Tengo que confesar que había olvidado que ya había leído un libro de Ugrešić, me refiero a El Museo de la Rendición Incondicional. Y resulta imperdonable porque esta novela me gustó bastante.
No hay nadie en casa es una obra difícil de clasificar, desde luego no es ficción porque lo que se explica ha sucedido en la realidad. La autora va desgranado diversos temas que parecen tener sentido agrupado y que están vinculados entre sí. La literatura, el racismo, las migraciones, Yugoslavia, el comunismo, el capitalismo, la pobreza y, especialmente, la Europa del Este y sus copas de champagne.
La mayoría de los textos son breves o muy breves porque se escribieron la mayoría para la prensa escrita, tal y como explica la autora.
Son textos de actualidad, propositivos, sintéticos, bien escritos. Lo que escribe se lo toma muy en serio pese a que en algunas ocasiones nos haga casi reír. Cuando se refiere a temas de actualidad política la autora sabe que pisa aguas pantanosas, sin embargo el hecho de vivir fuera de los territorios de la antigua Yugoslavia, ha aligerado su carga y puede hablar con mayor libertad.
El tema de las migraciones, culturas e identidades es un tema permanente en su literatura, tal y como lo demuestra en sus libros. Es extremadamente dura en su crítica al poscomunismo y, también al nacionalismo, la etnicidad o el esencialismo:
«Vivimos en tiempos que nos obligan a comportarnos como si viviéramos en el paraíso. Evidentemente, el mundo en el que vivimos no es un paraíso. Este libro va en contra de las reglas de la buena conducta: gruñe».
Cuando la autora gruñe, su empatía, la comprensión de la complejidad de los problemas geoestratégicos y la necesidad de cierto entendimiento entre las personas, prepara el terreno para otros objetivos. Una autora a la que hay que seguir.