Cuando pensé en qué fragmento elegiría para hacer esta
incitación a la lectura que estamos realizando Marcelo Z, Carlos y yo, enseguida
me vino a la mente la magdalena de Proust.
Ya conocía ese fragmento, sin haber leído la obra, porque
ha pasado a denominar el proceso de evocar momentos del pasado a partir de un
objeto, acto, sabor, color u olor desencadenantes del recuerdo.
Pese a que, en las noventa páginas que llevo leídas
cuando redacto este texto, ya he llegado al famoso fragmento, decidí
descartarlo en favor de la bella evocación de un refugio bajo los tejados…
(…) subía a sollozar al punto más alto de la casa, junto a la sala de estudio, bajo los tejados, a un cuartito que olía a iris y perfumaba también un grosellero silvestre, crecido fuera, entre las piedras de la muralla, y una de cuyas ramas en flor entraba por la ventana entreabierta. Aquel cuarto, destinado a un uso más especial y vulgar y desde el que, durante el día, se llegaba con la vista hasta el torreón de Roussainville-le-Pin, me sirvió durante mucho tiempo de refugio –seguramente porque era el único que me permitían cerrar con llave- para todas mis ocupaciones que reclamaban una soledad inviolable: la lectura, la ensoñación, las lágrimas y la voluptuosidad.
Cualquier comentario de quienes lo habéis leído, de
quienes sabéis de la magdalena o de quienes nos hemos apuntado a leerlo (estáis
a tiempo de uniros a una lectura que no tiene tiempos, ni plazos), será bienvenida.
Sonrisas en mi boca, Cuando de repente un aroma familiar trae a mi memoria recuerdos de la infancia.
ResponderEliminarRetazos de la propia inocencia que emergen desde el fondo del tiempo, inundan el presente y se hunden de nuevo, dejando una estela de viejos colores que templa el corazón. Un beso.
P.S. Al comienzo me parecia un poco ñoño, hasta que fue, el autor, describiendo retratos, usos y costumbres, algunas horribles, captando mi atención y dibujando personajes en mi imaginación. caminé hasta señalar el hito numero 147.
No es fácil rememorar el pasado de forma vivida, así que la sorpresa puede aparecer sin previo aviso, por ejemplo saboreando un trocito de ma(g)dalena, oliendo humo de chimenea, saboreando un antiguo y olvidado sabor (¿de un tomate?).
EliminarSigo tu estela a cincuenta páginas de distancia, no vi ñoñez en el inicio aunque creo saber a qué te refieres.
Un beso!!
La evocación de la magdalena fue el tema de una clase sobre análisis sensorial que tuve en un posgrado allá por el 2003, sobre lo difícil que resulta poner en palabras el recuerdo de algo que ha impresionado nuestros sentidos en un pasado remoto.
ResponderEliminarMe enamora la manera en que Proust expone sus ideas, por más que en algunos momentos se vuelva enredado y repetitivo. La traducción de Estela Canto, de la edición de Losada, es para sacarse el sombrero. Chapeau!
Muy difícil, de hecho muchas veces desearíamos que así fuera para "recuperar el tiempo perdido", pero no es fácil.
EliminarMe encanta leer esos episodios que se van encadenando y esos personajes de las tías y tíos, las tías abuelas y abuelas...
Al final decidí comprar una edición nueva y la traducción es de Carlos Manzano de RBA.
Un abrazo!!
Ahora estoy con lecturas más ligeras, pero en cuanto tenga algo de tiempo y la mente más despejada, no lo descarto.
ResponderEliminarHay que encontrar el momento, para mi ha pasado mucho tiempo, pero así son las cosas.
EliminarNo voy a decir nada porque no lo leí, no leí Proust, sólo que, cual mujer desnuda, me mostraste este párrafo que me invita a no postergar más esta incursión. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno, Darío, yo acabo de empezar y simplemente incito a su lectura casi a ciegas.
EliminarAbrazo!
Tengo a Proust entre mis eternos pendientes; confieso que me provoca cierto temor, me pregunto si estaré a su altura, pero como la única forma de saberlo es leyéndolo, seguro que lo haré más temprano que tarde.
