sábado, 16 de marzo de 2013

ESTUPOR, TEMBLORES, MERLUZA Y ART PEPPER

 Karrah Kobus

Igual que es preciso el estupor para que una mariposa de colores se acerque lentamente y aletee su arco iris a unos milímetros de mi retina, no es fácil experimentar esa sensación ante una novela (lo de los temblores lo dejo al margen), y la de A. Nothomb, pese a su éxito, no me ha provocado admiración ni asombro. Pensando en añadir algo de interés que impidiera que, los que os arriesgáis en los largos textos de lectura de los fines de semana, os aburrierais, saqué de mi cajón de sastre una de mis frivolidades culinarias y un tema que, igual que la mariposa antes, me lleve (y con suerte os lleve conmigo) por encima del arco iris… 




AMÈLIE NOTHOMB, Estupor y temblores
La novela la compré por una sugerencia. Basada en las propias experiencias de la autora, tiene 143 páginas y su título lo explica Nothomb cuando dice:

El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con “estupor y temblores”. Siempre me ha encantado esta fórmula, que se corresponde perfectamente con la interpretación de los actores en las películas de samuráis, cuando se dirigen a su superior con la voz traumatizada por un respeto sobrehumano (pp. 131-132).


Amèlie Nothomb nació en Kobe (Japón) en 1967. Proviene de una familia belga, país en el que reside actualmente, aunque pasó su infancia y adolescencia en Extremo oriente, principalmente en China y Japón, donde su padre fue embajador. Ha escrito numerosas novelas: Higiene del asesino, Metafísica de los tubos, El sabotaje amoroso, Cosmética del enemigo, Diccionario de nombre propios y otras muchas, pero es conocida, sobre todo, por el gran éxito de Estupor y temblores.



La novela cuenta la historia de una joven belga, llamada Amélie, que empieza a trabajar en una gran compañía japonesa, Yumimoto, y las peripecias que le suceden en un proceso de degradación y de humillaciones con tono de humor ácido. Una especie de descenso a los infiernos que le permite, a la autora, describir la mezcla de tradición y modernidad del mundo laboral japonés (descubrí algo muy importante: que en Japón la existencia es la empresa, p. 124), la sumisión al sistema jerárquico y humillante del mundo laboral (era un nipón entre miles, a la vez esclavo y torpe verdugo de un sistema que sin duda no le gustaba pero que nunca denigraría, por debilidad y por falta de imaginación p. 133) el trato y la concepción de la mujer nipona (tremenda la descripción que realiza entre las páginas 71 y 79) o la rutina y la vacuidad de la vida de la mayoría de la población japonesa:


 ¿Y, fuera de la empresa, qué les esperaba a aquellos contables de cerebro lavado por los números? La cerveza obligatoria con colegas tan trepanados como ellos, horas de metro abarrotado, una esposa que ya duerme, el sueño que te aspira como el desagüe de un lavabo que se vacía, las escasas vacaciones en las que nadie sabe qué hacer: nada que merezca el nombre de vida (p. 125). 

Me llamó la atención una afirmación de Le Monde que decía que “ha conseguido el prodigio de gustar al mayor número de lectores”. Pese a que le reconozco algunas virtudes: su hilarante descripción de la sociedad nipona, su lucidez a la hora de la crítica, su habilidad para la caricatura y su crueldad al describir la jerarquía profesional, me ha interesado poco y me ha dejado más bien fría. Soy, por tanto, integrante de la minoría a la que no le ha acabado de gustar la novela. 


FRIVOLIDADES CULINARIAS. Merluza en salsa verde. 
En mi casa no suele gustar el pescado, así que me animé a buscar alguna manera de hacer la merluza que no fuera el socorrido rebozado con harina y huevo. Esta receta funcionó y se ha convertido en un clásico. Además se hace bastante rápido y es fácil de elaborar.



La base es una merluza de palangre que limpian en la pescadería, le quitan la raspa central y la cortan por la mitad a lo largo y luego en trozos.
En una cazuela ponemos un poco de aceite y cortamos un ajo en trocitos pequeños, cuando empieza a dorarse incorporamos una cucharilla de harina y revolvemos hasta que se diluye. Incorporamos un cacito de caldo de pescado (si no tenemos hecho, lo hacemos con agua y la mitad de una pastilla de caldo concentrado de pescado) y ponemos la merluza previamente salada (poca sal), gambas y almejas (si no se dispone de almejas, sin ellas no pasa nada). Se pone a fuego suave y se mueve de vez en cuando para evitar que se pegue, a media cocción (unos 15 minutos), añadimos guisantes de lata, espárragos, un huevo duro y espolvoreamos con perejil picado. Dejamos hacer otros 15 minutos y listo. Las referencias de tiempo son aproximadas, yo siempre lo hago a ojo, al final probar por si hace falta sal y corregir.

Excepto la portada del libro y la frivolidad culinaria que son de Laura Uve, el resto de imágenes están tomadas de google.

miércoles, 13 de marzo de 2013

SEARCHING FOR SUGAR MAN de Malik Bendjelloul (2012)



Rara vez me adentro, en este espacio, en el comentario de una película, mis opiniones sobre el cine que veo las dejo para el lateral. No sé de cine, simplemente soy una vulgar peliculera. Pero siempre hay algunas películas que me impulsan a arriesgarme y a escribir sobre ellas en este pasillo central. Es el caso de este documental que es como un capullo de seda que va creciendo con delicados hilos de seda y va construyendo un misterio bien guardado que, de pronto, emerge con toda su fuerza y, a la vez, con la ligereza de una bella mariposa de colores.











