La autora se invisibiliza casi totalmente en este libro, de hecho, no escribe ni una introducción, solo dos breves citas que hacen alusión a la muerte de niños y niñas. Alexiévich deja todo el protagonismo a los «últimos testigos», a aquellos que que fueron niños y niñas durante la II Guerra Mundial en la URSS.
Y el libro recoge decenas y decenas de testimonios estremecedores que nos hablan de una infancia devastada por las muertes que se suceden a su alrededor, entre ellas las de su familia más próxima. La mayoría de estos niños y niñas quedaron huérfanos y fueron llevados a orfelinatos en los que no recibían ni una pizca de cariño en un momento de guerra terrible.
Los testimonios desgranan con aparente naturalidad el hambre sufrida (comen tierra, corteza de árboles, cualquier cosa que les calme esa hambre que todo lo domina), el frío, la suciedad y, sobre todo el miedo constante a que llegaran más muertes, incluso la suya propia. La devastación de que fueron objeto sus viviendas, sus aldeas, su país entero va emergiendo aquí y allí.
¿Cómo se puede afrontar el resto de la vida una experiencia tan traumática? Aunque todos y todas lograron tener una profesión y llevar una vida normalizada, el trauma está presente y emerge a la superficie cuando empiezan a contar sus recuerdos. Mucho de lo que cuenta la autora sigue dándose allí donde hay guerras, acordarnos de los niños y niñas ucranianas es inevitable. O de la Guerra Civil española que también provocó el sufrimiento y muerte de muchos niños y niñas (algún libro hay al respecto como el que está en esta misma foto en la parte de arriba).
Alexiévich se ha convertido en la preservadora de la memoria y con ella ha desvelado el sufrimiento que es capaz de soportar el ser humano, incluso a temprana edad.
Y sin embargo, sigue la destrucción y la muerte como si tal cosa, no hemos aprendido nada
ResponderEliminarMe hago esa pregunta muchas veces. ¿Cómo lograron seguir viviendo? Supongo que nos aferramos a la vida, sea como sea, pero tuvo que ser tan duro. Y se sigue repitiendo. Y se repetirá, porque el ser humano es así. Porque no aprendemos. O no queremos aprender.
ResponderEliminarBesotes!!!
Comparto los dos comentarios anteriores.
ResponderEliminarBesos.
Estoy leyendo "El fin del Homo sovieiticus" y a veces los testimonios son tan extraordinarios y que uno ya no sabe que hay de verdadero o reconstruido por la autora en ellos. Son libros abrumadores que hay que tomar en pequeñas dosis porque te arrastran.
ResponderEliminarUn abrazo