ResponderEliminarBesos.
Te comprendo, he sentido esa misma impresión, especialmente por su dimensión.
EliminarBesos!!
No puedo hablar de Proust con distancia, como tampoco se puede hablar de una persona que ha sido clave en tu vida. Tenía veinte y pocos, estaba haciendo la mili cuando leí tomo a tomo En busca del tiempo perdido. He vuelto a leer los primeros tomos en otras dos ediciones y traducciones diferentes aunque sigo quedándome con la que realizó Pedro Salinas, Quiroga Pa y Consuelo Vergés. No es un tema baladí, Proust requiere una buena traducción si no se puede disponer de la obra original.
ResponderEliminarComo escribió Proust en la cita de la entrada que le dediqué:
(http://suicidasperezosos.blogspot.com.es/2008/05/un-libro-para-una-isla-desierta.html)
"El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma"
Besos
Espero contar con tus opiniones sobre este primer volumen dadas las relecturas que has hecho y la importancia que le das en tu vida. No sé si tendrá el mismo efecto en mi, de momento solo puedo decir que estoy disfrutando con su lectura, que encuentro fragmentos que releo varias veces.
EliminarHablé con mi librera sobre el tema de la traducción y finalmente opte por la traducción de Carlos Manzano, espero haber acertado.
Besos.
La de Carlos Manzano no está mal, he llegado al tomo 3. En cambio, la de Mauro Armiño en Valdemar es espantosa empezando por el título: A la busca del tiempo perdido.
EliminarUff!! menos mal :))
Eliminar
ResponderEliminarQué importantes son los refugios en los que güarecerse... vaya donde vaya, siempre busco el mío hasta encontrarlo... o crearlo.
Y qué ricas las magdalenas y más si son caseras...
No creo que pueda olvidarme nunca del guiso de gallina de mi abuela materna allá por mi infancia: El maravilloso olor que llenaba la cocina, el sabor del pan untado a escondidas en la salsa, el puchero borboteando por encima de mi cabeza... mmmmmmm...
No he leído nada de 'Proust'. No ha 'llamado' nunca a mi puerta o yo no he oído o he sido capaz de oir su llamada, pero 'qui lo sa'... por si acaso, tomo nota para más adelante...
Que disfrutéis mucho de la lectura compartida!
Petons y un fuerte y cálido abrazo!!!!
:)
No puedo vivir sin un espacio mío, amoldado a mi, aunque sea pequeño.
EliminarHe de confesar que las magdalenas no me dicen nada, aunque tendría que probar las de Adriana. Sin embargo esa imagen que describes del puchero y ese olor del guiso de gallina... aisss que se me hace la boca agua.
Estaría señalando párrafos continuamente y no puede ser ;)... Proust dice, y que razón tiene, que la lectura es mágica como un sueño profundo (la tenía reservada para el lateral pero te la ofrezco a ti a cambio de esa evocación del guiso de tu abuela).
Petons i abraçades estimada X!!
Yo leí el camino de Swann hace mucho tiempo. Entre mis muchas tareas pendientes está la de seguir con los siguientes tomos. Tengo sensaciones encontradas con este autor. Proust quizás sea el mejor prosista que he leído nunca, una y otra vez hay que volver sobre muchos fragmentos que se antojan perfectos (como el que nos regalas hoy) Otra cosa es la sustancia narrativa, que a menudo se te escapa entre las manos.
ResponderEliminarSeguramente tienes razón en lo último que señalas, pero es tan agradable transitar por su prosa que no puedo censurarlo por ello.
EliminarNo quiero, ni creo que pueda, leer los siete tomos seguidos, tendré que señalarme un ritmo para no abandonar su lectura como te ocurrió a ti. Tengo que pensar cómo hacerlo.
Algún día me atreveré con este autor... Algún día...
ResponderEliminarBesotes!!!
Claro que sí, seguro que ese día llegará si tú lo buscas.
EliminarUn abrazo!!