Supe de este documental por el blog de David Amorós. Tras leer su entrada
ya me quedé enganchada con la música de Rodríguez, pero ver el documental me ha dejado enganchada al cantante, a su persona. Acabe la película a punto de llorar de emoción, no lo hice porque lo que acababa de ver en la pantalla son emociones puras, auténticas, jamás melodramáticas. No se busca la fibra sensible del espectador. Emociona saber de la existencia de personas tan íntegras, tan capaces de vivir la vida a su medida y a la medida de su clase social, siendo un referente para quienes le rodean (hijas, compañeros de trabajo, productores musicales…). Emociona ver el valor del trabajo bien hecho sea en el campo que sea y la dignidad de ser eso, un trabajador, de la música o de la construcción. Emociona la sencillez con la que asimila los contratiempos, pero  también la suerte y la fortuna, sin cambiar su manera de ser y de vivir la vida.

I'll Slip Away.

  

Su música es magnífica, sus canciones poseen unas melodías conmovedoras y sus letras tienen un contenido político y comprometido con su comunidad (trabajadores/as pobres de Detroit, muchos de ell@s inmigrantes como el mismo o población negra). No sorprende, pese a lo difícil que resulta de explicar, que se convirtieran en la banda sonora de miles de personas en la Sudáfrica del apartheid.

Crucify your mind.

  

 El documental está muy bien hecho, descubre la figura de Rodríguez, su bella música y el paralelismo entre el duro y frío Detroit donde vive Rodríguez y la calidez de El Cabo, con unas puestas de sol y unas imágenes del mar absolutamente bellísimas.
No dejéis de ver el documental, escuchar su música y llenaros de la fuerza, para vivir, disfrutar y luchar, que desprende Sixto Rodríguez.

Imágenes y vídeos: google.

sábado, 9 de marzo de 2013

JAZZ, POESÍA, PALABRA… JOAN MARGARIT.

 El viernes pasado, 1 de marzo, asistí a un espectáculo llamado Paraula de Jazz para el que tenía entrada hacía muchos días. La sala es especial, una cava en la Plaza Real de Barcelona que funciona como club de jazz hace 53 años.









El espectáculo es sencillo, Perico Sambeat Trio (además de Sambeat al saxo alto, Rai Ferrer al contrabajo y Xavier Monge al piano) tocan su jazz en función de las necesidades estéticas de la lectura de los poemas. Estos tienen que ver con el jazz, con las vivencias personales de los poetas y, en definitiva, con la vida. No se me ocurre mejor manera de celebrar la vida que compendiar mi música favorita con la poesía y, en concreto, con un poeta al que admiro profundamente, Joan Margarit.


Tengo que confesar que no conocía a Pere Rovira y que me dejó encandilada. Ambos destilaban su poesía con pasión, verdad y belleza. Margarit tienen una fuerza extraordinaria en su poesía y en su manera de comunicarla.

Joan Margarit i Consarnau, nacido en Sanaüja (Lleida) en 1938, es poeta, arquitecto y catedrático jubilado de la Universidad Politécnica de Cataluña en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. 

Aprovecho la circunstancia de este Paraula de Jazz para comentar algunos de sus libros de poemas. 



JOAN MARGARIT, Misteriosamente feliz. 

El libro, en una edición bilingüe muy cuidada, tiene 177 páginas incluyendo las dedicatorias y 70 poemas que giran en torno a los caminos misteriosos e insospechados a través de los que se puede llegar a la felicidad, ese estado de ánimo que tanto deseamos y buscamos. Se define como poeta bilingüe en castellano y catalán. Desdeña las corrientes poéticas y considera que, fuera de la poesía, el hombre se encuentra a la intemperie, valorando al poeta como "el ser más realista, el más pragmático, porque bebe de la realidad. Lo que no es pragmático es la economía". 

Margarit en el poema Orden, escrito in memoriam de Ángel González, dice de este poeta: 
Así es para mí tu poesía:
un lugar limpio, bien iluminado. 

Me parece que su poesía comparte con González esa limpieza e iluminación que la hace real, clara y llena de emoción. 


Albert Watson, Nathalie.


  ¿Qué me dices?

 Con el amor y el sexo sólo hiciste
 lo único que un hombre sabe hacer:
 del mero amanecer, deducir paraísos.
 Humedad de vagina es cuanto un hombre
 alcanza a conocer del paraíso.
 El amor es también mi indiferencia.
 La salida del sol
 y el mar con su mosaico de oro y sangre
 no anuncian nunca nada.
 Dentro de ti, si alguna cosa canta
 jugando al corro oscuro de la muerte,
 son tus fracasos infantiles: Sol,
 solet, vine’m a veure que tinc fred. 



Albert Watson

El sentido último

 Hay niebla y es de noche. Desde el insomnio veo
 toda la oscuridad que está esperándome
 posada como un ave sobre lo que perdí.
 He abierto la ventana. Se disipa la niebla.
 No podría olvidar todo lo que te debo:
 el último sentido de la palabra amor.
 Brutal de tan exacto, el cielo de la noche. 


