sábado, 20 de octubre de 2012

CORMAC McCARTHY, La carretera.



La novela de McCarthy la compré hace meses y la tenía en espera. Alguien me habló, y recomendó, la novela y la recuperé para su lectura inmediata. 

Decidí en el transcurso de su lectura, ver la película. La novela tiene 236 páginas y el título hace referencia a la carretera por la que caminan un hombre y su hijo en busca de personas buenas en un mundo arrasado.

Cormac McCarthy, escritor nacido en EUA en 1933, es ganador del Premio Pulitzer de ficción 2007 por esta novela.
Llamado Charles por tradición paterna, cambió su nombre por el de Cormac, a semejanza del legendario Cormac Mac Airt, uno de los más conocidos grandes reyes de Irlanda. McCarthy cursó estudios de humanidades en la Universidad de Tennessee durante el período 1951-1952, sin llegar a graduarse. En 1953 ingresó en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en la que permaneció durante cuatro años, dos de ellos destinado en Alaska, donde presentaba un programa radiofónico. En 1957 regresó a la Universidad de Tennessee. En 1961 contrajo matrimonio con Lee Holleman, que había sido compañera de universidad, con quien tendría su primer hijo, Cullen. Abandonó los estudios sin graduarse, trasladándose con su familia a Chicago, donde escribió su primera novela. Regresó a Tennessee, a Sevier County, finalizando allí su matrimonio.


La primera novela de McCarthy, El guardián del vergel, fue publicada por la editorial Random House en 1965. Albert Erskine, editor de William Faulkner hasta la muerte de éste en 1962, continuaría editando a McCarthy durante los siguientes veinte años.

En el verano de 1965, antes de la publicación de su primera novela, utilizando los fondos de una beca de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, McCarthy embarcó en el buque de línea Sylvania, con la intención de visitar Irlanda. Durante el trayecto conoció a la inglesa Anne DeLisle, que trabajaba en el barco como cantante, con quien contrajo matrimonio en Inglaterra en el año 1966. En 1969 la pareja se trasladó a Louisville, Tennessee, donde compraron un granero que McCarthy reformó por completo personalmente. Allí escribió Hijo de Dios, de ambientación contemporánea, publicada en 1973 con críticas dispares. Al igual que su anterior novela, La oscuridad exterior, Hijo de Dios esta ambientada en el sur de los Apalaches.

Durante el período 1974-75, McCarthy trabajó en el guion de la película The Gardener's Son (estrenada en junio de 1977), del director Richard Pearce.

En 1976 McCarthy y DeLisle se separaron sin descendencia, divorciándose cinco años después, y él se trasladó a El Paso, Texas. Tras la jubilación de Albert Erskine, abandonó la editorial Random House y entró en Alfred A. Knopf. McCarthy finalmente recibió un amplio reconocimiento de público y crítica con la publicación en 1992 de su obra Todos los hermosos caballos, obteniendo el National Book Award, que fue seguida por En la frontera y Ciudades de la llanura, los tres volúmenes que componen la Trilogía de la Frontera. En torno a la publicación de Ciudades de la llanura (1998), McCarthy contrajo matrimonio por tercera vez, en esta ocasión con Jennifer Winkley, con la que tiene un hijo, John Francis. Actualmente McCarthy reside en Tesuque, Nuevo México, al norte de Santa Fe, con su esposa Jennifer Winkley y su hijo John.

La carretera transcurre en un paisaje literalmente quemado por lo que parece haber sido un reciente holocausto nuclear.

El frío y el silencio. Las cenizas del mundo difunto trajinadas de acá para allá por los crudos y transitorios vientos en el vacío. Llevadas, esparcidas y llevadas de nuevo. Todo desencajado de su apuntalamiento. Sin soporte en el viento cinéreo. Sostenido por una respiración, temblorosa y breve. Ojalá mi corazón fuese de piedra (p. 15).

