La novela la compré porque es un autor que me gusta y ya he leído otras novelas suyas. Ésta que hoy comento pertenece a la serie de los investigadores (no policías), Patrick Kenzie y Angela Gennaro. De esta serie, formada por siete novelas, he leído tres:
Desapareció una noche,
Plegarias en la noche y ésta que comento.
La última causa perdida está relacionada con
Desapareció una noche, ésta última trataba de la desaparición de Amanda McCready, una niña de cuatro o cinco años, que vuelve a esfumarse, ya en la adolescencia, en
La última causa perdida.
Además de estas tres novelas, he leído dos más, ambas llevadas al cine, la primera dirigida por Clint Eastwood en el 2003, Mystic River y la segunda por Martin Scorsese en 2010, Shutter Island.
He visto ambas películas y los dos directores son de mis favoritos, incluso, pese a su conservadurismo, admiro más a Eastwood. Tuve, sin embargo, una experiencia diferente con ambas películas,
Mystic River la vi recién leída la novela, y pese a que es considerada como una gran película a mi no me convenció.
Shutter Island la vi algunos años después de leída la novela, que fue publicada en 2005, y me gustó más. Esta experiencia me sirvió para no volver a ver películas basadas en novelas recién leídas, la imaginación de quien lee nunca, o casi nunca, va a coincidir con la adaptación al cine y siempre decepcionará, salvo en el caso en que la novela sea peor que la película. Os recomiendo encarecidamente
Mystic River.
Tras esta introducción tan larga, la novela que hoy comento está en mi atril (ya dije en otra ocasión que esta palabra siempre me sale en catalán: faristol). La novela tiene 318 páginas y el título hace referencia a la última investigación que Patrick Kenzie lleva a cabo, decepcionado por el resultado de su trabajo (su compañera, Angela Gennaro, participa poco por estar al cuidado de la hija pequeña de ambos).
Dennis Lehane es un escritor estadounidense nacido el 4 de agosto de 1965 en Dorchester, Boston, Massachusetts. Los espacios de su ciudad han servido de inspiración para los ambientes populares urbanos de sus novelas. De ascendencia irlandesa, sus historias retratan la vida de grupos inmigrantes o marginados en Boston, a la vez que constituyen un retrato de la cultura irlandesa, resaltando el peso de la religión católica en varios de sus personajes. También es autor de tres episodios de la quinta temporada de la serie de TV
The Wire.
Han pasado doce años desde que Amanda McCready desapareció de su casa de Boston. Ahora en plena adolescencia vuelve a desaparecer y Patrick Kenzie, que la había encontrado de niña y devuelta a su madre, vuelve a ser requerido para encontrarla. En la nueva investigación Kenzie, con la ayuda de su compañera, realiza una reflexión acerca de, si aquello que legalmente es correcto lo es desde el punto de vista humano. Esa reflexión generará tal contradicción en Kenzie que provocará una decisión personal al final de la novela. La búsqueda de Amanda pondrá a los dos investigadores en contacto con las mafias de los países del este de Europa, afincadas en Boston.
La trama está muy bien ligada y mantiene la intriga durante toda la novela, los personajes están bien definidos y son atractivos, recuperando personajes de la anterior novela, como Bubba del que, dice Kenzie, teniendo “en cuenta que es del tamaño de un rinoceronte plantado sobre las patas traseras, su habilidad para pillarme por sorpresa nunca deja de impresionarme” (p. 313). Estamos ante una novela negra, no sólo una novela policíaca, por la descripción que el autor realiza de la sociedad norteamericana, de los barrios de inmigrantes y de las mafias del crimen. Por si fuera poco, el sentido del humor no falta en la novela, a pesar del género negro en que la podemos situar.
FRAGMENTOS:
Comparto con Kenzie el gusto por vivir en la ciudad y no en zonas residenciales… hmmm… qué bien lo explica.
---“Prefiero el metro: entras por un agujero en una punta de la ciudad y sales por otra; y nunca tienes que darle a la bocina, ni una sola vez. No me gusta podar céspedes, ni recortar setos ni recoger los restos de tales actividades. No me gusta ir a centros comerciales ni comer en restaurantes que formen parte de una cadena. De hecho, el atractivo de las afueras –tanto en general como en particular- es un concepto que no acabo de pillar. [
ni yo]
Me gusta el sonido de los martillos pilones, los aullidos nocturnos de las sirenas, las cafeterías abiertas las veinticuatro horas, los grafitos, el café servido en vasos de cartón, el vapor que sale del subterráneo, los guijarros, los tabloides, los anuncios luminosos, los que gritan “taxi” en las noches de frío, los chaperos de esquina, el arte callejero, los pubs irlandeses y los tíos que se llaman Sal.
De todo eso no hay gran cosa en las afueras, por lo menos en la cantidad a la que estoy acostumbrado” (p. 61).
Comparto con Angela Gennaro su concepción de la maternidad…
---“¿A quién en su sano juicio le gusta mantener catorce conversaciones sobre árboles (es lo que hace su hija de cinco años)? Y todas ellas dentro de las mismas veinticuatro horas. Adoro a esa cría, pero es una anarquista. Se despierta cuando le da, considera positivo mostrarse enérgica a las siete de la mañana, a veces se pone a berrear sin motivo, decide de improviso qué comidas se zampará y cuáles rechazará te pongas como te pongas, mete la cara y las manos en los sitios más asquerosos y no nos la quitaremos de encima durante catorce años más, por lo menos, y eso si tenemos suerte de que la acepten en alguna universidad que no nos podremos permitir” (p. 65).
Otros fragmentos:
---“Le sucede a la mayoría de las personas (…). Se pasan la vida esperando que alguien les diga lo que tienen que hacer y en quién deben convertirse. Eso es todo lo que quieren. Ya se trate de un político, de un cónyuge o un líder religioso, todo lo que le piden a la vida es un Alfa” (p. 149).
Nota de humor en un momento de suma violencia:
---“Intercambiamos nuestro viril abrazo ruso, oímos un ruido y vimos a Tadeo tirado en el suelo de la caravana, respirando como un pez que hubiese llegado a la costa a lomos de una ola, olvidándose de dar marcha atrás” (p. 301).
En la última página, Kenzie desea simplemente:
---“Que mis alegrías superan mis penas” (p. 318).
RECOMENDACIÓN: se trata de una buena novela que recomiendo. Sin embargo no empezaría a leer a Lehane por esta obra sino por el inicio de la serie de estos investigadores, o como mínimo por
Desapareció una noche. Por supuesto os recomiendo la estupenda
Mystic River.
Ya sabéis que ando con pocas palabras (esta entrada, sobre la novela de Lehane, estaba ya hecha, no hubiera podido hacerla estos días), así que ayer me fui a pasear y a MIRAR EL MAR, que es también el título de un poema de Mario Benedetti.
Cuando contemplo el mar desde mi arena
y llegan olas con el infinito
no tengo más remedio que quedarme perplejo
hablo conmigo mismo y con las cosas
me siento mínimo/insignificante
recurro a mi energía y no la encuentro
la habré dejado en casa
en el mar caben todos los enigmas
cuando el viento lo peina
es una maravilla
los pájaros se acercan y lo besan
porque saben que el mar es universo
mirarlo es a veces suficiente
por eso lo contemplo hasta el cansancio
piélago a piélago y acantilados
Para qué hablar si Benedetti lo dice tan bien... Este paseo me ayudó a relativizar y a disfrutar con la belleza de mirar el mar y ver ponerse el sol.