Me cuesta mucho releer pese a que, cuando lo he hecho,
el resultado ha sido extraordinariamente positivo e incluso recuerdo en algún
caso, La señora Dalloway, que la
relectura superó la impresión positiva de la primera lectura. Una se encuentra
con los libros por una multitud de circunstancias que no siempre es fácil de
explicar. ¿Por qué me he encontrado tan tarde con James Joyce? o ¿Por qué me
encontré tan pronto con Virginia Woolf? Y aún se me ocurren otras preguntas,
especialmente, ¿cómo es que no uní estos dos nombres que tuvieron sus puntos de
contacto? Prefiero no dar muchas vueltas a este tema porque, aun pudiendo
llegar a algunas conclusiones, no serían relevantes en mi condición de lectora.
Prefiero pensar con Ernesto Sábato (gracias Adriana Alba por este fragmento)
que mi encuentro con los libros responde a esta reflexión:
Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los buscaba porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino.
Algo parecido me ha ocurrido con la mayoría de las
personas con las que me he encontrado desde que inicié este espacio de libros.
Fue NáN, y alguno de sus comentarios, quien me recordó a Walser y esta novela
leída y olvidada. Busqué en mis estanterías y no estaba, no es la primera vez
que me ocurre, quizás viajó a otra biblioteca por expreso deseo mío o fue uno
de esos libros que no regresaron o que me prestaron a mí. Lo encontré en
bolsillo y, de momento, se queda conmigo.
Jacob von Gunten (1909) es una novela breve, 126 páginas, y con un
título sencillo que corresponde al protagonista de la novela, un joven que
escribe un diario sobre la vida que lleva en una academia con pocos alumnos: el
Instituto Benjamenta.
Robert Walser (1878-1956), escritor suizo que, como
Jacob von Gunten, dejó pronto la escuela, a los catorce años, para empezar a
trabajar en diversos oficios y en muchas ciudades. Solitario y acosado por la
depresión fue sobre todo poeta aunque sus novelas, especialmente la que
comento, fueron bien valoradas en círculos literarios exigentes, convirtiéndose
en un escritor de culto.
¿Quién es Jacob? Un estudiante en la edad de la
adolescencia que entró en el Instituto Benjamenta, dirigido por dos hermanos,
hombre y mujer, y constituido por un grupo pequeño de alumnos que vivían en el
piso de los Benjamenta separados de sus familias. En este centro no parece que
aprendan mucho, según el propio Jacob, pero tampoco era necesario puesto que se
les preparaba para ser sirvientes con orgullo de hombres de la alta sociedad
prusiana. Se les prepara, por tanto, para no
ser nadie, los contenidos intelectuales son nulos, el aburrimiento, la
indolencia, la memorización de unos pocos textos y, eso sí, muchas normas de
comportamiento servil, conforman el programa de estudios de un centro abocado
al fracaso y al cierre.
No hay trasfondo histórico pero las anotaciones que
hace Jacob en su diario nos dibujan la sociedad prusiana de la época del II
Imperio alemán anterior a la Gran Guerra.
Walser construye, a través de Jacob, un monólogo
interior, anticipándose a Joyce o a Proust y repasa a través de escenas
cotidianas, oníricas y, a veces, surrealistas, a sus compañeros de estudios, a
quienes les dedica unos fragmentos bastante lúcidos en que los caracteriza con
brevedad y tino: Heinreich, Schacht, Schilinski, Kraus (al que Jacob toma como
referente del buen alumno que aprender a servir y del que se ríe), Tremala,
Hans, Peter el Larguirucho y Fuchs. También dedica bastante espacio a describir
a los dos hermanos, especialmente a la señorita Benjamenta con la que sueña
tener sexo.
Jacob reflexiona acerca de su vulgaridad y está seguro
de que:
… el día de mañana seré un encantador cero a la izquierda, redondo como una bola. De viejo me veré obligado a servir a jóvenes palurdos jactanciosos y maleducados, o bien pediré limosna, o sucumbiré (p. 10).
Su sentido del humor, bromitas a lo Von Guten, le dice su compañero Kraus, tiñe su
monólogo de frases que si te pillan descuidada resultan ser una bofetada en una
noche calurosa de verano:
Hay sinceridades que solo sirven para herirnos y aburrirnos (p. 20).
Tener razón vuelve fogosa a la gente, mientras que no tenerla invita a mostrar siempre una placidez orgullosa y frívola (p. 25).
Nuestros ojos contemplan siempre un vacío lleno de ideas, cosa que también prescribe el reglamento. A decir verdad, no deberíamos tener ojos, pues los ojos son curiosos y descarados, y el descaro y la curiosidad son condenables desde casi cualquier perspectiva sana (p. 45).
