domingo, 28 de febrero de 2021

Andrés Trapiello, Locuras sin fundamento. Salón de pasos perdidos (2).

 


Este es el segundo de los libros que componen la serie del «Salón de pasos perdidos. Una novela en marcha». Leí hace un año y medio «El gato encerrado» 

Y me hice el propósito de seguir leyendo esta serie aunque será difícil que lea los más de 20 títulos que la componen.

Esta Locuras sin fundamento sigue la línea del primer libro de la serie, el autor con aparente espontaneidad y naturalidad compone unos Diarios que recogen lo cotidiano. No esperéis encontrar anotaciones diarias o mensuales, estos Diarios son una suerte de río que fluye sin más. En sus páginas aparecen referencias a los pensamientos, acontecimientos, viajes, vacaciones, paseos y otros hechos que Trapiello realiza a lo largo de un año que transcurre más por estaciones que por días o meses. Por eso, podemos encontrar pequeñas frases que el autor compone, noticias que encuentra en diarios antiguos, sucesos que ocurren en el vecindario, entrevistas relacionadas con su trabajo o referencias a sus hijos y a su mujer.

«Tengo la sensación de que estos diarios míos van a ser un barullo. En primer lugar no pongo días. ¿Para qué? ¿Qué más me da a mí que las cosas me sucedan un martes o un lunes, un 3 o un 97? Que sucedan ya es bastante, no pido más. Vivir es ver pasar, decía Campoamor, y Azorín lo corrigió: Vivir es ver volver. Pues eso. Y uno, que tiene también sus pujos de filósofo pobre, añade: Vivir es verlas pasar, verlas venir» (p. 176).

Aparecen pocas referencias a la vida política pero algunas cosas se cuelan y nos aproximan a su manera de entenderla. Mucho más aparece la vida de su barrio en el centro de Madrid. Me gustan especialmente las referencias literarias que van ilustrando sus páginas y sus toques de humor. El tono acostumbra a ser amable y no da nombres de personas que puedan disgustarse por aparecer en estos libros.

Su lectura es, ya lo he dicho, como un río que fluye con parsimonia y que va dejando un limo a su paso que regenera por donde pasa.

 

jueves, 18 de febrero de 2021

Jhumpa Lahiri, Donde me encuentro

 


La novela pasea por la vida de una mujer en la cincuentena que vive sola y que se siente extraña en muchos momentos de su vida. Lahiri nos muestra a esta mujer en su cotidianidad. La autora desvela pocos datos de la protagonista, la vamos conociendo a través de los breves capítulos que la sitúan en espacios de su vida diaria: cuando pasea, entra en un bar, se va a la playa, al campo, toma un tren o visita a su madre. Cotidianidad y cosas pequeñas, aparentemente intrascendentes, nos van mostrando las emociones de la protagonista de esta novela.

La soledad elegida por esta mujer que se ha desviado de lo que su madre quería para ella (lo normativo: casarse, tener hijos/as, etc.) es un sentimiento que advierte a la protagonista de alguna carencia que relaciona con una familia distante y frustrada que la ha condicionado más de lo que ella quisiera.

Parece que la relación con su madre fue (y es) negativa por el poco apego que parece sentir por la hija y por cómo va limitando o anulando sus deseos. A su padre le achaca la falta de compromiso con ella, en que no la protegió y tomó partido por ella para compensar la actitud de su madre. Sobre ese trasfondo vamos conociendo las emociones y expectativas de esta mujer.

Su escritura es delicada y refinada pero, a la vez, distante (quizás sea el resultado de que haya decidido utilizar en esta novela por primera vez el italiano, no el inglés).

lunes, 8 de febrero de 2021

Albert Camus, La peste

 


Este libro lo había leído (y «perdido») hace tiempo, cuando se hizo evidente la gravedad de la pandemia del covid y el largo confinamiento que empezó en marzo de 2020, decidí volver a comprarlo y releerlo.

En su momento me pareció que Camus había fantaseado en exceso al narrar una epidemia de peste en la década de 1940, esta vez me ha parecido verosímil y cercana. He encontrado paralelismos con lo vivido en estos meses, casi ya un año:

«Aunque la peste, por la imparcialidad eficiente que usaba en su ministerio, hubiera debido afirmar el sentido de igualdad en nuestros conciudadanos, el juego natural de los egoísmos hacía que, por el contrario, agravase más en el corazón de los hombres el sentimiento de la injusticia» (p. 271).

Como decía, la peste se declara en la década de 1940 en la ciudad de Orán, pronto la muerte se extiende y se declara el aislamiento de la ciudad que queda confinada durante meses. Diversos personajes irán apareciendo en el transcurso del relato, de todos ellos el médico Rieux tendrá un especial protagonismo y será quien relatará los sucesos ocurridos durante la epidemia.

Camus retrata un mundo enfermo, como el nuestro, que tiene la oportunidad de sanar a través de la experiencia de la epidemia de peste:

«Tarrou creía que la peste cambiaría y no cambiaría la ciudad, que sin duda, el más firme deseo de nuestros conciudadanos era y sería siempre el de hacer como si no hubiera cambiado nada, y que, por lo tanto, nada cambiaría en un sentido, pero, en otro, no todo se puede olvidar, ni aun teniendo la voluntad necesaria, y la peste dejaría huellas, por lo menos en los corazones» (p. 320).

En efecto, el aislamiento y confinamiento modifican los comportamientos humanos: los afectos, el apoyo mutuo, la solidaridad y la colaboración. Si eso perdurará cuando se supere la pandemia está por ver, si nos ha dejado huellas en los corazones, también lo podremos comprobar.