Cuando en el mes de agosto comenté mi decepción tras la lectura de Rosa candida de Audur Ava Ólafsdóttir,
Agnieszka, del blog “Si no leo, desespero”, me hizo el siguiente
comentario: Si te apetece leer sobre
jardines, aunque sin rosas, recomiendo “El jardín de las brumas”.
Mi interés por los jardines es meramente estético y me atraen por sus
flores, especialmente si hay rosas, sin embargo no podía desatender la
recomendación de Agnieszka y me hice con una edición de bolsillo.
La novela tiene 507 pág. y una nota del autor, en total 510 pág. Su título
hace referencia al jardín que Nakamura Aritomo, que había sido jardinero del
Emperador de Japón, crea en Yugiri, Malaya, en una zona montañosa en la que las
brumas se espesaban y borraban las montañas…
Unas (…) montañas donde la respiración de los árboles se convierte en bruma, donde la bruma colma las nubes y cae sobre la tierra de nuevo en forma de lluvia, donde la lluvia es absorbida por las raíces en las profundidades de la tierra y vuelve a prolongarse como vapor a través de las hojas treinta metros por encima del suelo (p. 160).
Tan Twan Eng nació en 1972 en Penang, Malasia. Estudió Derecho en
Londres y trabajó como abogado en un
gabinete jurídico de Kuala Lumpur, hasta dedicarse por completo a la escritura.
Aficionado a las artes marciales, es primer dan en aikido. Su primera novela, El don de la lluvia (2008) fue nominada
para el Man Booker Prize en 2007. Con El jardín de las brumas volvió a ser finalista de este premio que elige el mejor
libro del año en lengua inglesa, en su edición de 2012. Ha sido galardonado con
el Man Asian Literary Prize, premio al mejor libro escrito por un novelista
asiático.
La novela gira alrededor de la exquisitez del diseño de los jardines
japoneses, por tanto la belleza y el arte, entremezclado con la capacidad para
la violencia de los soldados japoneses durante la II Guerra Mundial cuando
ocuparon una parte importante del sudeste asiático. Guerra, arte, memoria,
recuerdos…
La práctica del diseño de jardines había surgido en los templos de China, donde el trabajo lo realizaban los monjes. Se creaban jardines para acercarse a la idea del paraíso después de la muerte. En Sakuteiki se hacía referencia más de una vez al Monte Sumeru, el centro del universo budista, y yo comencé a comprender por qué tantos jardines de los que había visto en Japón tenían una formación rocosa distintiva como característica central. Las montañas dominaban los paisajes geográficos y emocionales de Japón y, a través de los siglos, su presencia había perpetrado en la poesía, el folclore y la literatura (pp. 131-132).
La posguerra no significó la paz para Malasia puesto que hubo guerrillas
comunistas que trataron de hacerse con el poder y, por otro lado, los
nacionalistas malayos luchaban por la autodeterminación.
En un trasfondo tan complejo, dos personajes protagonizan la novela:
Aritomo, el jardinero del Emperador, y Yun Ling superviviente de un campo de
prisioneros japonés, ambos logran una compenetración llena del misterio envolvente
de su pasado. Es ese misterio, adobado debidamente por la providencial lentitud
de la narración cuando se trata de escritores asiáticos, la que ha estado a
punto de provocarme el aburrimiento en la primera mitad de la novela. Luego,
cuando se van desvelando los interrogantes que como lectora, guiada por el
autor, me iba planteando, la novela cobra un ritmo y una intensidad que a mis
ojos la hacen una obra notable. Resultan interesantes los diversos personajes
secundarios y el espacio geográfico, la selva como amenaza, etc.
He disfrutado con aspectos desconocidos para mí como el arte de los
jardines, el de los ukiyo-e (entre
los que menciona La gran ola de Kanagawa,
de Hokusai), el de los tatuajes (en
realidad horimonos), la manera de ver
la vida de quienes se consideran taoístas (esta algo más conocida para mí), la
crueldad extraordinaria en los campos de trabajo japoneses o las referencias a
un país desconocido para mí como Malasia.