El fragmento de la magdalena es maravilloso, lo tengo guardado en mi carpeta de favoritos, y las que elegiste como imágen se ven deliciosas, aunque yo las hago de forma distinta como budicincitos y las relleno con dulce de leche, de hecho estoy ayudando temporalmente a una amiga en la cafetería en (repostería) y nos salen riquísimas (modestia aparte jaja).
ResponderEliminarVendré a comentar sobre el libro en la medida de mis posibilidades y sin leerlo, únicamente a través de tus fragmentos, donde mi mundo imaginativo se explaya a sus anchas...el tejado me recordó a la película La Prima Angélica de Carlos Saura.
Besos muchos Laura.
Tu evocación de las magdalenas que haces me llena de buenas sensaciones. Cómo me gustaría ir a esa cafetería a probarlas y a charlar contigo largo y tendido.
EliminarTus comentarios, igual que tus maravillosos regalos (en este caso una auténtico "pecado"), son siempre muy bien venidos.
Un abrazo y muchos besos, querida Adriana!!
DULCE REGALO
ResponderEliminarCorrijo: quise escribir "budincitos"
EliminarHola Laura, leí el libro hace tantos años que me resulta imposible acordarme de lo de las madalenas !!!
ResponderEliminarbesos Laura !!!!
Es un célebre pasaje en el que se evoca un recuerdo a través del sabor de las magdalenas mojadas en el té.
EliminarBesos!!!
Un fragmento, de los muchos, que me encandilan y me mecen en la calma de las tardes de verano:
ResponderEliminarUn golpecito en el cristal, como si algo hubiera chocado con él, seguido de una amplia caída ligera como de granos de arena soltados desde una ventana de encima, y después la caída extendiéndose, regulándose, adoptando un ritmo, volviéndose fluida, sonora, melodiosa, innumerable, universal: era la lluvia.
Hola U-topia, acabo de descubrir tu blog y me fascina porque dentro encuentro muchas de mis pasiones como la literatura o el arte. No leì a Proust, es una laguna mìa la literatura francesa, quizàs porque "En busca del tiempo perdido" consta de varios volùmenes pero es uno de mis pendientes que pienso comenzar a leer en breve. Pero el episodio de la magdalena lo conozco, es célebre, también yo revivo sobre todo a través de aromas y sabores momentos de mi infancia en una aldea gallega cuando huelo el café recién hecho, la sopa de fideos o saboreo unos higos o bizcocho casero. Veo a mi abuela, madre y tìas y me devuelve una felicidad indescriptible, sensaciòn de hogar.
ResponderEliminarUn abrazo desde Venecia, (te sigo para no perderte)
chusa
Venecia, qué maravilla. Bienvenida a este espacio, Chusa.
EliminarNos une la literatura y el arte, las evocaciones de un pasado feliz a través de olores y sabores como tan bien lo plasmó Proust en ese célebre fragmento.
Me oirás muchas veces decir que son los libros quienes me buscan aunque yo procuro facilitarles el camino, así que ya llegará el momento de Proust, igual que a mi me ha llegado ahora.
Un abrazo y me voy de visita a tu casa.
El final de curso me ha tenido alejada de mis visitas a tu blog y ahora que vuelvo me encuentro con tu nueva cabecera: ¡me encantan los rayos de sol que se filtran entre los árboles!
ResponderEliminarEn cuanto al libro, no lo he leído, así que estoy perdida en eso de la magdalena...
Abrazo!
Cómo te entiendo, el final de curso me ha llevado a estar en mínimos con el blog y con muchas otras cosas. Además tú tienes una criatura pequeña y aún es más difícil mantener el ritmo de final de curso, por fortuna ahora tendrás más tiempo y todo volverá a una cierta calma.
EliminarSi te apetece leer el fragmento lo encontrarás en internet muy facilmente.
Abrazo!!
Un amor de Swann, genial Proust. Un detallista que profundiza en lo que parece improfundizable (creo que esta palabra no existe, pero es lo que mejor se me ocurre para expresar lo que quiero decir). Me gusta como Proust nos mete en un personaje atormentado por los celos. Nos da verdadera lástima la pérdida. El fragmento de la magdalena no lo recuerdo, pero me imagino cómo debe describirlo Proust… todo un tratado, seguro.
