Tras la lectura del primer y segundo volumen de esta
inmensa obra, no tenía claro continuar su lectura, pero junto con Carlos y
Yossi iniciamos su lectura a principios
del mes de marzo y así quedó recogido, en gran parte, en el espacio que editamos
para ir compartiendo impresiones.
La novela está dividida en dos partes que sitúan la
segunda en la página 365 de 694, dividiendo la segunda parte en dos capítulos
cuyo contenido detalla a diferencia de la primera parte.
Marcel, el narrador, vuelve a estar en París, en un
piso de un edificio de los Duques de Guermantes desde cuyas ventanas y, a
través de la criada, Françoise, observa las idas y venidas de esta familia
de la antigua nobleza.
La visita a Saint-Loup, su amigo, nos castiga con
más de ochenta páginas cuarteleras en las que habla de los militares masones
que no se confiesan y que aparecen como "patateros" y de
"aspecto hosco de brigadas"; de tácticas militares; del capitán
Borodino despreciado por ser noble de la época del Imperio napoleónico y todo
ello aderezado con referencias breves a socialistas utópicos como Saint-Simon y
Proudhon, el proceso Dreyfus y las desventuras amorosas de Saint-Loup.
La vuelta a París, provocada por el deseo de ver a
su abuela, nos situará en los salones parisinos de la aristocracia, siempre
despreciativa con la burguesía y el servicio. Su atracción hacia Oriane (la Sra
de Guermantes) no le impide enamorarse aquí y allá de otras mujeres y observar
los comportamientos de quienes convierten los salones en su vida de relación.
Destacaría las reflexiones que realiza Marcel sobre
Rachel, la amante de Saint-Loup; sobre la Sra de Villeparisis, literata y de
mala conducta; sobre el Sr. Charlus que le recomienda no ir a las reuniones de
la alta sociedad; y, naturalmente, sobre el carácter de los Guermantes. Algunos
momentos interesantes se producen alrededor del teléfono y las puertas
giratorias. La muerte de su abuela y la enfermedad grave de Swann son aspectos relevantes
por la importancia de estos personajes en los volúmenes anteriores.
El caso Dreyfus que conmocionó a la sociedad
francesa entre 1894 y 1906, junto a la referencia a la guerra ruso-japonesa
(1904), sitúa la trama, lenta y monótona, en estos años iniciales del siglo XX.
Marcel, tras recordar con todo lujo de detalles este
ambiente aristocrático que tanto admiraba por la remembranza del pasado medieval, acaba confesando que no
escucha las conversaciones y que en realidad solo buscaba en ellas, placer
poético. Dice Carlos, y coincido con él, que es una novela demasiado extensa para la trama que contiene, tan recargado en sus descripciones que resulta una lectura aburrida, si bien contiene algunas frases llenas de ingenio. Y el tema que trata resulta para esta época poco interesante, al centrarse en esa aristocracia, ociosa, viciosa, sin oficio conocido, temerosa del trabajo, que se cree poseedora de unos derechos de nacimiento y que es profundamente clasista y antisemita.
Lo más interesante de la novela son las reflexiones
que le sugieren sus recuerdos de ese tiempo perdido y rememorado. Su
reconocimiento de que la idea de
perfección es la idea por la que
habría sacrificado mi vida. Esa idea era el primer motor de sus sueños (p. 56). Otra reflexión interesante es
que:
Sentimos en un mundo y pensamos, nombramos, en otro, podemos establecer entre ellos una concordancia, para no colmar el intervalo. (…) Es que la diferencia que hay entre una persona, una obra marcadamente individual y la idea de belleza, existe también –y es grande- entre lo que nos hacen sentir y las ideas de amor, de admiración. Por eso, no las reconocemos (p. 61).
La llegada de la primavera resalta su capacidad para
las descripciones de la naturaleza y para la delicadeza del lenguaje:
Entretanto, el invierno tocaba a su fin. Una mañana, después de unas semanas de chubascos y tormentas, oí en mi chimenea -en lugar del viento informe, elástico y sombrío que me daba ganas de ir al borde del mar- el arrullo de las palomas que anidaban en la muralla: irisado, imprevisto como un primer jacinto que desgarra suavemente su corazón nutricio para que de él brote -malva y satinada- su sonora flor e introductor -como una ventana abierta, en mi habitación, aún cerrada y negra- de la tibieza, el deslumbramiento, la fatiga de un primer día hermoso (p. 167).
Una curiosa afirmación sobre las mujeres:
Determinadas mujeres, hijas de la actitud, deben ir acompañadas de una gran cama en la que encontramos la paz junto a ellas, mientras que otras, para ser acariciadas con una intención más secreta, necesitan las hojas al viento y las aguas en la noche, son ligeras y huidizas como éstas (p. 450).
Y como no quiero alargar más esta reseña, para no
provocar el cansancio y el aburrimiento, lo dejamos aquí añadiendo las muchas
dudas sobre si continuaremos con el cuarto volumen.
Enhorabuena por cumplir ese reto.
ResponderEliminarÁnimo con el cuarto volumen.
