Esta semana no os hablo de un libro como refugio ante la adversidad (o quizás sí), sino de un libro de aventuras en el mar, una especie de odisea a la danesa, que nos sitúa en los veloces barcos a vela que surcaban los mares transportando mercancías o pescando. Así que buscad un lugar cómodo, vuestras pantuflas favoritas (o vuestros salones rojos, esos que nunca me he puesto salvo en la imaginación), ropa cómoda (o porqué no, vuestro black dress ajustado, ese si lo tengo) y dedicad tardes enteras a conocer esta saga danesa. Vais a disfrutar...
Me gustó la reseña que hizo Agnieszka sobre este libro, lo compré y como me iba de viaje pensé que con un libro de 693 páginas tendría suficiente lectura. La realidad fue que pude leer muy poco y no fue buena idea emprender la lectura de un libro tan largo en esos momentos. El título responde a los muchos ahogados que provocaba la navegación a vela entre los vecinos de una localidad danesa, Marstal, dedicados al mar durante generaciones.
Me gustó la reseña que hizo Agnieszka sobre este libro, lo compré y como me iba de viaje pensé que con un libro de 693 páginas tendría suficiente lectura. La realidad fue que pude leer muy poco y no fue buena idea emprender la lectura de un libro tan largo en esos momentos. El título responde a los muchos ahogados que provocaba la navegación a vela entre los vecinos de una localidad danesa, Marstal, dedicados al mar durante generaciones.
Carsten Jensen (1952),
escritor danés, hijo de un capitán de buque de carga, se dio a conocer como
periodista escribiendo reseñas en el diario Politiken.
Fue reportero en diversos países asiáticos y de América del sur. Autor de
novelas, ensayos y crónicas, logró sus primeros éxitos con libros de viajes, Nosotros, los ahogados fue publicado en
2006.
Pese a que no era el mejor
momento para encarar una lectura tan larga, me la tomé con la calma precisa
para poder disfrutar con sus muchos personajes y sus múltiples tramas que
encajan en la saga marinera de Marstal a lo largo de cien años, desde mediados
del siglo XIX hasta mediados del XX. La novela empieza con la guerra entre
Dinamarca y los ducados alemanes de Scheleswig-Holstein en la que encontramos a
los primeros marineros de dicha localidad y concluye con la intervención de
marinos daneses en los convoyes aliados perseguidos por los aviones alemanes al
final de la II Guerra Mundial.
Entre una guerra y la otra,
cien años de marinería en la que los habitantes de Marstal, casi niños, se
embarcan como si estuvieran conducidos a ello por el destino. La navegación a
vela en el Atlántico Norte, el Báltico o el Pacífico suponía afrontar
aventuras, riesgos, naufragios y ahogados, muchos ahogados. A lo largo de esos
cien años vemos declinar los veloces clippers y las goletas en beneficio de los
barcos a vapor y, por fin, de motor.
En la vida de todo marino llega un momento, pensé, en el cual ya no se siente a gusto en tierra, y entonces se entrega al Pacífico, donde no hay tierra que obstaculice la visión, donde cielo y mar se refleja mutuamente hasta que quien mira no sabe cuál es cuál, y la Vía Láctea semeja la espuma de una ola que rompe cuando el globo se mece como un barco en medio del flujo y reflujo del cielo estrellado, y el propio sol no es más que un punto incandescente de fosforescencia en el mar de la noche (151-152).
Mientras los hombres se
lanzan al mar, se van del pueblo, a veces durante meses e incluso años, las
mujeres esperan su regreso atendiendo la casa y las criaturas que van teniendo
en los fugaces momentos en los que regresan los hombres. La familia que queda
en Marstal tiene que afrontar la penuria cotidiana, la preocupación y el miedo
por el destino del marido, padre o hijo y tratar de llevar una vida normal si
es posible.
No navegamos porque hay un mar, sino porque existe un puerto. No empezamos buscando metas lejanas. Lo primero que buscamos es protección (245).
Los personajes van
apareciendo a lo largo de los cien años que abarca la novela y nos van
transportando a las goletas (la mayor parte de la novela transcurre en el mar),
a la dureza de la vida en un espacio reducido, la violencia que emerge como
algo consustancial a la vida del barco, sobre todo por parte del capitán y el
primer oficial, las tempestades, los momentos de calma chicha, los puertos en
los que se desembarca brevemente, etc.
Tres personajes destacan por
encima de los demás, aunque hay secundarios muy interesantes, Albert Madsen, un
viejo marino que ha regresado tras una larga experiencia en el mar, cosa
excepcional; Knud Erik Friis al que vemos desear su turno de navegar pese a la
oposición de su madre, viuda de un marinero ahogado; y ella misma, Klara Friis, que intenta alejar del mar no solo a
su hijo sino a todo Marstal. Y es que esta localidad es de las mujeres puesto que
los hombres o están navegando o muertos, ahogados. La variedad de personajes
femeninos es llamativa, desde la viuda Rasmusen que consolaba a otras viudas
cuando llegaba la fatídica noticia, la propia Klara, Karoline, esposa de
Laurids y mujer tradicional que cumple con su papel, Erna, etc., etc.
A través de los personajes
de la novela de Jensen y de una voz colectiva (ese “Nosotros” que ya aparece en
el título y a lo largo de toda la novela), la de la comunidad, el autor va
desgranando historias que suponen el paso de la niñez a la madurez, de la
tradición marinera a la modernidad, y todo ello a través de viajes que recorren
los mares y en los que el odio, el amor, la venganza, la amistad, la traición y
otras muchas emociones, van tejiendo una historia que sin ser de acción,
imprime un ritmo a la historia que no nos deja desengancharnos de todos los
sucesos que se van produciendo. Inevitable pensar en la Odisea, en Ulises, en Penélope, pero también en muchos otros libros
de viajes y autores como Stevenson o Conrad.
(…) no basta con saber adónde quieres ir, porque la vida, igual que la ruta del barco de vela, no consiste prácticamente más que en rodeos, causados bien por la calma chicha, bien por la tormenta (446).
El autor, que narra esta
larga historia con inteligencia y calidad literaria, consigue que una historia
muy localista alcance valor universal por las muchas emociones y sentimientos
que pone en juego, de tal forma que las preguntas y las reflexiones nos acompañan a lo largo de su lectura. Una buena
novela que, por cierto, ganó el premio más prestigioso de Dinamarca, el Danske Banks Litteraturpris. Huelga
decir que me han entrado unas tremendas ganas de llegar hasta la isla de Aero en
la que está ubicada la localidad de Marstal, lugar de nacimiento de Jensen.