El autor es un buen narrador, tiene una escritura con elevadas dosis de
lirismo que no le impiden tratar aspectos de violencia y la conversión de los
presos de los campos de trabajo en esclavos y las mujeres más jóvenes y
hermosas en esclavas sexuales. Los momentos en que describe el paisaje, las
emociones íntimas y la concentración que Aritomo pone en práctica, por ejemplo,
cuando practica el tiro con arco, son las más poéticas y en las que el tiempo
parece suspenderse.
Me alegro de que te haya gustado. Saludos!
ResponderEliminarLo descubrí en el blog de Agnieszka y me animas a hacerle caso. Lo buscaré en la FIL la próxima semana ;)
ResponderEliminar¡gracias!
Lo apunté cuando Agnieszka nos lo hizo conocer. Aquí no ha llegado aun, aunque espero que lo haga alguna vez. Tus líneas refuerzan mi interés, U-to.
ResponderEliminarAh! Me encantó la foto del ocaso que has subido. Parece que la banda sigue tocando...
Un beso grande!
Me parece que esta novela es un tejido delicadísimo, sólo un presentimiento. Beso, Uve.
ResponderEliminarMe parece una bella elección.
ResponderEliminarLos jardines japoneses son maravillosos, todo tiene un porque...pero cualquier trozo de tierra puede convertirse en un jardín mágico si los jardineros están atentos a su llamado...
He construído un jardin
(...)
Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada.
(...)
Corre paradigma de miel...
(...)
Aquí, no hay poder del
pensamiento ni saber
que al mundo modifique
Paciencia solamente
que busca sentimiento,
sentido en la astillada
totalidad del puma
cruzando el tiempo como
a un tapiz. El bosque
se transforma en jardín
a medias modelado
por la conciencia humana
como si una mujer hablara a otra en
un cruce de aguas profundas y claras
Extractos de dos poemas de Diana Bellesi.
Besos Laura buen fin de semana.
El jardín para mi gusto, debería ser un espacio para la paz, incontaminado y algo salvaje, como una sucesión de imagenes y distintos colores agrupados. Un beso.
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ResponderEliminarMe despiertan la curiosidad, me atraen las culturas distintas, exóticas para mí... como las orientales.
Los jardines de estilo japonés me transmiten sosiego, paz y un espacio de intimismo y meditación.
Pero eso de que el libro no enganche hasta la mitad y el ritmo sea tan lento... como que no me apetece mucho ahora mismo.
Lo que me ha gustado mucho es la nueva foto de la portada... ese sitio tiene muy buena pinta... ;)
Y también 'Fiona Joy Hawkins' (Song Phonique - Piano). No la conocía. Gracias!
Petonets, abrazo y que disfrutes mucho del fin de semana!!!!
:)
Delicada y dura parece este libro. Que me descubres y me dejas con ganas. Eso sí, lo que más te agradezco hoy es el tema que dejas de Fiona Joy Hawkins. Normalmente entro por tu casita, pongo la música y me pongo a leer. Pero hoy no he podido. Hoy me he dejado llevar por esta música, mágica, sentida... Me ha llenado, me ha dejado en las nubes... Es preciosa!
ResponderEliminarBesotes!!!
Ante todo, que no se me olvide....me gustò el video de Fiona...
ResponderEliminarSobre el libro...que no he leido....te dirè que de entrada si lo viese en una libreria y leo la contraportada y leo que va sobre las relaciones entre un jardinero preciosista y un represaliado de guerra....creo que no lo compraria...el contraste me parece demasiado evidente y hasta manido.
Pero leyendote veo que aqui hay muchìsimo mas....y que los temas no se reducen a ese, sno que eso solo es un punto de partida para desarrollar otras muchas ideas....luego pese a las mas 500....lo anoto. Bonito tatuaje. Un abrazo
¿Será un jardinero una actitud
ResponderEliminarque tiene aspiración de universal?
