Hacía tiempo que quería leer algo de Barnes, este libro lo tenía en casa hacía meses (quizás más de un año) pero no me había decidido a empezarlo. Pero le llegó su momento y su lectura ha sido agradecida e interesante.
La historia parte de una escena extraña, con la que se cerrará la novela: un andén en plena II Guerra Mundial y unos pasajeros que descienden de un tren en una estación cualquiera porque el tren se detiene y comparte un vasito de vodka con un tullido que estaba en la estación. El fragmento en cursiva se cierra así:
Cuando los dos viajeros ya habían vuelto a ocupar sus asientos, el que escuchaba casi había olvidado lo que había dicho. Pero el que recordaba sólo acababa de empezar a recordar (13).
En enero de 1936, Stalin asiste a una representación de Lady Macbeth de Mtsensk del compositor Dmitri Shostakóvich. Dos días después aparece en el Pravda un editorial que acusa a su ópera de decadente. Shostakóvich sabe que el origen de la crítica es Stalin y el miedo se instala en su vida para siempre.
Fueron los años del terror stalinista, de la depuración del propio partido comunista ante el temor de Stalin a que cualquiera le pudiera hacer sombra, fueron los tiempos del culto a la personalidad y de la etapa totalitaria más dura de la dictadura comunista. ¿Cómo hacer compatible el arte con el poder absoluto y no morir en el intento? Parece que solo doblegarse o huir, permite salvar la vida y eso hizo Shostakóvich.
Sombría, pesimista, realista, consciente de la magnitud del Poder totalitario.
Cuando decir la verdad se volvía imposible –porque conducía a una muerte inmediata- había que disfrazarla. En la música popular judía, la desesperación se disfraza de danza. Y, por ende, el disfraz de la verdad era la ironía. Pues el tirano rara vez tiene el oído afinado para oírla (98).
Una buena lectura.
Estoy en pausa lectora porque mi mente tiene que estar ahora concentrada en otras cosas, pero llegan las vacaciones y este pasa a mi lista de pendientes. Gracias por tus recomendaciones.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en la consecución de tus objetivos... ya llegarán las vacaciones y podrás retomar la lectura.
EliminarEspero que te guste este Barnes si lo lees.
Es un autor que lleva tiempo entre mis pendientes también. Tomo buena nota de esta novela, que su historia me atrae mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mi me toca seguir leyendo a Barnes, a ver cuando encuentro un hueco para volver a sus novelas.
EliminarBesos!!
Soy un lector caótico y aunque leí El loro de Flaubert y me encantó nunca he vuelto a leer nada del señor Barnes, quizá este es el momento. Qué sería de mi sin ti que iluminas mi camino. Un abrazo
ResponderEliminarJajaja, no me veo de antorcha (o similar). A mi, a veces, me pasa como a ti, leo alguna novela que me gusta y sin saber porqué no vuelvo a leer nada suyo hasta mucho tiempo después.
EliminarUn abrazo.
A ver si lo leo... El tema es mas que interesante. Que tiempos esos en que Hitler y Stalin querian repartirse el mundo... En que todo estaba en sus manos... Bueno, todo no, por suerte para nosotros
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Unos tiempos de los que deberíamos aprender. Los totalitarismos propician que salga lo peor del ser humano a la superficie.
EliminarUn abrazo!!
Saliendo de Barnes, no extraña que la obra sea atractiva y sugerente. Leí no hace mucho "El loro de Flaubert" y me lo pareció.
ResponderEliminarAbrazos.
No he leído esta novela y ya ha sido comentada favorablemente aquí dos veces. Así que la buscaré.
EliminarAbrazos!!
Me gustan las vidas que se cruzan por un instante en un tren, buen arranque para la novela. Y con la sombra del padrecito Stalin de fondo
ResponderEliminarSí, es un gran inicio. Cuando una novela arranca bien, tiene mucho ganado. El padrecito velaba por sus hijitos de forma especial, sin duda.
EliminarLo leí hace un tiempo y me ha gustado. Particularmente por las reflexiones que surgen en el lector sobre el totalitarismo ruso en pleno apogeo. Si así había de vivir uno de los compositores más conspicuos del siglo XX, cómo sería la vida del ciudadano normal.
ResponderEliminarCoincidimos en que es buena lectura.
Un fuerte abrazo, U-to!
Pensé lo mismo, si complicaban así la vida a Shostakóvich..., al resto simplemente los liquidaban.
EliminarMarcelo, me alegra siempre coincidir contigo.
Un fuerte abrazo!!
Con Barnes me pasa lo mismo...siempre tengo ganas y nunca le doy tiempo. Este libro me gustó simplemente por el título. Lo que cuentas de él lo hace aún más atractivo.
ResponderEliminarQué agradable parece...ahora que llega el verano. Besos
Tendremos que proponernoslo más en serio. La verdad es que es un autor que merece la pena, de eso estoy convencida. Además nos permite acercarnos a la vida de Shostakóvich.
EliminarBesos
He leído tres libros del autor, uno de ellos (divertidísimo) sobre cocina, "El perfeccionista en la cocina". Me gusta mucho su prosa y éste que reseñas no lo conocía. Lo apunto para el plácido verano, me interesa.
ResponderEliminarPues yo me apunto el de cocina. El verano también propicia algo más de dedicación a ella a la espera de que pase el calor.
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