Besos
Muchos ánimos necesitaré, veremos.
EliminarBesos!!
A mí me encantó la experiencia de leerlo los tres aunque es cierto que no es el volumen más liviano. Claro que seguiremos con el cuarto, si queréis, cuando queráis. En la reseña, de todas formas, resaltas lo bueno que se puede extraer de la lectura, cuando Proust es Proust y se vierte en sí mismo, calificas como castigo lo que realmente lo es. Así es el conjunto. Lo dicho, un placer leer con vosotros dos y cuando queráis volvemos a las andadas. Un beso.
ResponderEliminarCasi estoy convencida de que no habría llegado hasta aquí sin vosotros. Hubiera desistido por puro fastidio.
EliminarSi decido seguir con el cuarto volveré a pediros compañía.
Un beso.
Me encanta la descripción de la llegada de primavera. Creo de que este volumen en particular se salvan algunos fragmentos que subrayamos durante la lectura. A mí me aburrió pero esto fue hace años, a lo mejor debería volver a leerlo.
ResponderEliminarEstás leyendo un novela encantadora por lo que veo. Espero tu reseña.
saludos
Solo esa esperanza de encontrar alguna perla como el fragmento de la primavera, anima la lectura. ¿Compensa? No sé qué decir, mientras leo páginas y páginas pesadas, me parece que no, luego solo queda lo bueno.
EliminarUna novela magnífica la de Lee Jung-Myung.
Saludos!!
Felicitaciones por el tercer volumen! Comparto con Agnieszka la visión un tanto aburrida y monótona de casi todo el texto, salvo ciertas frases que se cuentan como pequeños oasis en medio del desierto -algunas de las cuales tú rescatas aquí-. Por lo demás, ha sido bastante tedioso. Rescato el capítulo dedicado a la muerte de la abuela.
ResponderEliminarUn abrazo grande, U-to, y fuerza con lo que queda!
Estamos todos de acuerdo. También me parece de lo mejor ese capítulo de la abuela y el de la enfermedad de Swann.
EliminarYa veremos!! te admiro por haber sido capaz de leer la obra toda seguida.
Un abrazo!!
Me parece que si me animo alguna vez con el autor, a este volumen no llego...
ResponderEliminarBesotes!!!
Jajajaja, yo pensaba lo mismo ehh.
EliminarBesos!!
No me hubiese atrevido a reseñar este volumen. a ti que ha quedado breve y muy bien definido. Un beso.
ResponderEliminarGracias!! El resto queda en nuestras carpetas, bastante más largo ¿verdad?
EliminarUn beso.
Mucho más largo y pesado de resumir, si bien presenta Marcelino, una interesante ficción descriptiva sobre un momento de la historia francesa, Su punto de vista resulta, además de cansino, parcial y algo corto de recorridos. Un beso.
EliminarCompartimos la misma opinión.
EliminarUn beso.
Vaya que tienes una voluntad de hierro, te felicito; me gustaría tener ese poder de decisión también en lo que se refiere a lecturas, a veces dejo que me ganen las dudas... ¡A seguir! Estaré al pendiente de tus progresos.
ResponderEliminarBesos.
Yo también Aglaia, también me dejo llevar por las dudas. La compañía ha hecho mucho.
EliminarBesos!!
Curiosa costumbre la de leer en comandilla, aunque para Proust cualquier ayuda es poca.
ResponderEliminarHace un tiempo picoteé esas descripciones de los salones de la aristocracia, me parecieron muy buenas. Es lo que tiene este hombre, en pequeñas dosis es muy bueno
Apenas lo hago, es una opción excepcional, pero para estas aventuras va bien.
EliminarAsí es, que afán por extenderse!!
ResponderEliminarUffff... no es para mí.
Mi admiración para con vosotros, eh... eso sí.
Pero que sepas que he encargado 'Tren nocturno a Lisboa'... ;)
Besos, abrazo cálido y buen finde!!!!
:)
Te gustará seguro.
EliminarNo es para ti ni casi para mi :)))
Muy buen fin de semana y un gran abrazo!!
No andarás preocupada con que nos aburres ¿no?
ResponderEliminarLa verdad que hay libros que creo que la única manera de recorrerlos es en compañía. Mi cabeza sola para Proust no llega, no llega... Curiosa la afirmación sobre las mujeres, sí... Voy a darle vueltas, pero lo haré en el lateral del blog, como siempre.
Enhorabuena por tu tesón.
Un abrazo
Sí, me preocupa aburrir. Cada reseña es un combate para no alargarme y cada vez caigo derrotada.
EliminarA mi me ha ido bien leyéndola en compañía aunque prefiero siempre ir por libre y sola.
Gracias por tus palabras y un fuerte abrazo!!
¿En serio has dicho trama hablando de En Busca del Tiempo Perdido? ¿Buscas un sentido o un por qué ? ¿Esperas de una novela así que te ofrezca planteamiento, nudo y desenlace?
