lunes, 28 de junio de 2021
Eduardo Halfon, Biblioteca bizarra
viernes, 18 de junio de 2021
John Connolly, Todo lo que muere
Es mi segunda novela de la serie Charlie Parker. Empecé mal porque leí la octava novela, Los hombres de la guadaña, de la serie (formada por veinte novelas) cuando tenía esta que es la primera de la serie. Cierto que no tenía idea de la existencia de la serie.
martes, 8 de junio de 2021
Charlotte Delbo, Ninguno de nosotros volverá
«O partir todas juntas o quedarse todas juntas. Cada una había aprendido a golpe de dura experiencia que el individuo aislado se encuentra indefenso, que es imposible sobrevivir sin las demás. Las demás son las de tu grupo, las que te sostienen o cargan contigo cuando ya no puedes caminar, las que te ayudan a aguantar cuando ya no te quedan ni fuerzas ni valor» (p. 263).
viernes, 28 de mayo de 2021
Dubravka Ugrešić, No hay nadie en casa
«Vivimos en tiempos que nos obligan a comportarnos como si viviéramos en el paraíso. Evidentemente, el mundo en el que vivimos no es un paraíso. Este libro va en contra de las reglas de la buena conducta: gruñe».
martes, 18 de mayo de 2021
Fernando Fernán-Gómez, El Tiempo amarillo. Memorias 1921-1943.
sábado, 8 de mayo de 2021
John Connolly, Los hombres de la guadaña
miércoles, 28 de abril de 2021
David Grossman, La sonrisa del cordero
« (…) Darío, el que me enseñó que la maldad tiene mil rostros y profusión de mentiras, de imágenes y perfumes, pero que no hay error en el contacto con la bondad» (p. 67).
domingo, 18 de abril de 2021
Agustín Comotto, 155 Simón Radowitzky
Es excepcional que lea cómics (o novelas gráficas, no sé cuál es la denominación más correcta), pese a haber leídos muchos tebeos de niña. Los comics eran «de chicos», el propio Agustín Comotto me explicó que cuando empezó a dibujar quienes hacían comics miraban con malos ojos a los dibujantes (aplastante mayoría) que hacían comics que no eran tan masculinos como marcaba la norma. Sé que hoy hay más mujeres dibujantas, pero me temo que salvo excepciones he perdido ese «tren».
He leído este 155 Simón Radowitzky por varios motivos: primero porque conozco a
Agustín (pronto hará un año), segundo porque Radowitzky era anarquista (además aparece en la historia otro amigo
anarquista, Octavio Alberola). Motivos personales, por tanto, me han aproximado
a un género que no me llama la atención.
Los dibujos de Agustín Comotto me han
parecido una maravilla, en blanco y negro con la aparición del rojo en momentos
determinados para resaltar algo concreto. Unos dibujos con una fuerza expresiva
tremenda, unos dibujos que emocionan, contagian el miedo, la fuerza, la
decisión, la resistencia especialmente.
La historia, producto de una
investigación exhaustiva que llevó a cabo Agustín en varios países y archivos
revela a un hombre, Simón Radowitzky, con una capacidad del lucha y resistencia
impresionante. Nacido en un pueblo cercano a Kiev (Ucrania), judío, ateo,
anarquista desde la adolescencia que siempre trato de vivir siendo consecuente
con su ideal, sobrevivió a un pogromo siendo niño, perdió la infancia al
empezar a trabajar a los 13 años, emigró para escapar de la represión, llegó a
Argentina y pronto acabó en la prisión de Ushuaia durante 22 años. Fue un acto
de resistencia enorme lo que le llevó a resistir una cárcel durísima donde fue
sistemáticamente torturado.
Hay mucho más en su historia que podéis
descubrir leyendo este magnífico cómic con el que me he emocionado y he conocido
un anarquista del que apenas sabía nada.