Decía Graham Green que Ambler era el mejor escritor de novelas de intriga y espionaje. No soy capaz de saber si es el mejor pero sí que esta novela de 286 páginas es excelente.
Las facciones de un hombre, la estructura ósea y los tejidos que la abren son resultado de un proceso biológico; pero cada uno se crea su propio rostro: es el reflejo de su actitud emocional, la actitud de sus deseos exigen verse satisfechos y que sus temores requieren para permanecer a cubierto de ojos inquisidores. Llevará ese rostro como si fuera una máscara demoníaca, un artificio necesario para despertar en los demás las emociones que habrán de complementar las suyas propias (p. 252).
El título se explica en este párrafo, el rostro, según el narrador, servirá de pantalla tras la que poder esconder la desnudez de su mente.
Eric Ambler nació y murió en Londres (1909-1998). Fue escritor, guionista y productor cinematográfico. La novela negra fue el género favorito del autor porque le permitía expresar sus ideas políticas. Pero Ambler, un inglés lleno de niebla, fue seducido por una ciudad oriental: Estambul, y algunas de sus novelas están ambientadas, en parte, en esta ciudad, como es el caso de La máscara de Dimitrios (1939). Su protagonista callejea por el barrio de Pera, el más europeo de Estambul, que mira al Cuerno de Oro.
La trama de la novela es una auténtico thriller (hubo película, hecha en EUA, en 1944) cuya lectura nos va inquietando conforme vamos avanzando y se van desvelando algunas hábiles incógnitas. La novela empieza con un cadáver en Estambul y Charles Latimer, escritor de novela negra y protagonista de La máscara..., se lanza a la reconstrucción de las andanzas del muerto, un delincuente de la peor especie, Dimitrios Makropoulos. A partir de ahí se monta la trama en dos tiempos, el de los crímenes de Dimitrios en los años veinte y el del momento de las pesquisas, poco antes del estallido de la II Guerra Mundial. Nos sitúa en el periodo de entreguerras, un momento convulso y de grave crisis política, social y económica, y en la Europa de los Balcanes, aunque hay otros escenarios (París, Ginebra…).
El thriller se verá influido por cuestiones éticas e incluso políticas.
Dimitrios no era el mismo diablo. Sólo lógico y consistente; tan lógico y consistente, dentro de la jungla europea, como el gas venenoso llamado lewisite y los cuerpos destrozados de miles de criaturas muertas durante los bombardeos de una ciudad indefensa. La lógica de David de Miguel Ángel, de los cuartetos de Beethoven y de la física de Einstein había sido reemplazada por la del Anuario Comercial y del Mein Kampf, la obra de Hitler (p. 235).
Los personajes están bien definidos, especialmente Charles Latimier que pretendía escribir una novela basada en la realidad y cuando llega a conocer dicha realidad concluye, con sentido del humor británico, que es mejor escribir una novela convencional con una ingenua intriga y un misterio artificial. Sin embargo para contradecir al personaje, aquí está La máscara de Dimitrios, un clásico de la novela negra que os absorberá.