viernes, 30 de julio de 2010
Cuando es mejor dejar de batallar
El estudio de la historia, y la vida vivida, me han convencido que para lograr, y mantener lo importante, hay que batallar. Hay que luchar a brazo partido y no perderlo de vista porque a lo que te descuidas, el paso del tiempo, la rutina, la tendencia a la comodidad y la relajación, van minando y erosionando afectos, amistades, conquistas sociales, valores universales…, en fin, las cosas importantes.
No entiendo por batallar, pelear o reñir con armas. Aunque no me adscribo cien por cien al pacifismo, no me gustan las peleas ni las riñas y, mucho menos, la violencia.
Entiendo por batallar, porfiar con ciertas dosis de obstinación en mantener y dotar de energía constante esas cosas importantes. Mantener la pasión, las ganas, la vitalidad, la emoción, el sentido de la justicia social, del igualitarismo, de la libertad, grandes palabras, demasiado manidas y gastadas a veces, pero que para mi son la base de la vida tanto en un sentido personal como social.
Pero, a veces, solo a veces, cuando concluyes que es mejor dejar de batallar por alguna de esas cosas importantes, y dejar que el tiempo haga el resto, se siente una especie de tranquilidad y de bienestar…………celestial.
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Muy de acuerdo en todo lo que dices. Creo que también hay que tener en cuenta si pecamos de comodones o de esforzarnos demasiado. Si casi siempre nos hemos pasado en el esfuerzo, el reto es dejar de batallar.
ResponderEliminarSiempre digo que el mensaje a un hijo o alumno que se esfuerza poco es el contrario al que le daría al hijo o alumno que tiende a forzar la máquina en detrimento de su relajación y descanso. Al primero hay que empujarle a que se ponga las pilas, y al segundo a que se relaje y se distraiga.
Me olvidaba: me encanta la foto.
ResponderEliminarEs cierto, muchas veces el reto el dejar de batallar y dar tiempo al tiempo. Pero un defecto mío, ya muy moderado por la edad, es la impaciencia. Otro, ir contra corriente.
ResponderEliminarRespecto a lo de los hijos o alumnos, de acuerdo del todo. Incluso, a veces, me ha preocupado más el alumno autoexigente (la mayoría en realidad son chicas) que el relajado.
Me gustan mucho las fotos de cielos, jajajaja