JOAN MARGARIT, Joana.

Joana, hija de Joan Margarit, murió a los treinta años. Este es el prólogo del estremecedor libro de poemas que le dedica su padre:


De lo que siento acerca del mañana, lo más parecido a una certeza es que Joana y yo no volveremos a vernos. Cuán distinta sería la vida si la muerte fuese a esperar muchos millones de años para podernos encontrar de nuevo, aunque fuese tan sólo durante unos breves instantes. Pero el abismo que nos separa es el abismo del nunca más. Los treinta años que hemos vivido juntos son ahora el único contrapeso y mi tesoro. Fue desde muy temprano una persona muy especial: por una parte –a causa de sus minusvalías, que le dejaban el amor como única herramienta para sobrevivir- era incapaz de rencor, de orgullo, de cualquiera de las más ínfimas señales de la maldad. Por otra parte, la pasión por la vida y su sensibilidad le permitían entender y utilizar todas las conexiones sentimentales con las personas. Ser su padre ha significado estar siempre junto a lo más delicado y bondadoso que puede ofrecer la vida. Esto no quiere decir que haya sido un tiempo sin dificultades, sufrimiento y ráfagas de desesperación, sobre todo hasta que la salud encontró el punto de equilibrio necesario dentro de sus déficits. No hay nada comparable a poder cuidar de una persona a la que se ama, pero es difícil encontrar a alguien como Joana con quien establecer unas relaciones a la vez de alegría y una ternura tan profundas que, al cabo de los años, ya no se sepa quién cuida a quién. El sentimiento que ahora me domina es el desamparo. 

 El mundo sin Joana se parece al que vivimos juntos, pero no es el mismo. Unas mínimas diferencias me ponen de manifiesto que las personas, los lugares, las cosas, no son las familiares. Me enfrento, pues, al terror más puro, cuando las cosas cotidianas no se reconocen y se vuelven amenazadoras. Por eso a veces lloramos, Mariona y yo, perdidos en el extraño paraje en el que nos ha abandonado la muerte de nuestra hija. El cuervo de Poe ya no dejará de repetir dentro de mí su eco Nevermore.

 A Joana le gustaba escucharme recitar sus poemas, los que durante estos años fui escribiendo para hablar de ella. Ahora le ofrezco este libro, que es, también, suyo, pero que nunca me oirá recitar. Son los poemas escritos durante sus ocho últimos meses. Necesito cerrar este tiempo para volver a encontrar, si es posible, la Joana de antes. Mientras se iba muriendo nos decía: Soy feliz. Y desde la muerte continúa haciéndonos sentir su consuelo. 
 Sant Just Desvern, septiembre del 2001 



JOAN MARGARIT, Casa de Misericòrdia

Dice el poeta, en el Epílogo de esta obra, que es muy importante la identificación de la poesía con la vida y la posibilidad de que la poesía sea tan solo una cuestión de intensidad. La intensidad se puede relacionar con el sentimiento y allí donde hay intensidad, puede haber poesía y por ello ésta tiene que ser exacta y concisa. Intensidad quiere decir, según Margarit, concentración. Por supuesto, esto no quiere decir que se excluya que el poema se entienda.
El título de este libro de 91 páginas es el del título de uno de los poemas que contiene y que el autor comenzó a concebir mientras visitaba una exposición sobre la Casa de Misericordia, donde se podían ver fotografías y documentos ligados a la historia de esta institución. Ante esta exposición el autor se puso a pensar en la dureza que puede llegar a alcanzar la vida de las personas y en los pocos recursos que tenemos para hacer frente a toda clase de pérdidas y fracasos.


Albert Watson

  L’equip de l’assassí

 Entre els desastres apilats como sacs,
 la vida m’ha deixat el teu amor.
 Tant se val el silenci de la nit,
 el cotxe negre que ha apagat els fars
 i el saxo que se sent, fluix, a la ràdio.
 El que ha de ser impecable és el dispar:
 perillós i certer. Com tu en la meva vida.

No creo que haga falta que reitere mi admiración por Joan Margarit y mi recomendación de su lectura. Disfruté mucho viéndolo a dos escasos metros puesto que estaba en la primera fila. La primera foto del Jamboree no es mía puesto que aparece mi cabeza, de cabello moreno y corto, en ella. Es una foto que he tomado del facebook del propio club de jazz. Buscando ilustrar la belleza con belleza me ha parecido que las fotos de Albert Watson acompañaban perfectamente los poemas elegidos.

Las fotos de A. Watson están tomadas de google. 

viernes, 8 de marzo de 2013

OCHO DE MARZO

MANIFIESTO  UNIPERSONAL
Soy mujer y me siento feliz 
de serlo...
Que mi sexo, y el género que la sociedad y la cultura me adjudican, no sea un límite...

CASEY BAUGH
Mujer…
alfabeto que abarca fugazmente el destino,
viaje que dibuja rutas a la deriva,
miradas perdidas en el tacto,
laberinto con itinerario rebelde de emociones,
retazos del espejismo de tu cuerpo,
risas que reconstruyen el dolor y lo amortiguan,
paréntesis que supera las dudas del futuro.

Ordena los renglones,
busca, en los puntos suspensivos, el por-venir.

