Alguien me recomendó a esta autora cuyo nombre conocía, pero no había leído. Resultó que tenía un libro suyo en las interminables estanterías de libros pendientes y me puse manos a la obra. Pero no debí elegir buen momento porque no me atrajo la historia y no me cautivó su personaje principal, el comisario Adamsberg. Así que deambulé por la novela despistada hasta que su viaje a la Serbia rural logró captar mi atención. Una cuarta parte de la novela me ha gustado, un saldo corto que me deja bastante indecisa sobre leer algo más de Vargas.
Un comisario francés lento que no
recuerda palabras hasta que llega a Serbia, pies cercenados que aparecen frente
al cementerio londinense de Highgate, un asesino que descuartiza y machaca
literalmente a sus víctimas, leyendas y miedos ancestrales, vampiros… una
historia complicada y enrevesada. Una parte final interesante que no sé si es
suficiente.