sábado, 28 de noviembre de 2020

Jo Nesbø, Cucarachas

 


Leo «novela negra» desde hace muchos años, tantos que era una rareza encontrar a alguien que leyera este género. Antes de que se pusiera de moda, leer este tipo de literatura estaba mal visto, se consideraba un género menor. Yo tuve buena escuela porque empecé a leer «novela negra» norteamericana, algo inglesa, mucho después llego a mi biblioteca la nórdica y de otras procedencias.

La «novela negra» no es policiaca, la primera nunca plantea las cosas entre policías buenos y delincuentes malos sino que sus historias se desenvuelven en un arco de grises en que ni unos son tan buenos ni otros tan malos (uso el masculino porque el predominio de protagonistas masculinos es abrumadora). El final no suele dar lugar al triunfo de los buenos (policías) sobre los malos (delincuentes) sino que suele quedar en la ambigüedad. Normalmente el trasfondo político-social y cultural suele tener un gran protagonismo en estas novelas (ahí está la feroz crítica en la «novela negra» norteamericana a la justicia, a la clase política, etc.).

No es la primera novela de Jo Nesbø que leo, ni será la última. Sus novelas, como toda la «novela negra» me absorben y entretienen mucho. Empecé a leer este tipo de novela cuando estaba redactando la Tesis Doctoral y acababa literalmente agotada mentalmente, incapaz de leer literatura más exigente, me lancé a este género. Ha habido épocas de mi vida en que me costaba dejar de leer «novela negra» (cuando mis hijos eran pequeños, cuando me agobiaba el trabajo, etc.), ahora leo poca pero siempre la tengo a mano como en este caso.

En este caso, Harry Hole (un policía que abusa del alcohol y con una vida personal bastante desastrosa) es enviado a Bangkok desde Oslo para resolver el asesinato del embajador noruego…

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Natascha Wodin, Mi madre era de Mariúpol

 


La autora, y protagonista de este Mi madre era de Mariúpol, rastrea las huellas de una familia que apenas conoce (y que había sido acomodada cuando ella pensaba todo lo contrario) en la ciudad ucraniana de Mariúpol. Estamos ante un testimonio que revive a una familia de la que la protagonista apenas sabe nada. A partir de su invocación, unas viejas fotos, un inesperado ayudante al otro lado del mar y mucha suerte, llevan a Wodin  a encontrar vestigios del pasado. Y así va encontrando una tenue línea de luz que le va guiando en el reencuentro con sus antepasados.

Madre e hija se enzarzan en múltiples discusiones. La hija quiere saber los motivos por los que se siente atrapada en un cuchitril del campamento  de personas desplazadas, tan lejos de la ciudad natal de su madre. El drama familiar del desarraigo, provocado por la deportación en 1944 de sus padres como trabajadores esclavos a Alemania,  se desarrolla en un tiempo marcado por los grandes desastres del siglo XX: el zarismo, La revolución rusa, la guerra civil contra el gobierno bolchevique, el estalinismo, la hambruna en Ucrania, las dos guerras mundiales y la dura postguerra en Alemania.

El libro pretende recordarnos la importancia  de conocer nuestro pasado, a nuestra familia y a nuestro entorno. Los hechos históricos mencionados hicieron posible que Wodin viviera su infancia y primera juventud con frío y con hambre siempre permanente. Las sorpresas se convierten en un relato apremiante que le permiten descubrirse a sí misma, no en blanco y negro sino en toda la variedad de grises que son posibles. Un paisaje vital letal se va dibujando conforme el relato avanza y nos va descubriendo cómo ha vivido ella, su familia cercana y esa otra que va recuperando del olvido para integrar una memoria que siempre es necesaria para encajar en el presente.

«Los humanos se protegen de la belleza para no verse catapultados fuera de la vida, fuera de las leyes del mundo» (p. 119).

domingo, 8 de noviembre de 2020

Claudio Magris, Microcosmos

El título nos dice casi todo. En este libro a Magris le interesa lo micro, lo pequeño, casi diminuto. Pone la lupa de aumento sobre historias que no suelen tener posibilidades de pasar a la Historia con mayúsculas. Las historias de este libro (nueve) no forman parte de un gran relato que sea objeto de estudio por su relevancia histórica, las historias de este libro son microhistorias a las que Magris entresaca del caos de los tiempos. Aparentemente no son importantes, no lo son sus protagonistas, ni lo son los espacios y lugares de los que habla (cafés, jardines, cimas, lagunas, pueblos, un oso, un perro, las piedras y las olas, la nieve, gestos, fronteras…).



Claudio Magris nació en Trieste, Italia, en 1939. Es profesor de Lengua y Literatura Germánicas en su ciudad natal. Es creador del término político Mitteleuropa que hace referencia a una Europa central con predominio alemán y que ha sido trasladado a la literatura, esa literatura, de la época de entreguerras, por la que me siento tan atraída. Sus obras son sobre todo ensayos, relatos y teatro. La obra que comentó tiene algo de novela, algo de historia, algo de libro de viajes y algo de ensayo por sus muchas reflexiones. En todo caso es un libro que no requiere prisas sino una pausada lectura para poderlo disfrutar. 

A través de múltiples situaciones, este libro no cuenta una historia, cuenta muchas y una sola que tiene muchas caras. Estamos ante un instrumento óptico que cuando lo movemos (leemos) a través de sus nueve capítulos, se pueden ver distintas perspectivas del tema que son simétricas. Microcosmos es circular porque se inicia en las máscaras del café San Marcos y luego se lanza a perseguir la sombra del autor en un trayecto que va recorriendo todo el entorno de Trieste, es decir, el Friuli, el Piamonte, el Veneto, Eslovenia y el Tirol austriaco. Magris construye un libro especial, original, un universo completo de perspectivas sobre el ser humano y sobre el entorno al que da tanta importancia como a las personas. 

Su manera de narrar es meticulosa, exacta y de gran belleza. Una muestra:

 « (…) para hacerle compañía a uno bastarían los montes, la robinia que hostiga el soto de castaños y encinas, los cipreses que invitan a una soledad no misántropa [*], benévolamente abierta para charlar un rato con quien le salga a uno al encuentro en las veredas hundidas, en la vegetación, en la luz subacuática del follaje» (p. 170).

[*] Nunca había visto sintetizada de forma tan certera la soledad que busco. 

He leído del autor: Danubio (fue el primer libro suyo que leí y ya no he podido despegarme de su nombre), No ha lugar a proceder, Otro mar y este Microcosmos, las cuatro son una maravilla.