Texto: Laura Uve

Otra manera de decirlo: VIRGINIE DESPENTES

Fotografía tomada de google.

martes, 5 de marzo de 2013

TERNURA QUE ME DESPIERTA EL HOMBRE...

 Anka Zhuravleva

La ternura que me despierta el hombre que piensa, que toma decisiones, que 

duda, el hombre que se arriesga a expresarlo públicamente; frente a mi 

indiferencia por el obediente, el correcto, el coherente, el que no busca ni 

buscó ni se mira ni se enfrenta. La ternura por el que decide amar, el que es 

capaz aún, por el hombre que se sienta a dialogar hondamente, que conoce la 

belleza y su sacudida, el que recuerda, decide recordar y el que enuncia, el 

hombre capaz de asumirse desnudo y a los gritos en medio de la calle y 

decirlo en voz alta. El hombre sucio, que suda, tiembla, se enoja, el que se 

desespera, el que todavía sufre desengaños, el que se conmueve, el que 

siente compasión y siente rabia, el generoso, el que se entrega en cueros 

transido de pudor a la muerte en el instante sexual, como entonces nosotros.

CRISTINA FALLARÁS, Últimos días en el Puesto del Este, p. 88.

Buscando la música de este texto, pensé que esté tema hacía un maridaje perfecto.   


BEN WEBSTER, Sophiscated Lady



Imagen y vídeo tomados de google.

sábado, 2 de marzo de 2013

Amor límite y asediado. CRISTINA FALLARÁS, Últimos días en el Puesto del Este.

En la librería Negra y Criminal, Pedro Zarraluki y Willy Uribe, presentaron el libro de Cristina Fallarás. 



No conocía a la autora y fui a la librería buscando otra novela y con la idea de compartir ese ambiente de los sábados con el vaso de tinto, las patatas chips y los mejillones. 

Tras escuchar la presentación del libro, mi interés por leerlo se disparó. Cuando lo compré y fui a que la autora me lo firmara, le comenté que me recordaba, por lo escuchado, a La carretera de Cormac McCarthy. Me dijo que sí, y que La carretera la leyó tras escribir la suya.

Últimos días en el Puesto del Este tiene 100 páginas, se trata de una novela breve. Su título hace referencia al espacio en el que se encuentran sitiados por una amenaza exterior, poco definida, un pequeño grupo de personas entre los que se encuentra una mujer que relata los últimos días en ese Puesto del Este.

Cristina Fallarás (Zaragoza, 1868) es periodista y escritora. 

El tema no es nuevo, el asedio de un grupo de personas por una amenaza exterior indefinida: gritos en la noche, uñas y ladridos de perros, sacrificios de quienes se han arriesgado a salir fuera, o la propia barbarie que se va instalando entre los asediados. Una mujer, la Polaca, vive en ese asedio y relata sus últimas diez noches mientras construye un relato de amor límite. La novela está escrita desde la poesía más dramática, la de una existencia al límite de las fuerzas que intenta batallar anclada en sus hijos (León y la pequeña) y en los recuerdos de la vida anterior al asedio.

Un FRAGMENTO hermoso, entre los muchos que hay, en tan exigua novela:


Sé que recuerdas mi ombligo, los huesos de las rodillas, el empeine. Sé que estás vivo y allá donde estés recuerdas el once de mi nuca, que aún sientes aquel hormigueo al pensar en mis pies, un pecado rojo puta en cada uña, mi pie entrando en tu boca, dios, ocupándola entera, arrancando el gemido bronco de mi centro vertido, derribada frente a tu larga figura en alto, una sacudida lumbar, el arco de la espalda subiendo hasta la línea de tu deseo, un deseo de sangre, tus labios feroces, tus dedos abriéndose paso, un enganche para alzar mi grito, una inyección de vida (p. 19). 

Una interesante novela.

sábado, 23 de febrero de 2013

ALESSANDRO BARICCO, Seda. Mr Gwyn.
























En menos de dos meses he leído estas dos obras de Baricco por un cúmulo de circunstancias que encajan con el argumento que siempre defiendo de que los libros me llaman a mi, deciden cuando es el momento de ser leídos, y no al contrario.


Seda hace tiempo que lo había comprado y no recuerdo el motivo. Leí positivamente de Mr Gwyn y decidí leer primero Seda aprovechando uno de los viajes que hago en  tren ya que por su ligereza era adecuado. Me vino bien para descansar del extenso libro que estaba acabando, 2666, de Roberto Bolaño. Lo leí en poco más de un día. Un mes y medio después he leído  Mr Gwyn  en cuatro días. Seda tiene 125 páginas y su título puede responder, tanto al oficio de su protagonista, Hervé Joncour, comerciante de huevos de gusanos de seda, como a las referencias más sutiles a las túnicas de seda de una bella mujer, cuyos ojos “no tenían sesgo oriental”, pero sólo hablaba japonés. 

Mr Gwyn tiene 178 páginas y su título es el nombre de su protagonista, un escritor que decide dejar de escribir. Oportunamente, tiene como trasfondo Londres, ciudad en la que he estado a principios de este mes de febrero.




Alessandro Baricco nació en Turín en 1958, es novelista, dramaturgo y periodista. No se conoce mucho de su persona puesto que detesta conceder entrevistas.

