Zagajewski es un autor polaco que nació en Lvov (actualmente, Leópolis, Ucrania) y que, con cuatro meses de edad, su familia tuvo que trasladarse a Gliwice, antigua población alemana que, con el movimiento de fronteras tras acabar la II Guerra Mundial, pasó a formar parte de Polonia.
Se trata de un poeta, pero este libro no es de poesía, es prosa que recoge un conjunto de narraciones, algunas muy breves, la primera de las cuales da título a este libro. Dos ciudades relata la paradoja de su familia que, sin abandonar su país, fueron desplazados a la fuerza convirtiéndose en migrantes. De aquella experiencia vivida en una época de totalitarismos, guerra, exclusión, asesinatos en masa, nace esta narración de gran lucidez.
«La gente del mercado de hortalizas de la calle Bytomska solo era real y contemporánea en parte, mientras que por lo demás recordaban sombras, unas sombras vivientes. Inmigrantes en su propio país, ex profesores de una universidad que ya no existía, ex oficiales de un ejército que había sido disuelto, ex consejeros y ex letrados con el deje oriental de un Oriente desaparecido, rangos pertenecientes a otra era, abrigos que habían sido vueltos del revés por enésima vez, zapatos de cuero de los de antes, sombreros desteñidos con etiquetas de tiendas ya inexistentes».
Se nota que es poeta, escribe con una sensibilidad y una riqueza de lenguaje extraordinarias:
«¡Cuánta paciencia se necesita para soportar el lento transcurso de la vida! Las pequeñas eternidades, donde nos bañamos como los gorriones en los charcos, nunca forman una totalidad».
Esta es la segunda obra que leo de este autor (puedes buscarla por su etiqueta en el lateral), la anterior también es excelente: Una leve exageración. Estoy rendida ante Zagajewski, aunque de momento no me lanzo a leer su poesía.