Me lo recomendaron con entusiasmo y no me ha entusiasmado. Tengo que reconocer que Adón escribe bien, hace descripciones poéticas y llenas de intensidad, sin embargo la historia me ha interesado a medias. Los personajes me parecen endebles, sin fuerza, exceptuando situaciones concretas. Me ha gustado la idea de la existencia de una comunidad que subsiste con pocas normas, lo más naturales posibles y dejando a cada integrante su espacio personal para vivir, si lo desea, apartado del resto. Y me ha gustado especialmente la presencia de una naturaleza impositiva, invasiva y continuamente presente a través de una lluvia persistente que lo invade todo.
Y todo lo que él quería era vivir en paz sin más deberes ni más problemas que los que él mismo se hubiera buscado. Olvidarse de la sensación de estar rodeado de sabandijas y alimañas que se aferraban a su piel y a su sangre. Que le dejaran tranquilo. Pero bastaba con recibir una mirada despectiva o unas palabras arrogantes para comenzar a odiar y desear responder de la misma forma al ser que humillaba sin haber sido incitado a ello. Sin haber sido provocado (169).
Quizás habrá que hacer otra lectura de la autora.