Seda es una historia de amor, una extraordinaria historia de amor, pero también una historia de dolor y de deseos insatisfechos. Todo ello descrito con un ritmo narrativo pausado, sutil y con destellos de un erotismo suavísimo como la seda más refinada:


Una vez había tenido entre los dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener entre los dedos la nada.

Por otro lado, con breves pinceladas describe la última etapa de un Japón completamente aislado del mundo y de la imposición, a través de la guerra, de su apertura al comercio internacional. Ese momento, década de los sesenta del siglo XIX, es el inicio del Japón Meijí y de una apertura hacia occidente para evitar un proceso colonizador que amenazaba al país. Baricco retrata ese momento de tránsito de una sociedad tradicional y aislada a una sociedad occidentalizada, que preservará elementos tradicionales hasta la actualidad, a través del enigmático personaje de Hara Kei, dueño y señor de la enigmática joven de la que queda prendado Hervé Joncour. 

Destaca en la historia la larga carta de una mujer enamorada, una de las claves más interesantes de la novela. Un fragmento como muestra:


(…) porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón tú serás mío para siempre, si no me crees abre los ojos, amado señor mío, y mírame, soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, dejas que me deslice sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mi moviéndote lentamente, tus manos en mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos (…) p. 112 

Una historia que va más allá de la ternura y el erotismo y que destaca por su belleza y sensualidad. Hay también propuesta cinematográfica. 




Mr Gwyn es un escritor que vive en Londres y decide dejar de escribir. Buscando una alternativa decide hacerse copista y determina que la mejor manera será hacer retratos escritos. Para ello inventa un método peculiar que le inspire y le permita encontrar la esencia de la persona retratada. Cuenta con la colaboración de una mujer joven, Rebecca, a la que hará su primer retrato.
Estamos ante una historia de amor, un canto a la vida y una manera, creíblemente increíble, de ver la vida.
La primera parte del libro me andaba aburriendo hasta que todo empieza a encajar y cobra un interés, para mí, extraordinario. Me creo la historia porque enlaza conmigo misma de una manera extraña e inquietante. Un fragmento:

Tardó tiempo en acostumbrarse a la idea de que las cosas eran así, y en encontrar de nuevo la limpidez de un deseo necesario. Tuvo que retroceder para recordar la pureza de lo que andaba buscando, y la limpieza que había llegado a desear, en el corazón de su propio talento. Lo hizo con calma, dejando que remontara por sí misma la alegría que conocía –las ganas. Luego, gradualmente, se puso manos a la obra (p. 133-134).

Interesante escritor.


La imagen del autor y el vídeo han sido tomados de google.

sábado, 16 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666 (3)

La parte de los crímenes

Bolaño cambia de nuevo de estilo narrativo, sus metáforas se retraen y aparece un ritmo de informe policial, un lenguaje seco, forense. Se permite pocos momentos de poesía y apenas humor. Son 350 páginas de hallazgos de cadáveres, entrelazados con algunas historias intermitentes y teorías sobre los crímenes de Ciudad Juárez y su trasfondo violento, impune, miserable, machista, terrorífico. Bolaño busca desbordar al lector, indignarlo, llevarlo al límite del asco mediante la variación y repetición de los asesinatos.


El horror va más allá de los asesinatos de mujeres, son los abusos policiales, las vejaciones y la violencia de las cárceles, por no hablar de las duras condiciones de trabajo de las maquiladoras o los despidos por querer formar un sindicato.


En septiembre casi no hubo asesinatos de mujeres. Hubo peleas. Hubo tráfico y detenciones. Hubo fiestas y trasnochadas calientes. Hubo camiones cargados de cocaína que cruzaron el desierto. Hubo avionetas Cesna que volaron a ras del desierto como espíritus de indios católicos dispuestos a degollar a todo el mundo. Hubo conversaciones de oreja a oreja y risas y narcocorridos de fondo. El último día de septiembre, sin embargo, encontraron los cadáveres de dos mujeres por el rumbo de Pueblo Azul (p. 649).

Bolaño escribe, sin duda, sobre la banalización del mal de Hannah Arendt, como cuando le dedica un espacio a los chistes machistas (al extremo de incorporar la violación en la risa) de los policías que investigan los crímenes contra las mujeres. ¿Hasta qué punto el machismo cotidiano no alimenta la justificación de que las mujeres son todas santas o putas (la mayoría lo último) y objetos al servicio del hombre? Convertidas en objetos deshumanizados, su violación, tortura y asesinato, se convierten en algo aceptable, poco relevante y poco digno de atención policial y política.

Algo de la opinión de Bolaño sobre los hombres se refleja en este fragmento aparentemente inocente:


Yo platiqué un rato con ellos (sobre cosas sin interés, las cosas que uno habla y escucha en un lugar así y que podría decirse que son cosas de hombres: coches nuevos, dvd, compact disc de canciones rancheras, Paulina Rubio, narcocorridos, la negra esta cuyo nombre no recuerdo, ¿Whitney Huston?, no, ésa no, ¿Lana Jones?, tampoco, una negra que ahora no me acuerdo cómo se llama)… (p. 728).

