra un
lugar muy sencillo para vivir retirado de la vida social y un trabajo especial
ligado al teatro.
Felíx, dentro
de un programa especial en la prisión de una localidad cercana a Toronto, monta
una obra al año dedicada a una obra de Shakespeare. La obra que centra la
historia de la novela es La Tempestad, con
ella se podrá vengar de algo ocurrido en el pasado, además de tener una
motivación personal relacionada con su hija Miranda.
Parece ser
que Atwood participa con otros/as escritores/as en un proyecto que recrea las
obras de Shakespeare en sus novelas y
ella eligió La Tempestad.
La novela se
lee bien, con comodidad… pero le falta chispa, entusiasmo, carácter. Un
entretenimiento (algo que no desprecio pero que no me satisface).
lunes, 8 de marzo de 2021
Francisco Umbral, Carta a mi mujer
Me gustó tanto Mortal y rosa, leído en 2014, que cuando vi este otro título, decidí leerlo. Sin embargo la experiencia lectora no ha sido tan positiva como la de Mortal y rosa. Esta Carta a mi mujer sería una delicia leerla si solo tuviera en cuenta la forma, lo bien escrita que está. Umbral vuelve a demostrar que es un maestro del lenguaje, de la prosa poética que lo caracterizaba.
Esta Carta describe la vida de su mujer y de
él en los años ochenta, de su matrimonio. Sin embargo Umbral va mucho más allá
porque se recrea en describir las rutinas matrimoniales, la convivencia no
siempre feliz, la vejez y la muerte.
Sin embargo,
me ha dejado un sabor tan amargo que no creo que vuelva leer nada suyo. De
golpe he entendido porque me caía mal el personaje «Umbral». Ingenuamente, tras
leer Mortal y rosa, pensé que Umbral
había creado al histriónico personaje para el mundillo público pero que en
realidad él era otra cosa.
Esta Carta demuestra que no era así y que
personaje público y persona eran bastante parecidos. Es desagradable comprobar
cómo a lo largo de toda la Carta insiste
en darnas su concepción tradicional de la mujer, una y otra vez. La mujer es
más «natural» y menos intelectual que el hombre, más apegada a las labores
domésticas (Umbral asegura que llegaba a despertar a su mujer para que le
hiciera el desayuno) y a los cuidados que los hombres, su carácter y su cuerpo
están a su servició, etc.
No es
misoginia, como se le acuso en su momento por parte de sectores del feminismo,
es la imagen de las mujeres que plantea, profundamente conservadora y entendida
desde el cuerpo sexualizado de las mujeres.
Una lectura
decepcionante.