La novela de Quílez la compré porque vi una referencia sobre este autor, en el
Club Negro (no lo recordaba y Martina lo ha dicho en los comentarios, así que al Club lo que es del Club, jejeje). Acostumbro a ir anotando, en notitas o en mi libreta, autores y títulos conforme leo alguna referencia que me gusta, así que iba en uno de esos papeles que siempre llevo por el bolso.
En este caso acompaña al libro una tarrina de helado que me comí en Verona (no sé porque la guardé es de plástico normal y corriente) y que está llena de esos “despojos” de mar que tanto me gustan: piedras, conchas, vidrios, etc.
La novela tiene 173 páginas y el título hace referencia a la soledad de la protagonista, Patricia, una periodista de tribunales y policía. Está tan absorbida por su trabajo que a sus 36 años, está y se siente sola y padece de graves crisis de ansiedad.
El autor de la novela ha sido, durante veinte años, jefe de la sección de tribunales y policía de una de las cadenas de radio más importantes de este país. La novela está basada en un hecho real que el propio Quílez había denunciado como periodista en el año 2002: la participación de los servicios secretos franceses, y en concreto del general Philippe Rondot, en el intento de cometer un magnicidio con armamento sofisticado. Este caso fue bautizado como “caso Chacal”. El término Chacal procede de la película
The Day of the Jackal , película británico-francesa (1973) dirigida por Fred Zinnemann, y cuya trama desarrolla el plan del asesino a sueldo conocido como el «Chacal», que intenta matar al presidente de Francia, Charles de Gaulle, por encargo de la organización clandestina OAS.
En el caso del que hablamos, los gobiernos español y francés, aliados en la lucha contra el terrorismo, corrieron un tupido velo sobre el caso. Patricia, relacionada con un policía que le filtra algunas informaciones habitualmente, se ve involucrada en el “caso Chacal” y se ponen de manifiesto sus problemas personales: soledad, falta de amistades y falta de amor. Una grave crisis de ansiedad pondrá todo esto de manifiesto, encontrando vías de solucionarlo mientras el “caso Chacal” provocará importantes amenazas a su vida y a su carrera como periodista.
Me ha gustado mucho la novela, es entretenida e interesante, los personajes están bien definidos y resultan atractivos e interesantes. La trama, con muchas dosis de realidad, pone los pelos de punta.
FRAGMENTOS:
---El piso de Patricia y una referencia musical que me hizo simpatizar con ella de inmediato:
“Me acababa de trasladar a un loft situado en la cuarta planta de un edificio de la calle Córcega (…). Era un mini apartamento de tres estancias: el salón-comedor-cocina office, la habitación-lavabo-ducha, y un despacho donde se acumulaban libros, carpetas con expedientes de crímenes y criminales, así como con cintas de vídeo y devedés, la lavadora y mi colección de discos de Bruce Springsteen” (p. 15).
---Algunos rasgos que la definen:
“Tras un par de segundos, se fue sin decir una palabra. Si en algún momento el inspector Mumbrú había pensado que él, con su testosterona y la apariencia de tipo duro y perdonavidas, llevaban la batuta de la situación, quedó claro que no era así” (p. 36).
“Entonces lo entendí: no se trataba de renunciar a lo que era, sino de prescindir de lo que no era. En eso consistía poner las cosas en orden” (p. 48).
“Los ojos son el espejo del alma. Lo aprendí de mi padre y no precisamente porque él me lo explicara. A mi me gustaba observarlo, casi a escondidas, y comprobar cómo utilizaba la mirada propia y la del prójimo para validar todo tipo de sentimientos por profundos que fueran. De mi padre aprendí que a los hombres y mujeres les hemos de mirar a los ojos e interrogarlos” (p. 147).
---Un consejo estupendo de su jefe:
“Ten cuidado, Patricia, y recuerda… vista larga, paso firme y mala leche” (p. 96).
---Escena erótica con el de la testosterona, ayssss:
“Noté su corazón palpitar sobre mis pechos mientras su saliva y la mía se mezclaban, con las manos descontroladas buscando desembarazarse de nuestras ropas. Nos amamos, lo hicimos como si se tratase de una despedida, como si quisiéramos dejar constancia de nuestra pasión, de nuestra complicidad. Sudamos juntos nuestro amor y, mientras le notaba dentro de mí y su boca me mordía el cuello y los hombros, brotaron lágrimas de felicidad en mis ojos. Xavier se detuvo, me miró a escasos centímetros. Compartíamos nuestro sexo y el aire que respirábamos. Lamió mis lágrimas, sonrió y me dijo: --Te quiero…” (p. 117).
RECOMENDACIÓN: es una estupenda novela negra, breve pero intensa y emocionante. Dejar un hueco para leerla.