La descripción de las heridas en los cadáveres es insistente y señalan crueldad, cobardía, miseria, mujeres violadas tiradas en los basureros o en el desierto como si fueran despojos. Bolaño les otorga entidad, individualidad, las rescata de la cosificación para retornarles su esencia de personas, con sus profesiones, su ropa, su edad, su familia, etc. Son personas, asesinadas, con todo el horror que suponen esos asesinatos terribles. Lo mismo ocurre con el espacio geográfico, Santa Teresa, un agujero negro, donde suceden crímenes horribles sin que cambie el ritmo de la vida urbana.

El tema del femicidio por parte de Bolaño tiene que ver, en parte, con la amistad entre el novelista y el periodista mexicano Sergio González Rodríguez. González Rodríguez hace su entrada en 2666 en la página 470 como personaje: Por aquellos días el periódico La Razón, del DF, envió a Sergio González a hacer un reportaje sobre el Penitente (…) En Santa Teresa, además del famoso Penitente, se cometían crímenes contra mujeres, la mayoría de los cuales quedaba sin aclarar (p.474). El periodista se convirtió en amigo de Bolaño antes de la muerte de éste, compartiendo información sobre los asesinatos de Ciudad Juárez por correo electrónico. En 2002, un año antes de la publicación de 2666, un libro de no ficción de González Rodríguez se publicó bajo el nombre de Huesos en el desierto.

La parte de Archimboldi 

La prosa de Bolaño vuelve en esta última parte a su ironía habitual y a las múltiples digresiones. En esta parte se centra en la biografía de Hans Reiter: niño-alga adorador de la fauna y flora submarinas y su transformación en el esquivo escritor Benno von Archimboldi que irá desarrollándose lentamente como persona y como escritor durante la Segunda Guerra Mundial. El nexo con Santa Teresa llega con Klaus Haas, el principal sospechoso de los asesinatos, que resulta ser sobrino de Archimboldi y el último reto al que deberá enfrentarse el escritor: un encuentro que se proyecta hacia el futuro.

La digresión, como decía, vuelve a ser la estrategia para multiplicar los derroteros del relato. Se van intercalando diversos temas como las hazañas de guerra o una noche de sexo en el castillo del conde Drácula. Especial importancia tienen las lecturas iniciáticas de Reiter: primero un libro de divulgación sobre animales y plantas del litoral europeo; luego la gran literatura, cuando un amigo pone en sus manos el Parsifal de Wolfram von Eschenbach o más tarde, durante la guerra, el diario de un judío ruso: Boris 
Ansky. 

Un tema frecuente en su narrativa es el nazismo, del que era un erudito, aprovechando este conocimiento en su creación literaria. En esta parte se explica cómo conmueve al soldado Hans Reiter la historia que le cuenta un tal Sammer en el campamento de prisioneros donde cae Reiter al finalizar la guerra. 


JOHN HEARTFIELD, Guerra y cadáveres. La última esperanza de los ricos (abril 1932)

La historia de Sammer involucra el exterminio de los judíos a través de una persona que se tiene por bondadosa, pero que tiene que obedecer órdenes sin más consideraciones morales. Un perfecto ejemplo de la banalización del mal que tan bien ilustró Hannah Arendt:


Fui un administrador justo. Hice cosas buenas, guiado por mi carácter, y cosas malas, obligado por el azar de la guerra (p. 959). 

La posguerra es la época en que Reiter vive en pareja y en la que inicia su carrera como escritor, volviendo las consideraciones sobre la literatura como en La parte de los críticos


Me dirá usted que la literatura no consiste únicamente en obras maestras sino que está poblada de obras, así llamadas, menores. Yo también creía eso. La literatura es un vasto bosque y las obras maestras son los lagos, los árboles inmensos o extrañísimos, las elocuentes flores preciosas o las escondidas grutas, pero un bosque también está compuesto por árboles comunes y corrientes, por yerbazales, por charcos, por plantas parásitas, por hongos y por florecillas silvestres. Me equivocaba [...]. Toda obra menor tiene un autor secreto y todo autor secreto es, por definición, un escritor de obras maestras… (p. 982-983). 

Y entre todo esto, la vida, la muerte y los motivos por los que Archimboldi, de casi ochenta años de edad, decide viajar a Santa Teresa.

Con esta tercera entrada termino el comentario de 2666. Soy consciente de que me he alargado en exceso, pero la lectura de esta obra me ha absorbido e interesado lo suficiente como para hacerlo. 
Pese a algunos defectos, entre los que destacaría el alargar en exceso algunos episodios, me parece una gran obra que merece ser leída con dedicación y atención.

Las cruces rosas de Ciudad Juarez y la portada de Parsifal tomadas de google.
La obra de JOHN HEARTFIELD fotografiada por Laura Uve en la Tate Modern de Londres.

sábado, 9 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666 (2)

La parte de Amalfitano 

Está protagonizada por un profesor universitario chileno cuya cordura naufraga poco a poco en el ambiente azaroso y negativo de Santa Teresa. Marcel Duchamp inventó como regalo de bodas para su hermana un ready-made homenajeado en esta mini-novela: un libro de geometría colgado de un hilo en el patio para que el viento y la intemperie “le enseñen un par de cosas sobre la vida real”. El momento en que Amalfitano reproduce este gesto en su tendedero se convierte en símbolo y declaración de intenciones, en admisión de la derrota de la racionalidad ante el horror. Su hija Rosa le pregunta varias veces sobre su cordura mientras Amalfitano se reafirma en ella pese a dialogar con voces en diversas ocasiones. 