ResponderEliminarUn saludo,
Estoy de acuerdo que profundiza en lo que parece imposible y de forma peculiar. El fragmento de la magdalena así lo refleja al evocar una sensación del pasado a través del placer provocado al saborear un trocito de magdalena ablandado en el té:
EliminarMandó ir a buscar uno de esos bizcochos, pequeños y rechonchos, llamados “magdalenas” y que parecen moldeados en la acanalada valva de una vieira y, abrumado por aquel día sombrío y la perspectiva de un triste mañana, no tardé en llevarme maquinalmente a los labios una cucharada de té, en la que había dejado ablandarse un trozo de magdalena, pero, en el preciso momento en que me tocó el paladar el sorbo mezclado con migas de bizcocho, me estremecí, atento al extraordinario fenómeno que estaba experimentando. Me había invadido un placer delicioso, aislado, sin que tuviera yo idea de su causa. (…)
Un saludo!!
Pdt: aún no he llegado al tema de los celos...
En su osadía los espíritus libres por exigencia y obligación son recompensados en el arrobamiento de de la literatura perpetua. Momento decisivo en ritual de transformación entre los misterios del universo y la firmeza del corazón, fuerza suficiente para aceptar y asumir toda nuestra existencia sin la ilusión y mito de solo ser. La función de la memoria nos lo decanta, y sin el menor esfuerzo, casi como el amor, es solo dejarse poseer y nada más. Te dejo un pasaje del Ulises que bien puede ilustrar crucial que puede resultar la memoria involuntaria.
ResponderEliminarEl señor Bloom ve dos moscas copulando en sobre el vidrio de la ventana.
“Pegadas al cristal dos moscas zumbaban, pegadas.
El fulgurante vino se le demoraba en el paladar, tragado.
Pisando en los lagares uva de Borgoña. El calor del sol, eso es. Parece como un toque secreto que me dice un recuerdo. Tocados sus sentidos se humedecieron recordaron. Escondidos bajo los helechos salvajes en Howth debajo de nosotros, bahía cielo dormido. Ni un ruido. El cielo. La bahía violeta hacia la punta Lion. Verde junto a Drumleck. Verdiamarilla hacia Sutton. Campos submarinos, las lineas de un leve pardo en hierba, ciudades sepultadas. Haciendo almohada de mi chaqueta ella tenía el pelo, tijeretas en las matas de brezo mi mano bajo su nuca me vas a desarreglar toda. ¡Oh, prodigio! Blancafresca de lociones su mano me tocó, me acarició: sus ojos en mí sin apartarlos. Arrebatado yací sobre ella, sus carnosos labios abiertos, besé su boca. Ñam. Suavemente me dio en la boca la galleta de anís caliente y masticada. Pulpa nauseabunda que su boca había mascado dulce y agria de su saliva. Alegría; lo comí; alegría. Vida joven, sus labios que me dio en hociquito Labios blandos calientes pegajosos gelatinogomosos. Flores eran sus ojos, tómame, ojos aceptadores. Unos guijarros cayeron. Ella siguió tumbada. Una cabra. Nadie. Arriba entre los rododrendros de Ben Howth andaba una cabra con paso seguro, dejando caer sus pasas. Emboscada tras helechos ella se rio en caliente abrazo. Lócamente yací sobre ella, la besé: los ojos, los labios, el cuello estirado latiendo, pechos de mujer llenando su blusa de velo de monja, gruesos pezones erguidos. Caliente la lamí. Me besó. Fuí besado. Cediendo toda me alborotó el pelo. Besada, me besó.
A mí. Y yo ahora.
Pegadas, las moscas zumbaban.”
Un poco de H. Bergson para acompañar esta nueva aventura no sobraría.
Besos querida Luna!!!
Respecto a la literatura, estoy trazando caminos (prefiero el plural) que me procuran placer, alegría y plantearme tantas preguntas que no sé si algún día encontraran respuesta pero que me ayudan a ser (más que a estar), por eso me gusta una palabra que he leído a Emilio Lledó: el bienser que parece no existir en favor del bienestar.
