Tuve hijos por curiosidad, razón tan homologable como cualquiera de las razónes que se dan para tenerlos, por saber qué era ser madre. Igual que la curiosidad me condujo a tener amistades, amores, pasiones políticas, a investigar el pasado y otras muchas cosas más, me condujo a ser madre por partida doble. Aunque parezca raro también la curiosidad me llevó a parir con dolor (en el primer parto, el segundo ya dije que nou, nou...), a amamantar a mis hijos cuando no era habitual en una mujer que trabajaba. No tuve ningún instinto maternal ni tampoco sonó mi reloj biológico. Tuve a mis hijos con ganas y confianza en que podía hacerlo mínimamente bien.
Mientras fueron pequeños me dediqué a ellos y renuncié con bastante paciencia (cosa que en mi es rara) a casi todo lo que me gustaba: lectura (se redujo mucho), investigación, relaciones sociales (se redujeron mucho)... Asumí que tenía que hacerlo y no me arrepiento de ello.
Cometí errores, darles a elegir en muchas cosas (mi ginecóloga me dijo una vez que su primer error fue dar a elegir a su hija entre si quería yogurt o petit suisse), tratar de dialogar en demasiados asuntos y, sobre todo, confiar en que si los educaba en algunos válores y comportamientos importantes, los asimilarían y formarían parte de ellos. Traté, no de decir qué tenían que hacer, sino hacerlo yo misma.
Mis hijos están ahora en la juventud, el mayor y en la adolescencia, el segundo. Uno está acabando en la Universidad y el otro empezará 4º de ESO con buenos resultados académicos. Pero, no les gusta leer, ni el teatro, poco el cine, valoran poco el esfuerzo y el trabajo, creen que tienen derecho a que sus padres trabajen y les cubran todos los gastos (no me refiero a los básicos, claro), mantengan limpio y en orden el piso sin su colaboración..., no quiero extenderme más...
Una vez leí que la adolescencia se producía para crear distancia con los hijos, porqué si no fuera así estaríamos demasiado ligados a ellos y no les dejaríamos volar. Sabias palabras, pero falta algo, sí se crea distancia, porque el machaque es duro, pero muchos no echan a volar (mi hijo mayor entre ellos) aunque yo esté convencida de que esa es la única oportunidad para volver a tener una buena relación con él.
Aunque lo creo innecesario diré que quiero mucho a mis hijos y que no me arrepiento de haberlos tenido, aunque también es cierto que nunca he intentado convencer a nadie de las virtudes de la maternidad.
Muy lúcido análisis, Laura. Me ha encantado esto: "mi ginecóloga me dijo una vez que su primer error fue dar a elegir a su hija entre si quería yogurt o petit suisse". Genial, jaja!
ResponderEliminarYo fui educada de forma demasiado estricta, y a la vez pude ver el resultado de educar con demasiada "soltura" al hermano de una amiga y a otro niño menor que yo, y me dije: esto tampoco.
Ayer me contaba una amiga que los perros, pasado un tiempo, no reconocen a los hijos como hijos y les tratan como a cualquier otro perro del vecindario. Sin llegar a esos extremos, sí que creo que pasados unos años, no es bueno mantener la actitud demasiado protectora o excesivamente maternal con los hijos. Es un error muy propio de países latinos, y así no maduran.
Saludos
Gracias Elvira. Mi educación fue relativamente estricta (desde el hoy se consideraría muy estricta), pero tienes razón en que se ha pasado de una educación excesivamente autoritaria a todo lo contrario, una educación caótica en la que todo vale y, sobre todo, priman los deseos del menor.
ResponderEliminarPues el ejemplo de los perros me vale manteniendo el cariño por los
tuyos. La inmadurez y la falta de responsabilidad es bastante penosa en personas en la veintena, y ya no digamos en la treintena...
Saludos.
No tengo hijos Laura pero veo los problemas que comentas en los hijos de mis amigos. Pocas veces, sin embargo veo que, cómo tu, hablen de ellos sin tapujos, sin miedo a que se les malinterprete.
ResponderEliminarTe felicito.
Yo creo que nuestros padres no pretendían ser educadores se limitaban a repetir las pautas con las que les educaron adaptándolas a su tiempo.
A partir de ahí se intentó hacer mejor, aplicar teorías educativas, etc. El problema es que los que las aplican no son educadores. Lo otro era relativamente sencillo de aprender, esto no.
Inventan cuando ya estaba todo inventado.
Qué facil es teorizar, ¿verdad?
Un abrazo
Uno, me gusta la mirada poliédrica, los múltiples puntos de vista... Así que nada de que es fácil teorizar, si todo sobre lo que tenemos una opinión lo tuviéramos que vivir en directo, apenas podríamos hablar de nada.
ResponderEliminarAbrazo.