El inicio está marcado por una digresión, recurso que Bolaño utiliza con cierta frecuencia en esta novela, sobre el “poeta loco de Mondragón” (obvio espejo de Leopoldo María Panero). Estos relatos que interrumpen y se entremezcla con la trama principal, impulsan la novela hacia adelante incorporando historias secundarias muy interesantes.

FRAGMENTOS:


 Estas ideas o estas sensaciones o estos desvaríos, por otra parte, tenían su lado satisfactorio. Convertía el dolor de los otros en la memoria de uno. Convertía el dolor, que es largo y natural y que siempre vence, en memoria particular, que es humana y breve y que siempre se escabulle. Convertía un relato bárbaro de injusticias y abusos, un ulular incoherente sin principio ni fin, en una historia bien estructurada en donde siempre cabía la posibilidad de suicidarse. Convertía la fuga en libertad, incluso si la libertad sólo servía para seguir huyendo. Convertía el caos en orden, aunque fuera al precio de lo que comúnmente se conoce como cordura (p. 244). 

 En algún momento de la cena Amalfitano creyó notar un cruce de miradas más bien turbio entre el rector y su mujer. En los ojos de ella percibió algo que podría asemejarse al odio. La cara del rector, por el contrario, manifestó un miedo súbito que duró lo que dura el aleteo de una mariposa. Pero Amalfitano lo notó por un instante (el segundo aleteo) el miedo del rector estuvo a punto de rozarle también a él la piel. Cuando se recuperó y miró a los demás comensales se dio cuenta de que nadie había percibido esa mínima sombra como un hoyo cavado aprisa y de donde se desprendía una fetidez alarmante (p. 281).

 Antes leía de todo, maestro, y en grandes cantidades, hoy sólo leo poesía. Sólo la poesía no está contaminada, sólo la poesía está fuera del negocio. (…) Sólo la poesía, y no toda, eso que quede claro, es alimento sano y no mierda (pp. 288-289).


Alison Scarpulla

La parte de Fate

Tiene como personaje central a un periodista afroamericano de Harlem, llamado Oscar Fate (el apellido es una palabra que significa destino en inglés), que es enviado a Santa Teresa a cubrir un combate de boxeo entre el norteamericano Count Pickett y el mexicano Merolino Fernández. A través de Fate, que escribe en una revista de Nueva York llamada Amanacer Negro, Bolaño introduce algunos temas secundarios que hacen referencia a la injusticia social, la esclavitud, la discriminación racial en EUA, etc. Entre estos temas secundarios destaca el partido de los Panteras Negras y uno de sus fundadores Barry Seaman. 

El personaje de Seaman (marinero en inglés) está basado en Bobby Seale, cofundador con Huey Newton de los Panteras en 1966. Seaman pronuncia en 2666 un discurso de 15 páginas hablando sobre su vida y centrado en cinco temas: Peligro, Dinero, Comida, Estrellas y Utilidad. En el tema PELIGRO hay un hermoso retrato de los Panteras, hombres jóvenes que son capaces de contemplar el mar hasta quedar maravillados de felicidad:

 El mar ruge. Entonces yo me acerco a Marius y le digo vámonos de aquí ahora mismo. Y en ese momento Marius se da la vuelta y me mira. Está sonriendo. Está más allá. Y me indica el mar con una mano, porque es incapaz de expresar con palabras lo que siente. Y entonces yo me asusto, aunque es mi hermano a quien tengo a mi lado, y pienso: el mar es el peligro (316).

Algunos han visto en la larga oración de Seaman una relación con la novela Moby-Dick de Herman Melville en la que hay un capítulo entero dedicado al sermón de Father Mapple. Aunque Seaman no habla de los mismos temas que el fraile de Melville, se ha visto una cierta relación en el hecho de que el mensaje funciona como una bendición que, al igual que el fraile a los marineros, recibe Fate en su viaje a Santa Teresa, un viaje peligroso. Hay en esta parte un juego de reflejos interesantes (los dos Oscar, las dos Rosas) y de coincidencias como la aparición de Rosa, la hija de Amalfitano, de la que se enamora Fate. Otra coincidencia jugosa es cuando Fate ve algunos carteles pegados en el Pabellón Arena del Norte que anunciaban conciertos de música, bailes populares, incluso el cartel de un circo que se hacía llamar Circo Internacional (384), el mismo circo donde los críticos y Amalfitano buscaban a Archimboldi en la primera parte.

Paso a paso Bolaño nos va acercando al horror de los asesinatos de mujeres en Santa Teresa, va ligando cabos y va describiendo el trasfondo de la ciudad fronteriza (Ciudad Juárez):

Hay que hacer caso a las mujeres. Lo mejor es no desoír los temores de las mujeres (438).

Nadie presta atención a estos asesinatos, pero en ellos se esconde el secreto del mundo (439). 

Otros FRAGMENTOS:

Las metáforas son nuestra manera de perdernos en las apariencias o de quedarnos inmóviles en el mar de las apariencias. En este sentido una metáfora es como un salvavidas (p. 322-323).

Leer es como pensar, como rezar, como hablar con un amigo, como exponer tus ideas, como escuchar las ideas de los otros, como escuchar música (sí, sí), como contemplar un paisaje, como salir a dar un paseo por la playa (p. 326).
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Patti Smith admira a Bolaño y le dedicó esta canción "Beneath the Southern Cross" al escritor en el Palau de la Música (2012).