EliminarY Lledó dice: La lectura es el ejemplo más clásico de la libertad de inteligencia, de pensamiento. Leer es libertad, nos permite salir de nosotros mismos, de nuestro entorno pequeñito, y abrirnos a un universo nuevo. Y enlazo con ese magnífico fragmento de Joyce que recuerdo perfectamente y que, además de ser una descripción del amor y del placer magnífica, muestra esa memoria asociativa e involuntaria que tan bien muestra en el Ulises.
Tengo que confesar mi ignorancia porque no conozco a Bergson y lo que acabo de leer sobre él me atrae, ¿alguna propuesta concreta?
Y acabo con Aristóteles que dice que cuando quiero ver mi rostro me tengo que mirar en un espejo, pero cuando quiero mirar quién soy, qué soy, como me siento, para qué soy, tengo que mirarme en el rostro de un amigo, porque el amigo es el alter ego. Mirarme en tu rostro siempre me permite conocer mejor quién soy.
Besos, querido Aristos Veyrud!!
Si la intención es iniciarse en este filósofo mi recomendación sería su "Introducción a la metafísica", si es para relacionarse con Proust "Materia y memoria" también "Memoria y vida" textos recopilados por G. Deleuze. Como divertimento fuera de todo contexto existencial y ontológico "La risa". Cualquiera de esas obras son suficientes para pasar un gran momento y no se necesita de textos previos para leerlos, su pureza es como el mismo vodka solo o con liga son una puerta al Jardín de Dionisos!!!
EliminarBesos!!!
PD: La condición para pensar y existir con este pensador es que no haya ninguna obligación para escucharlo, sólo eso...digo yo...
Ya tengo Introducción a la metafísica y La risa, van juntas en el mismo libro.
EliminarYa te contaré.
Besos!!
Leer "que bien puede ilustrar LO crucial que puede resultar" y no "que bien puede ilustrar crucial que puede resultar"
ResponderEliminarHe leído un extraordinario fragmento sobre el monóculo que no puedo dejar de proponer para comentar, sobre todo porque va inserto en una parte de la novela que tiene como centro de todo los celos y que se me ha hecho un tanto pesada. Un fragmento lleno de sentido del humor y descripción psicológica a través de un objeto desaparecido en la actualidad.
ResponderEliminarEl monóculo del marqués de Firestelle esa minúsculo, no tenía reborde y -al obligar a una crispación incesante y dolorosa al ojo en que se incrustaba como un cartílago superfluo, de presencia inexplicable y materia rebuscada- infundía a su rostro una delicadeza melancólica y hacía que las mujeres lo consideraran capaz de grandes penas de amor, pero el del Sr de Saint-Candé, rodeado, como Saturno, de un anillo gigantesco, era el centro de gravedad de una cara que se adaptaba en todo momento en relación con él y cuyas trémula y roja nariz y bezuda y sarcástica boca intentaban con sus muecas estar a la altura del graneado fuego del ingenio con que centelleaba el disco de cristal y que jóvenes esnobs y depravadas -a las que hacía soñar con encantos artificiales y un refinamiento voluptuoso- preferían a las más bellas miradas del mundo, mientras el Sr. de Palancy (...), Pp: 392-393.
El pasaje que citas resulta fantástico, debido a la meticulosidad con que se describe, y al conocimiento minucioso de la naturaleza humana. Pero la descripción del juego de seducción, cómo la mente elabora e intenta decodificar los signos que 'el otro' nos muestra, hacen del texto un análisis profundo de la psiquis de ambos géneros.
EliminarEl autor conoce muy bien cómo actúan los celos enfermizos. Sin embargo se regodea en exceso, ¿no te parece? Estoy de acuerdo en que Proust es un gran conocedor de la psiquis humana.
EliminarFinalizada la lectura, me ha parecido plagada de ricas descripciones sobre los sentimientos humanos, a veces tan extensa que se prolonga en exceso, en la parte de los celos desearía uno saltarse párrafos enteros. La tercera para mí es la más encantadora. Los niños y el amor. Un beso
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