lunes, 28 de enero de 2019

VIVIAN GORNICK, Apegos feroces

Sí, a veces, hay apegos que pueden llegar a ser feroces, el título es muy elocuente. La autora escribe unas memorias sui géneris puesto que no nos cuenta todo ni hay un orden cronológico estricto. La realidad es que la vida es así. Hay años que valen por media vida y otros que pasan huraños y rutinarios, las memorias merecen ser iguales.


Si hay una protagonista en estas memorias es la relación entre la autora y su madre (socialista y judía como se especifica en el libro). Una relación basada en el cariño, en el apego, pero un afecto que genera tensiones, discusiones y rechazo en muchas ocasiones, un apego, por tanto, feroz.

Gornick va desgranando en el libro aquellos aspectos que le interesan: vecinos/as (especialmente la apasionada Nettie), los/las habitantes de los barrios de Nueva York en que viven, las relaciones familiares, las relaciones amistosas y amorosas, y, por encima de todo, la relación materno-filial. 

Gornick busca tomar las riendas de su vida y tomar sus propias decisiones. Este objetivo de autonomía personal no le resulta nada sencillo. Su madre tiene algo que ver en sus dificultades. En todo caso es interesante seguirle los pasos y observar los tropiezos y dificultades que va encontrando en el camino. Su madre aporta algunas de estas dificultades.
La gente y sus enseres parecían evaporarse de un apartamento y otros ocupaban sin más su espacio. Qué pronto capté la naturaleza circunstancial de la mayoría de los apegos. Al fin y al cabo, ¿Qué más daba si al vecino de al lado lo llamábamos Roseman, Drucker o Zimmerman? Lo único que contaba es que hubiera un nuevo vecino. Nettie, sin embargo, marcaría la diferencia (42).

viernes, 18 de enero de 2019

ANNA SEGHERS, Tránsito.

Supe de esta novela porque aparece mencionada en la biografía que Laure Adler hace de Hannah Arendt. Como otros muchos libros que se mencionan en esta biografía, esta novela despertó mi interés, lo busqué, y lo encontré. 



La novela, que tiene una portada preciosa, se lee bien, la historia que narra resulta curiosa con algunos personajes interesantes (tanto personajes principales como secundarios). Sin embargo, no es lo más interesante de la novela las historias de encuentros y desencuentros entre gentes que se cruzan, por estar en tránsito, a la espera de embarcar y huir de Europa. 

Lo que me parece más logrado en esta novela es el trasfondo histórico en que se enmarcan las historias de sus personajes. Estamos en Marsella en el año 1940, los nazis hace poco que han ocupado Francia, consintiendo un gobierno colaboracionista en Vichy. Dentro de la llamada “zona libre” ocupa un lugar importante Marsella, hacia ella confluyen miles de personas que intentan huir de Francia (de Europa, de hecho). Sus esfuerzos, ilusiones, decepciones y fracasos son el centro de la trama de esta interesante novela. 

Este fragmento me gusta por las tres últimas líneas: 
Tomé un café amargo y luego paseé por la Belsunce, las redes estaban puestas a secar. Unas cuantas mujeres, que parecían completamente perdidas en la gigantesca plaza, remendaban las redes. Yo nunca lo había visto hacer, nunca había caminado tan temprano por la Belsunce. Seguro que nunca había visto lo más importante de la ciudad. Para ver de qué se trata hay que querer quedarse. Todas las ciudades se ocultan imperceptiblemente a aquellos que solo las utilizan para atravesarlas (230). 

Una novela interesante.

martes, 8 de enero de 2019

MAGDA SZABÓ, El corzo

Eszter vivió una infancia de terrible miseria, tuve que pagar por todo y el precio era siempre yo misma, dice en la pág. 240. No se sintió amada en su infancia ni aceptada por nadie tal como era. Esa carga da lugar a una persona maliciosa, desconfiada, celosa y que odia con todo su ser a Angéla. ¿Quién es Angéla? Una niña que conoce en su infancia y que es la contraposición de lo que ella fue, su deseo de herirla (incluso de matarla) es sobrecogedor.



El corzo es un monólogo de una mujer con la que es imposible empatizar en casi ningún momento, destila veneno, malos deseos para cualquiera que se cruce en su camino, soledad y pesimismo. Pese a que logra ser una reconocida actriz, Eszter no cambia de actitud y su vida continua siendo un suma y sigue de resentimiento, desamor y odio. 

La novela tiene una gran calidad literaria, su estilo conciso y escueto va desgranando la historia de la protagonista sin paños calientes, en un estilo intimista. La novela va combinando diferentes épocas sin dar muchas pistas de dichos cambios y nos permite adentrarnos en la mente obsesiva de Eszter. Hay también una crítica al régimen comunista húngaro que dio pocas facilidades a Szabó para desarrollar su carrera como escritora. 

Un fragmento: 
Lo más natural del mundo era que nadie me quisiera, por eso ni me extrañaba ni me ofendía. Es más, me sorprendía que alguien se sintiera atraído por mí; (…) (186).