Todas las ilustraciones y el vídeo están tomadas de google.

sábado, 2 de febrero de 2013

ROBERTO BOLAÑO, 2666



Compre este libro al poco de publicarse (2004). Me impresionó que su autor lo escribiera casi hasta el día de su muerte (se considera, de hecho, una novela inconclusa). También me llamó la atención su intención de que se publicara dividida en cinco libros para dejar solventado el futuro económico de sus hijos. Finalmente sus herederos y albaceas decidieron publicarlo todo en un solo volumen.
La obra tiene 1.119 páginas y en la nota a la 1ª edición escrita por Ignacio Echevarría se apunta que 2666 es una fecha. Esta referencia aparece en la novela de Roberto Bolaño del año 1999, Amuleto. En ella, Auxilio Lacouture, siguiendo los pasos de Arturo Belano y Ernesto San Epifanio comenta: 


 Y los seguí: los vi caminar a paso ligero por Bucareli hasta Reforma y luego los vi cruzar Reforma sin esperar la luz verde, ambos con el pelo largo y arremolinado porque a esa hora por Reforma corre el viento nocturno que le sobra a la noche, la avenida Reforma se transforma en un tubo transparente, en un pulmón de forma cuneiforme por donde pasan las exhalaciones imaginarias de la ciudad, y luego empezamos a caminar por la avenida Guerrero, ellos un poco más despacio que antes, yo un poco más deprimida que antes, la Guerrero, a esa hora, se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975, sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo.


Para otros, 2666 sería una fecha tan arbitraria como posible para una revolución imaginada por Bolaño como contrapeso para las iniquidades del presente, narradas con tanta abundancia en esta novela: 


Unos estudiantes que andaban por el desierto… Hablaban, por ejemplo, de una nueva revolución, una revolución invisible que ya se estaba gestando pero que tardaría en salir a las calles al menos cincuenta años más. O quinientos. O cinco mil (p. 697).



Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile en 1953. Vivió en México hasta 1973 en que, alentado por el triunfo de Salvador Allende, volvió a Chile. A raíz del golpe militar, abandonó de nuevo su país y, tras unos años en El Salvador y México, en 1977 se trasladó a Barcelona y posteriormente a Girona. Su consagración como escritor le llegó en 1998 con Los detectives salvajes, galardonada con el Premio Herralde de Novela y el Rómulo Gallegos.

La extensión de la novela es tal que, animada por una lectura conjunta decidí empezar a leerlo con la posibilidad de retirarme, o hacer pequeños descansos, en cada una de las cinco novelas, o partes, de la obra. Pero al final la he leído entera sin hacer descansos.

La parte de los críticos


Estas primeras 207 páginas giran en torno a un extraño triángulo/cuarteto amoroso entre críticos de literatura, expertos en la obra del escritor alemán Benno von Archimboldi: Jean-Claude Pelletier, francés; Manuel Espinoza, español; Piero Morini, italiano; y Liz Norton, inglesa. Los profesores se conocen y se hacen amigos a raíz de coincidir en varios congresos acerca de literatura alemana, en los cuales se pone de manifiesto que sus posturas sobre la obra de Archimboldi coinciden.
Durante un seminario en la ciudad de Toulouse, conocen a un mexicano, Rodolfo Alatorre, quien afirma que un amigo suyo de México D.F. había conocido a Archimboldi hace poco tiempo. A partir de ese encuentro se ven atraídos por el agujero negro de Santa Teresa, donde acabará redefiniéndose su relación. Varias historias entrecruzadas, sueños surrealistas y algunos elementos que parecen decisivos como el pintor que se cortó una mano y la expuso en una galería de arte.
Esta primera parte tiene un ritmo narrativo melancólico y apresurado, es como una especie de confesión. El estilo de Bolaño es hipnótico y extrañamente rítmico. La conexión entre vida y literatura está presente en esta primera parte aunque solo sea porque sus protagonistas son críticos literarios. Algunas historias paralelas resultan deliciosas, “suculentas disgresiones” las llama Echevarria, como la historia de Espinoza con la joven vendedora de alfombras.

Fragmentos:


(…) ejercitando y degustando la inteligencia del otro, con largos intervalos de silencio que ni siquiera la lluvia podía alterar (p. 31).

 La casualidad no es un lujo, es la otra cara del destino y también algo más (…). 
La casualidad (…) es la libertad total a la que estamos abocados por nuestra propia naturaleza. La casualidad no obedece leyes y si las obedece nosotros las desconocemos. La casualidad, si me permite el símil, es como Dios que se manifiesta cada segundo en nuestro planeta. Un Dios incomprensible son gestos incomprensibles dirigidos a sus criaturas incomprensibles. En ese huracán, en esa implosión ósea, se realiza la comunión. La comunión de la casualidad con sus rastros y la comunión de sus rastros con nosotros (p. 123).

 El cielo era una manta tapada por una manta que a su vez tapaba otra manta aún más gruesa y húmeda (p. 165). 

 Exagerar es una forma de admirar cortésmente… (p. 181).

Imposible hacer un comentario de toda la novela, así que lo he fragmentado y lo iré publicando por partes.

La fotografía del libro es de Laura Uve y la del autor tomada de google.