Hace unos días me llegó un correo de una amiga que no sabe el nombre de este blog porque no tiene ni idea de que tengo uno. Por eso me sorprendió el título de la noticia que me enviaba: “El arte de volar”, crónica del choque de utopía y realidad en la España del siglo XX.
La noticia trata del Premio Nacional de Cómic concedido a Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) por la novela gráfica, ilustrada por el dibujante Kim, y titulada “El arte de volar”. La historia nació de un hecho trágico, en mayo de 2001, el padre de Altarriba, de 90 años, ingresado en una residencia para personas mayores de La Rioja y enfermo con depresión, subió al alfeizar de una ventana de la cuarta planta y se arrojó al vacío.
La necesidad de entender un suceso tan trágico motivo que Altarriba mirara hacia atrás e investigara en la vida de su padre, combatiente en la guerra civil, anarquista exiliado en Francia en los años cuarenta y que sobrevivió en el silencio de los años cincuenta en una España dominada por el franquismo.
Para Altarriba su padre es una de las muchas personas que sufrió en carne propia el choque entre su afán por lograr la utopía, ese espacio que parece imposible, y la realidad. Dice el autor que “mi padre intenta volar a lo largo de toda su existencia, pero sus alas son cortas o la resistencia de la realidad es insalvable”, pero en el momento “en el que salta de la cuarta planta y emprende el vuelo, convertido en personaje de ficción y gracias al éxito del libro, llega a ser querido y comprendido por más gente de la que nunca se hubiera imaginado”.
Aquí hay una voladora en pos de la utopía que ha quedado rendida ante ese hombre.
La noticia trata del Premio Nacional de Cómic concedido a Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) por la novela gráfica, ilustrada por el dibujante Kim, y titulada “El arte de volar”. La historia nació de un hecho trágico, en mayo de 2001, el padre de Altarriba, de 90 años, ingresado en una residencia para personas mayores de La Rioja y enfermo con depresión, subió al alfeizar de una ventana de la cuarta planta y se arrojó al vacío.
La necesidad de entender un suceso tan trágico motivo que Altarriba mirara hacia atrás e investigara en la vida de su padre, combatiente en la guerra civil, anarquista exiliado en Francia en los años cuarenta y que sobrevivió en el silencio de los años cincuenta en una España dominada por el franquismo.
Para Altarriba su padre es una de las muchas personas que sufrió en carne propia el choque entre su afán por lograr la utopía, ese espacio que parece imposible, y la realidad. Dice el autor que “mi padre intenta volar a lo largo de toda su existencia, pero sus alas son cortas o la resistencia de la realidad es insalvable”, pero en el momento “en el que salta de la cuarta planta y emprende el vuelo, convertido en personaje de ficción y gracias al éxito del libro, llega a ser querido y comprendido por más gente de la que nunca se hubiera imaginado”.
Aquí hay una voladora en pos de la utopía que ha quedado rendida ante ese hombre.
¡Me rindo ante este vuelo libertario!
ResponderEliminarUn beso en la acracia que libere
Qué casualidad, o a lo mejor no es tanta casualidad que tu amiga te haya enviado el artículo, pues si realmente te conoce sabrá de tu búsqueda de la utopía.
ResponderEliminarVaya historia la que se narra en el libro.
Un beso
Una manera magistral de tratar un hecho trágico. Yo creo que las utopías son necesarias.
ResponderEliminarUn abrazo!
Ese hombre ejerció un acto de libertad, no siempre entendida, en el último momento.
ResponderEliminarUn abrazo utópico****
Ay, ese choque!! Es difícil compaginar ese deseo de algo mejor con la cruda realidad. Pero sin ese deseo, nada mejoraría.
ResponderEliminarBesos
Que bonita manera de homenajear al padre. Que bonita metáfora la de ese último salto.
ResponderEliminarNo se si te he contado que yo de niño volabs.
Un abrazo
Yo que venía a socorrerte tras tu SOS...pero veo que lo has arreglado. Disculpa, no estuve disponible ayer, cosas de trabajo. Me gustan las casualidades, es como si el destino quisiera que estuvieramos conectados.
ResponderEliminarMuack.
Yo que venía a socorrerte tras tu SOS...pero veo que lo has arreglado. Disculpa, no estuve disponible ayer, cosas de trabajo. Me gustan las casualidades, es como si el destino quisiera que estuvieramos conectados.
ResponderEliminarMuack.
Ahí estamos poeta, rendidos ante personas anónimas que tanto han volado y buscado la utopía.
ResponderEliminarNuria, en eso tienes razón, ella me conoce y sabía que esta historia me llegaría directa al corazón... y después a la cabeza.
Sí, Dona invisible, que preciosa manera de rendir homnaje a ese/esos padres que tanto sufrieron y dieron generosamente por los suyos. Esos padres luchadores que estaban atentos a lo cotidiano y además volaban.
Un abrazo de sábado, rebosante de utopía.
Estoy de acuerdo contigo Ofelia, un acto de libertad entre las tinieblas de la depresión.
ResponderEliminarEse choque Elvira... que siga en nuestras vidas. Qué tristeza aquellos que solo viven en y para la realidad ¿verdad?
Preciosa metáfora y estupendo homenaje de su hijo.
No esperaba menos de ti, Uno, ¿y ya no vuelas?
Besos afectuosos y llenos de deseos de volar.
Emma, no lo he resuelto... siguen sin llegarme las notificaciones de mi propio blog... buahhh...buahhhh (lloros...jejeje).
ResponderEliminarSi se te ocurre algo, dime plis. Nuria me ha comentado lo de la configuración y comentarios pero no hay manera.
Un abrazo agradecido.
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ResponderEliminarBesos Laura
Un cómic recomendadísimo al que tengo muchas ganas de meter mano.
ResponderEliminarMuchos han quedado por las cunetas del camino hacia la libertad...
Un saludo!
Aysss... Lía, creo que ya lo hago... como mínimo tu comentario me ha llegado, en cambio el siguiente, no.
ResponderEliminarGRRRRR............ ahora vuelvo a mirar........¿lo lograréééé????
Gracias cariño, buen finde.
Sí, Pablo D., es cierto. Muchas personas han buscado el camino de la libertad y han quedado en el camino. Intentar seguir esa estela es importante, recordarlos también.
Un abrazo.