ResponderEliminarY lo curioso es que te acercas al meollo de la cuestión cuando escribes: "acaba confesando que no escucha las conversaciones y que en realidad solo buscaba en ellas, placer poético"
Eso es lo malo de realizar lecturas académicas de una narración río que busca el placer poético. Como se busca el placer poético en un cuadro hermoso, en un bello tema musical o en una fotografía que te fascine. Ningún aficionado necesita descomponar una foto, un cuadro o una poesía para descubrir que le sugiere. Esa es un trabajo a posteriori y corresponde más a forenses, arqueólogos y taxidermistas.
Es lo que tiene tener una mirada académica sobre las cosas o leer una historia como un ejercicio escolar que te debe proporcionar una gratificación inmediata y mensurable.
Has leído dos libros de siete y ya aventuras una etiquetación de situaciones -cuando es un libro de sensaciones y nod e sitauciones- con cierta simplicidad mácanica.
Las 80 páginas con las que te castiga Proust son un compendio de las relaciones de clase en el estamento militar a finales del siglo XIX en Francia y por extensión en el resto de Europa. Mejor que unos cuantos manuales.
La Sra de Villaparisis representa una vieja aristocracia de salón culta y amable, cultivada en la época napoleónica y sin la arrogancia e insensibilidad de los prohombres enriquecidos por la revolución industrial y el ferrocarril.
En fin, que esta serie de libros no se prestan al uso del bisturi porque es un texto orgánico que desafía las disecciones y más cuando solo se ha leído tan poco de una historia que adquiere sentido cuando se llega al punto final.
Es mi sincero criterio sobre este asunto y tu interpretación.
Saludos
Cada lectora y lector es un mundo cargado de experiencias, emociones y sensaciones, por ese motivo todo libro será leído de múltiples maneras y todas son igualmente válidas desde mi punto de vista. Por esa razón acepto con una sonrisa tus juicios de valor sobre mi manera de leer a Proust y otra sonrisa sobre tu manera apasionada de leerlo tú.
EliminarY una pequeña rectificación, he leído tres, no dos tomos.
Saludos y felicidades por tu "manera" de leer a Proust que denota mucho de tu "manera" de ser.
Gracias por mostrarme lecturas que, casi con toda seguridad, no realizaré (sigue asustándome demasiado). Al menos así las conozco un poco.
ResponderEliminarAbrazo!
Es una lectura peculiar en la que se necesita tener resistencia :)), cosa de la que no voy muy sobrada.
EliminarAbrazos!
Está claro que no hay dos lectores iguales para un mismo libro. Comentas con sinceridad tus impresiones acerca de esta obra y esa debe ser la premisa que uno debe asumir al escribir sus sensaciones lectoras. Bien hecho. A Marcel Proust y su “En busca del tiempo perdido” le tengo “cogiendo cuerpo” en una barrica de roble, como un rioja, esperando que llegue el momento oportuno para catarlo. Lo haré, sin duda. Un saludo Laura.
ResponderEliminarNo tengo otro compromiso que conmigo misma a la hora de comentar los libros que leo.
EliminarEs una obra importante y siempre había pensado en leerla sin animarme a hacerlo. Los primeros pasos están dados, veremos si llego al final.
Un saludo!!
Por el momento una sola pregunta ¿alguien envidia la vida aristócrata que se narra en esta obra?
ResponderEliminarYo no, desde luego.
EliminarLo que dice un compi de arria, es cierto, no hay dos lectores iguales...pero sí te digo un cosa, mi padre es un gran lector, y tenemos los mismos gustos..y he heredado de él, ya eu seguimos con libros de papel, ponerles nota del 1-10---jejeje,,,un abrazo desde Murcia...y la fecha de cuando los leemos...
ResponderEliminarNunca me he animado a poner notas a las lecturas, pero es una buena manera de tener un listado para recordar de lo mejor a lo más flojo. Sí que apunto siempre la fecha de lectura porque eso me permite encontrarlos en las libretas de lecturas.
EliminarENTRE MAS TE LEO , MAS TE ADMIRO. QUE CAPACIDAD DE LECTURA Y DE HACER UNA RESEÑA TAN BUENA.
ResponderEliminarABRAZOS LAURA
CARLOS
Gracias por tan amables palabras Carlos Alberto.
EliminarAbrazos!!
Como el Ulises de Joyce, la obra de Marcel Proust espera en mi debe a tiempos más serenos. Un abrazo, amiga. Gracias por tu visita.
ResponderEliminarSeguro que llegará su momento. Siempre recomendaré a Joyce por delante de Proust, aunque es un gusto personal.
EliminarUn abrazo!!
Ay, que tiempos aquellos... Nunca leí de un modo contundente a Proust, y me parece que ya como que me veo sin fuerzas...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
Bueno, sonará como irreverencia pero no me parece preocupante :))
EliminarUn abrazo!!
Amiga, solo para decirte que la imagen en BN de la calleja está tomada en Córdoba.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Estuve en Córdoba el año pasado para semana santa y estaba casi segura de que era ahí. Gracias Ildefonso.
EliminarUn abrazo!!
¡Hola!
ResponderEliminarTodavía no lo he leído, aunque ganas no me faltan. :)
Estupenda reseña.
Besos.