En esta novela hay más,
mucho más de lo que he recogido, pero eso son sorpresas que tendréis que
descubrir quienes os animéis a leer esta pequeña-gran obra. Y ahora toca cerrar
esta reseña a lo Von Guten:
Un apretón de manos, un adiós… y a la calle. Muy probablemente para no volvernos a ver más. ¡Qué breves son los adioses! Uno quiere decir algo, pero como se le olvida la frase apropiada, no dice nada o bien suelta alguna tontería. Despedir y despedirse es horroroso. Son momentos en los que la vida humana se estremece y uno siente vivamente su propia nada. Las despedidas rápidas son desamoradas; las lentas, insoportables (p. 103).
Si alguien ha vivido alguna de estas despedidas, yo
sí, sabrá enseguida de qué le habla Von Guten. Un horror, en efecto.
"Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los buscaba porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino." Qué palabras más bonitas, tenía que comentarlo en primer lugar porque no es una cita que escuchara o leyera antes y me parece preciosa. Respecto al libro del que nos hablas hoy, es otro autor que no he leído, y aún más, del que sé poco, pero como siempre me quedo muy tentada con tus recomendaciones, así que lo tendré en la mira, muchas gracias.
ResponderEliminarBesos.
Es una cita redonda ¿verdad?
EliminarGracias a ti por tener en cuenta a Walser, esta novela es muy interesante.
Besos!!
Uno que me apunto para no olvidar el comienzo de la reseña, con las despedidas, no confundir con los hasta luego llenos de esperanza en un reencuentro, decía que las hay ansiadas de olvido, preñadas de dudas, incluso deseadas o necesarias y algunas pegajosas que como las visitas pesadas, pongamos de cuñada, que no se acaban de marchar nunca y menos dejando la nevera llena y con el estómago vacío. Las indiferentes que como el hielo no se sabe si queman o enfrían hasta que se pasa el trago. Respecto a la formación de una juventud que tiene en la nada el objetivo, es más común que extraordinario, por fortuna los libros y las bibliotecas no enseñan un camino, pero iluminan hacia el futuro y eso me trae de nuevo a este espacio tan especial que porta mucho tuyo. Queda largo, verdad? Un beso.
ResponderEliminarOdio despedirme y procuro evitarlo (no considero los "hasta luego" esperanzados como tal), cosa rara en mi. He sufrido alguna despedida rápida bastante odiosa, pero con el paso del tiempo la veo ahora preferible a las lentas, sobre todo porque quedó clausurada para siempre.
EliminarLos libros son un estímulo siempre, pero ya ni siquiera en ellos confío como costumbre bondadosa (hubo y hay gente cruel que eran lectores cultos, por ejemplo algunos nazis).
No, no queda largo para mi gusto :))
Un beso.
Amiga, nunca sabré como llegan los libros a nuestras manos... Es como un pequeño milagro. Lo cierto es que hay libros, en los estantes de las librerias, que es como si nos atrajeran...
ResponderEliminarMisterios pequeños que se repiten de continuo
Un abrazo fuerte
Así es, tengo muchas experiencias de atracción hacia determinados libros que quizás me eligieron al compás de otras lecturas o de amigas/os lectores.
EliminarY que sigan esos misterios Ildefonso.
Abrazos!!
Sabio fragmento el de Sábato, a quien admiro mucho.
ResponderEliminarNo conocía a R. Walser, estuve investigando y encontré "Tesoros escondidos"...
“Las hojas de los cerezos eran de un rojo incandescente, herido, doloroso, pero a la vez bello, que reconciliaba y alegraba. Los prados y arboledas parecían a menudo envueltos en velos y paños mojados (…) Se olían los árboles al caminar bajo ellos, se oía caer la fruta madura sobre los prados y senderos. Todo parecía doble o triplemente silencioso”.
Fragmento de la novela El Ayudante (1908)
Abrazos y buen finde Laura.
Magnífico fragmento de una novela que no conozco pero que buscaré. Tenemos preferencias muy similares y eso hace que siempre sean hermosas y ricas tus aportaciones a esta casa que es la tuya.
EliminarAbrazos y buena semana!!
ResponderEliminarMe quedo con la frase de 'Ernesto Sábato'... ¡preciosa!
Y con el último fragmento... muy acertado y certero.
Que disfrutes mucho del fin de semana!!
Besos, petons, muxus... y cálido abrazo!
;)
Es una maravilla recolectada por Adriana.
EliminarAcabo de volver de un viaje breve por mi tierra tras estar muy lejos en Europa (que también considero mi tierra).