Te dejo un soneto de jardines:
http://espaciosparaempezareldia.blogspot.com.es/2010/08/me-he-plantado-ante-ti-delante-tuyo-y.html
Y un abrazo cuidando del jardín
Muy interesante la lectura que propones... no lo conocía.
ResponderEliminarQuiero aprovechar para pedirte un disculpa, he andado muy atorado de tiempo porque estaba empeñado en terminar mi novela. Y no he podido pasar por acá.
Abrazos
Carlos
Significativo ese hermanamiento entre el esteticismo y la violencia porque esa así aunque muchos se echen las manos a la cabeza sin explicarse como el mismo pueblo del que han surgido los más excelsos compositores también ha creado los mayores asesinos en masa. Japón es prueba de ello y sus narradores, que también son los cineastas, lo demuestran en sus obras.
ResponderEliminarLa excesiva búsqueda de la elegancia, la sutileza y la belleza puede crear monstruos goyescos.
Besos
El jardín es el imposible intento humano de domar a la naturaleza, muy propio de temperamentos obsesivos como los japos. Yo tengo un terrenito donde antes intenté recrear uno de esos pedazos de floresta cartesiana, y que hoy veo como una pequeña selva que cerca la trasera de mi casa, tan bella por sí sola.
ResponderEliminarQue sea buen narrador es importantisimo...un saludo desde Murcia...tomo nota...
ResponderEliminar¡Qué tarde llego! Ahora te digo por qué... Ya cuando nos hablaste del autor me llamó muy poderosamente la atención lo que nos describías, busqué el libro sin demasiada suerte pero lo leeré, está arriba en la lista de prioridades...
ResponderEliminarAcabo de tener una sobrina, es algo que quería compartir con mis mejores amigos blogueros, no quepo en mí de gozo. Un beso :)
¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!! Qué alegría!!!
EliminarUn beso!!
No suelo leer literatura asiática pero, por lo que dices, parece una buena opción. La tendré en cuenta.
ResponderEliminarAbrazo!
Creo que tiene todos los ingredientes que amo en una novela y me han hablado maravillas de este autor, así que así, sin dudarlo, me la apunto .. en un cuadernillo de verdad que es donde hago mi lista de la compra para cuando paso por la librería ( a veces decimos que lo apuntamos por decir :-) Me rechifla la cultura oriental, su estética, su mística, su minimalismo -tan alejado de mi naturaleza- su escrupulosos respeto por todo seres vivos, inertes, todo.. una vez fui a un curso de Ikebana ... solo la manera en la que toman las flores, su simplicidad... su elegancia te acariciaba el cerebro ... es verdad que al lado de lo más etéreo y elevado convive la más absoluta barbarie.. supongo que donde se eleva tanto el espíritu hacia arriba, otros eligen invertir la trayectoria en sentido inverso.
ResponderEliminarMuchas gracias LAURA, se me ha hecho la boca agua :-)
Un beso grande.
Este lo apunto.
ResponderEliminarYa el título es sugerente para mí.
Hace poco publiqué un post sobre La Mer de Debussy en el que saqué lLa Gran Ola de Hokusai.
; )
Buen finde y besos!
Solo quería comentar, a quien lea estas líneas, que llevo dos semanas desbordada de trabajo y de otros asuntos que me impiden ocuparme hasta de mi propia casa. Y esta situación no ha acabado, me queda otra intensa semana en la que estaré casi desaparecida.
ResponderEliminarOs dejo un pequeño candil para que no tropecéis si deseáis entrar por aquí, la chimenea encendida, la nevera llena y serviros vosotros/as mismas. Si nos encontramos lo celebraré y si no es así, espero que cuando pueda descansar y retorne la calma volváis a pasar para hablar, sobre todo, de libros (sigo leyendo pero con un ritmo lento).
Salud y abrazos!!
Utópicos bancuentes: ¡Abran paso,
ResponderEliminarque queremos volar en 2015!
Y un abrazo colgante en un jardín
29 de diciembre de 2014, 18:04
No encuentro mejor abrazo que en un jardín ;))
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