Te amaré para siempre cuando seas un árbol
que
hunde sus raíces en la orilla del río
y en ese río seas una trucha azulada
y en esa trucha seas el reflejo del cielo
y en ese cielo seas una nube sin rostro.
Cuando seas el mundo que no fuiste en mis brazos
porque en ellos reías solo tú y me besabas.
Jesús Aguado
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