Besos!! (pronto vacaciones que debes necesitar a estas alturas con cierta urgencia ¿no?)
Hace ya tiempo que me tienta mucho leer “El paseo” de Walser, pues yo mismo soy un entusiasta caminante. El libro que comentas tampoco lo he leído, pero has logrado con tu texto que mi atracción aumente por este suizo depresivo, asunto nada extraño, los suizos son gente taciturna.
ResponderEliminarHay un aspecto interesante en eso de volver al mismo libro, las diferentes sensaciones, a veces notorias, entre la lectura y la posterior releectura te dan la medida de como el tiempo ha ido moldeando nuestra personalidad… Un buen libro te revela mucho más de lo que cabría imaginar.
Cuídate Laura, y gracias por hacernos con tus lecturas un agosto más interesante!
También me encanta caminar, así que buscaré esa obra de Walser.
EliminarTe doy toda la razón, somos y no somos la misma persona cuando volvemos a leer una obra, las experiencias cambian nuestra manera de pensar y sentir, por tanto la relectura se hará siempre desde una nueva perspectiva. Siempre hago el propósito de releer más, pero necesito una motivación extra para hacerlo, que alguien me hable con entusiasmo de dicha obra suele serlo.
Gracias a ti Paco. Agosto siempre es más tranquilo en el mundo blogger, de hecho me he ido de vacaciones. Programar las entradas es estupendo para tener siempre amigos/as entrando y saliendo de mi casa aunque yo no esté.
Abrazos!!!
Es curioso... Nunca he releído... En cambio si reveo pelis... Un abrazo desde Murcia....
ResponderEliminarTampoco acostumbro a rever películas :))
EliminarAbrazo!!
Releer me ayuda a darme cuenta cosas que no me di cuenta en la primera lectura, a comprender mejor e ir armando mejor los rompecabezas que a veces plantean algunas historias, que bueno que tu impresion haya mejoro al releer.
ResponderEliminarEs cierto Boris, releyendo se pueden encontrar aspectos interesantes que nos han podido pasar desapercibidos en la primera lectura.
EliminarUn abrazo.
Si hay una razón por la que este autor no me es totalmente desconocido, es porque hace unos meses, en una feria del libro antiguo, comprando un libro de cuentos de Kafka, la dependienta me comentó como curiosidad que Kafka era un gran admirador de Robert Walser (o eso creo recordar, porque en ese momento no me apunté el nombre). Y desde entonces tengo curiosidad por el autor y por esta novela en concreto.
ResponderEliminarMe ha gustado el modo de escribir que se adivina en las citas que has incluido.
PS: te escribí sin querer con mi cuenta personal de google, así que repito con la de toda la vida ;)
Sí, sí, Kafka fue un apasionado lector de Walser y se le considera como uno de sus herederos. Walser es admirado por muchos grandes escritores, por ejemplo Elias Canetti.
EliminarUna de las claves del mundo de Walser es su felicidad en la relación con el entorno, con ese entorno que le es más que suficiente para escribir sobre lo infraordinario, algo que se percibe en algunas de las frases que he resaltado.
He borrado lo que quedaba del comentario suprimido.
Un abrazo!!
Conforme iba leyendo tu post me iban entrando ganas de leer este libro,pero el fragmento sobre las despedidas me ha terminado de convencer en un pis pás!
ResponderEliminarEs así!
Yo odio ese momento.Lo paso fatal.
Buena semana Laura,un beso y gracias por la recomendación!
: )
Odiosas, excepto aquellas que se refieren a alguien que no ha significado nada para nosotras, las demás son siempre complicadas y el personaje de Walser lo describe muy bien.
EliminarBuena semana y un fuerte abrazo!!
No conocía al autor, aunque debo reconocer que parece estar de moda por aquí, a juzgar por las apariciones en los escaparates de las librerías. Tampoco soy de relecturas, pero confieso que algunas me las debo.
ResponderEliminarMe interesa particularmente lo que dices acerca del contenido del libro; ese 'diluirse en la nada', esa preparación para sólo aceptar la servidumbre como medio de vida... me resulta llamativa y despierta mi curiosidad. Lo apunto, tanto como el que propone Paco.
Gracias por traernos temas, autores y libros interesantes, U-to!
Un beso grande.
Walser ha contado con grandes escritores que lo han alabado y lo han considerado maestro suyo, como le decía a Caminante, entre ellos destaca Kafka o Canetti. Va a rachas que aparezca y desaparezca de las estanterías de las librerías, pero me parece que casi siempre se puede encontrar parte de su obra.
EliminarGracias a ti también que siempre me descubres posibilidades lectoras de interés.
Un beso grande!!