Este es el segundo de los libros que componen la serie del «Salón de pasos perdidos. Una novela en marcha». Leí hace un año y medio «El gato encerrado»
Y me hice el
propósito de seguir leyendo esta serie aunque será difícil que lea los más de
20 títulos que la componen.
Esta Locuras sin fundamento sigue la línea
del primer libro de la serie, el autor con aparente espontaneidad y naturalidad
compone unos Diarios que recogen lo cotidiano. No esperéis encontrar
anotaciones diarias o mensuales, estos Diarios son una suerte de río que fluye
sin más. En sus páginas aparecen referencias a los pensamientos,
acontecimientos, viajes, vacaciones, paseos y otros hechos que Trapiello
realiza a lo largo de un año que transcurre más por estaciones que por días o
meses. Por eso, podemos encontrar pequeñas frases que el autor compone,
noticias que encuentra en diarios antiguos, sucesos que ocurren en el
vecindario, entrevistas relacionadas con su trabajo o referencias a sus hijos y
a su mujer.
«Tengo la
sensación de que estos diarios míos van a ser un barullo. En primer lugar no
pongo días. ¿Para qué? ¿Qué más me da a mí que las cosas me sucedan un martes o
un lunes, un 3 o un 97? Que sucedan ya es bastante, no pido más. Vivir es ver
pasar, decía Campoamor, y Azorín lo corrigió: Vivir es ver volver. Pues eso. Y
uno, que tiene también sus pujos de filósofo pobre, añade: Vivir es verlas
pasar, verlas venir» (p. 176).
Aparecen
pocas referencias a la vida política pero algunas cosas se cuelan y nos
aproximan a su manera de entenderla. Mucho más aparece la vida de su barrio en
el centro de Madrid. Me gustan especialmente las referencias literarias que van
ilustrando sus páginas y sus toques de humor. El tono acostumbra a ser amable y
no da nombres de personas que puedan disgustarse por aparecer en estos libros.
Su lectura
es, ya lo he dicho, como un río que fluye con parsimonia y que va dejando un
limo a su paso que regenera por donde pasa.