Empecé a leer esta monumental obra en el verano de 2014, hace cinco años por tanto. Los tres primeros volúmenes los leí bastante seguidos (el segundo lo leí en el otoño de 2014 y el tercero lo leí en la primavera de 2015). Dejé pasar más de un año para leer el cuarto (otoño de 2016) y he dejado pasar casi tres años para encarar La prisionera. No quiero pensar lo que me puede costar animarme a leer los dos volúmenes que me faltan.
No hay manera de encontrar el punto a esta obra, sé perfectamente que se requiere mucha concentración en la lectura para no desconectar cuando entra en las múltiples y prolijas descripciones que son la marca proustiana. Como sabía lo que me iba a encontrar, empecé con muy buenas intenciones, sin embargo, caigo una y otra vez en el sopor y el aburrimiento sin remedio.
En este caso todo gira en torno a los celos de nuestro protagonista hacia Albertine que se lleva a su casa a vivir para mejor controlarla, de ahí el título de este quinto volumen. También aparecen la pareja formada por Charlus y Morel, que permite al autor divagar sobre el tema de la homosexualidad. Y también aparecen brevemente los Verdurin y su núcleo de acólitos.
Este fragmento resume muy bien el drama de Marcel y de sus celos:
Me daba cuenta de que mi vida con Albertine no era más que, por una parte, cuando no tenía celos, aburrimiento; por otra parte, cuando los tenía, sufrimiento (485).
Nada nuevo sobre su estilo en este volumen, su prosa delicada, prolija, lenta que se detiene en sus personajes ociosos, en sus emociones, en sus pensamientos. Ciertas pinceladas del antisemitismo francés en el recordado caso Dreyfus, sin insistir tanto como en los volúmenes anteriores.
Por lo demás, los temas de siempre: celos, amor, desamor, deseo… Y también el persistente discurso machista que sitúa a las mujeres en el centro del deseo pero como seres inferiores a dominar y amaestrar. Albertine finalmente abandona a Marcel. No me extraña.
Leí el tomo uno hace mil años y ya no tengo fuerzas para abordar el empeño de leer los demas... Soy incapaz. En estos tiempos en que, gracias entre comillas a internet, no es uno capaz de leer mas de cuatro o cinco paginas seguidas, no me veo capaz de leer estos tochos... Y no me gusta sufrir adrede... Si que es un pilar de la literatura francesa, pero como que no...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Capaz me veo, pero me fastidia aburrirme tanto leyéndolo, se me hacen cuesta arriba esas descripciones detalladas de algo que no me importa. En fin, veremos si acabo con los que me quedan.
EliminarAbrazos!!
No tienes que preocuparte mucho por no haber terminado de leer esa "obra maestra", yo también la tengo, y no pase del primer libro, hace unas fechas leí en El País, los diez libros que son obras maestras y que nadie ha logrado terminar, entre los que se encuentra también "Rayuela" de Cortazar, ambos libros, pese a mi buena fe y diversos intentos, no los he conseguido terminar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rayuela la leí de veinteañera y en su momento me gustó, no sé si me gustaría ahora o tendría paciencia para leerla (no me pasa por la cabeza, pero es que yo apenas releo).
EliminarUn abrazo.
Uy Laura ¡Cómo te entiendo! Hay libros que por más que lo intentas se te atragantan y no hay manera. Tengo unos cuantos de estos que tienes que leer sí o sí y no consigo pasar de las primeras páginas.
ResponderEliminarBesos
Me anima mucho encontrar a personas como tú que también tropiezan con alguna de estas obras que se consideran maestras.
EliminarBesos.
No hablo de forma distinta a quienes me preceden en los comentarios.
ResponderEliminar"La prisionera" me atraía por el título, al pensar que podría tratarse de otra situación, pero... estoy a falta de ese tiempo necesario que exige su lectura.
Abrazos.
Celos, celos y más celos... ¿Que lo explica bien y con belleza? Puede ser, para mi ha sido reiterativo en exceso.
EliminarAbrazos.
Como niño afrancesado, me propuse leerlo siendo muy jóven. Y en francés. Demasiado jóven: no pude con el. Conocí ya siendo un veinteañero, a un viejo amigo que aún conservo: un profesor canadiense amante loco de Proust. Cada vez que nos encontramos (cada 2 o 3 años) me habla de Proust con tanta devoción que quisiera disfrutar al menos un poco de eso que a el le llena de gozo y vuelvo al Camino de Swann del que nunca he pasado. Ya hace mucho que desistí de terminar de leerlo pero a veces lo tomo un rato como el que lee un libro de poemas.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encantaría hablar con tu amigo, a ver si me iluminaba un poco y lograba hacerme entrar en los misterios de gozo de Proust.
EliminarAbrazos.
"A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos desear" (Marcel Proust)
ResponderEliminarNo he podido con su obra EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO. Eso no es óbice para que la considere extraordinaria.
Besos
Esas frases brillantes son las que me llevan a insistir en su lectura. Y las encuentro... pero me puede su lentitud y sus excesos descriptivos.
EliminarBesos.
Proust siempre subestima el rol de la mujer, U-to. Su enfoque pone el acento en la apreciación estética de la belleza femenina, por encima de reconocerla como un par. Ya lo plantea en 'A la sombra de las muchachas en flor'.
ResponderEliminarAlgunos de los volúmenes son algo soporíferos; a mi me costó mucho el anterior a éste. Hay una desmesura por el detalle que exaspera a cualquier lector. Pero es como todo; a veces hallas perlas en medio del barro.
Ánimo, que queda poco. El último es muy interesante.
Un gran abrazo!
Así es, la mujer siempre es un objeto bello a la mirada masculina, algo que me exaspera... junto con esa lentitud detallista. De momento he comprado el siguiente, a ver si llego al último (tengo mis dudas, jajaja).
EliminarTú los leíste en un tiempo récord, Marcelo, lo recuerdo muy bien.
Un gran abrazo.