Un padre trata de salvar a su hijo emprendiendo un viaje con él. Rodeados de un paisaje estéril  impregnado de cenizas, amenazados por bandas de personas malas (violentas y que llegan a comer a otras personas), empujando un carrito de la compra donde guardan lo que van encontrando a lo largo del viaje. El padre recuerda, a veces, escuetamente su infancia y su matrimonio, en forma de breves bocetos. Avanzan hacia el sur, hacia el mar, huyendo del frío, la soledad, la desesperanza y el miedo.


Se trata de una obra conmovedora que transmite desde el primer momento sensaciones arrasadoras sobre la capacidad de destrucción del ser humano y la maldad a la que puede llegar cuando está en juego la supervivencia.
El mundo queda dividido, en la mente de dos personas que luchan por sobrevivir y el padre por proteger a su hijo, en buenos y malos. Los buenos son los que llevan el fuego que puede salvar lo que queda de la humanidad. Hasta el final no se desvela que ese fuego está en el interior de las personas bondadosas. Llegado al extremo de una sociedad extinguida, sin normas ni controles, solo hay un referente para salvarse, la BONDAD.
La lectura de esta novela nos coloca al límite de la desesperanza, es opresiva y angustiosa. Sólo el amor puro, generoso y elemental de una relación paterno-filial ofrece esperanzas para un mundo sin futuro.
Llama la atención que los protagonistas no tienen nombre propio, son simplemente dos personas cualquiera al borde de la extinción.
Caminan hacia el sur en busca de un clima más benigno y de supervivientes buenos.

El paisaje gris, inmerso en toneladas de cenizas, yermo, estéril. La obscuridad que amortaja a los pocos supervivientes de la hecatombe. Pueblos abandonados, ríos negros sin vida, el mar, que ya no es azul…

Allí estaba la playa gris y las olas encrespadas rompiendo opacas y plomizas y su sonido en la distancia. Como la desolación de un mar extraño rompiendo en las playas de un mundo inaudito. En los bancos de arena dejados por la bajamar vieron un buque cisterna escorado. Más allá el vasto océano frío, meciéndose pesadamente como una tina de lava esponjosa en lenta respiración y luego la línea de turbonada de cenizas gris (pp. 179-180).

La historia que relata La carretera es su mayor acierto, pero el lenguaje sobrio, contundente, agudo, penetrante, lúgubre, tenebroso, reflejo de un mundo con las mismas características, es también uno de los logros más destacados de la novela. Un ejemplo son los escuetos diálogos entre padre e hijo, rematados habitualmente por los vale de uno o de otro. Los silencios son un elemento también clave de la novela, cualquier palabra sobra en algunos momentos.

La esperanza de la historia no está en el final, que no me acaba de gustar puesto que lo veo forzado, la ilusión en el futuro está en la bondad del niño que, pese a estar rodeado de muerte y desolación, confía en el ser humano.

He leído que el crítico literario Harold Bloom le ha distinguido como uno de los cuatro mayores novelistas norteamericanos de su tiempo, junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth. No conozco tanto la obra de estos autores como para valorar esta afirmación, lo que si puedo afirmar es que estamos ante una magnífica novela.


 THE ROAD de John Hillcoat

La película es muy respetuosa con la novela y no aporta apenas nada. Solo suaviza la sobriedad, a veces dureza, del lenguaje de la novela, al poner imágenes que son capaces de transmitir más claramente el cariño entre padre (excelente Viggo Mortensen) e hijo (muy bien interpretado por Kodi Smit-McPhee).
La esperanza no está, desde mi punto de vista, en el oportuno encuentro final sino en la bondad que el niño logra mantener pese a haber vivido siempre en un mundo desolado por una hecatombe que pone en peligro el futuro de la humanidad, no solo por la propia hecatombe sino por la barbarie que generan cuando están al borde de la extinción.

La película es muy recomendable pero prefiero la novela.

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