El autor nació en 1892 en Bosnia, de
familia croata, se declaró posteriormente serbio que para él era decir yugoslavo,
país hoy desaparecido. Andric murió en Yugoslavia en 1975, había recibido el
Premio Nobel en 1961. Su propia historia personal fue una fuente de inspiración
para escribir esta novela.
¿De
qué trata esta novela?
Un
puente sobre el Drina trata
de un puente, un rio (el Drina), una ciudad (Visegrad) y sus gentes.
(…) las gentes atravesaron innumerables veces el puente, de una orilla a otra. Los niños cruzaban corriendo, y las personas de más edad caminaban despacio, hablando o contemplando, desde todos los puntos, los horizontes completamente nuevos que el puente ofrecía (95).
Así describe el narrador la
expectación que provocó la inauguración del puente en la segunda mitad del
siglo XVI. Alrededor del puente se construye una crónica de una comunidad plural
formada por personas de religiones diferentes (musulmanes, cristianos y
judíos), bajo el poder político de distintos imperios (turco y austro-húngaro) y
en transformación no exenta de conflictos.
La trama, tejida con mucha habilidad, es épica sin ensalzar héroes o mitos sino personas comunes y corrientes. El
autor logra una fotografía de una sociedad, la de Visegrad, entre el siglo XVI
y el inicio de la Iª Guerra Mundial en 1914. Van apareciendo hechos históricos
sin desligarse de pequeñas historias individuales que nos permiten conocer la
evolución de los habitantes de Visegrad al compás de los cambios políticos,
económicos, religiosos, etc.
El
puente como símbolo
Sin duda el protagonismo del puente
tiene un profundo simbolismo, se construyó para facilitar la unión de las dos
orillas y que el río no se convirtiera en barrera sino en factor de relación y
de vida. Además el puente contiene la kapia,
un ensanchamiento del puente donde los habitantes de Visegrad se reúnen,
toman café, comen pipas de calabaza, hablan, ríen, beben, se enamoran… Pero
también es ocupada por soldados, ejecutan, detienen y cierran el puente.
El humor, la tragedia, la épica, la
mezquindad, las envidias, el amor, la amistad, los intereses económicos, la
política, el nacionalismo, el racismo… circulan por el puente como el agua del
río Drina.
El inicio de la Iª Guerra Mundial es
relatado de manera excepcional, especialmente, en las páginas 447-448:
Las gentes se dividieron en perseguidos y perseguidores. La bestia hambrienta que vive dentro del hombre, y que no se atreve a aparecer en tanto no quedan eliminados los obstáculos que representan las buenas costumbres y las leyes, quedo en libertad. Los actos de violencia, el pillaje e incluso el asesinato (…) fueron autorizados con la condición de que se llevasen a cabo en nombre de intereses elevados y al amparo de una serie de palabras que representaban el orden (447).
Una excelente y recomendable novela
por muchos motivos literarios y sociales.