domingo, 18 de febrero de 2018

LORENZA MAZZETTI, Con rabia.

Esta novela fue publicada en 1963, hace más de cincuenta años, sin embargo parece escrita hoy. No parece haber pasado el tiempo para esta novela. En la contraportada se la relaciona con El guardián entre el centeno, una novela que a mí me interesó poco porque me pareció obsoleta al reflejar una rebeldía sin causa de otro tiempo. Pese a sus referencias a las drogas, el alcohol y la prostitución, temas que Holden Caulfield trata con despreocupación y naturalidad, me parece un planteamiento de otra época. Algo parecido ocurre con la consideración de que el lenguaje utilizado era ofensivo, leído desde el siglo XXI dicho lenguaje ha perdido toda su carga provocativa. 


No pasa lo mismo con la novela de Mazzetti. La rebeldía de Penny continúa siendo actual, es la rebeldía de una adolescente madura, una joven a la que la vida ha maltratado, una persona que de niña vio morir a su familia asesinada por los nazis al final de la II Guerra Mundial. En ella está presente la culpa de la superviviente que se enfrenta a los recuerdos, a las imágenes, al desconcierto de ver morir a sus seres queridos y seguir viva. 

En esta novela aparecen temas, comportamientos y emociones universales: el sexo, la inadaptación (a la escuela, a la casa y sus normas, a los hombres, etc.), los celos, el abandono, la adolescencia plena de contradicciones y desorientación. Con rabia es un alegato feminista desde la ingenuidad de una adolescente que cuestiona la desigualdad, la subordinación, los estereotipos de género, las limitaciones impuestas a los deseos de las mujeres y la doble moral.

Mazzetti tiene una gran capacidad para describir la confusión, la rabia, la pena, la amargura, la intensidad de las emociones, la noria de los estados de ánimo de Penny. Entramos en su mundo con facilidad, ella nos lleva de la mano para conocer a su hermana Baby, mucho más sensata, centrada y “normalizada” que ella, a Elsa, la cocinera de la familia que intenta inculcarle valores morales y religiosos y todo ello a orillas del Arno en Florencia. 

Algunos fragmentos: 
Es fácil preguntarse si “ser o no ser”. Pero ¿cómo se hace para “ser” “no siendo”? (66). 
Mi culpa no es por haber hecho algo malo, sino por no hacer algo, es una culpa por omisión (165). 
Al amanecer, me encuentro con trozos de pensamientos en la almohada, pedazos de memoria, una luciérnaga, una sonrisa, una hiena, un pogromo, un gueto, un casco, un fusil, un gato, un potro que galopa bajo las mantas, dos ojos de muñeca, un trozo del vestido de muselina celeste de Marie, el bastón con mango de oro del tío Robert, las sandalias de annie, mi cama en llamas, un rumor como de trenes o ametralladoras, lágrimas heladas, un calcetín, un campo de heno, la hierba verde, luciérnagas, una sonata de Beethoven, una Wehrmacht entre mis sábanas (167). 

Por cierto, la fotografía de la portada me encanta… muy apropiada.

jueves, 8 de febrero de 2018

ISRAEL YEHOSHUA SINGER, Los hermanos Ashkenazi

Leí en 2016 la primera novela de este autor, La familia Karnowsky, y me entusiasmó, quedó pendiente la lectura de esta novela de la que ya tenía noticia cuando leí la primera y 2018 ha propiciado su lectura.

Esta novela es anterior a La familia Karnowsky puesto que fue escrita entre 1933 y 1935 en pleno auge del fascismo, especialmente del nazismo. Para un judío polaco como el autor estamos hablando de un contexto casi desesperado de amenazas tanto en su propio país como en la cercana Alemania.



El autor, que había empezado a trabajar en 1921 como corresponsal para el diario norteamericano Forverts, emigró en 1934 a EUA. La familia Karnowsky fue publicada en 1943. Si por algo destaca esta novela, al igual que la primera que leí, es por su sentido narrativo, Israel Y. Singer relaciona y encadena los hechos con una gran maestría, la sucesión de hechos que se desarrollan en esta novela viene determinada por el principio de causalidad, todo tiene un “antes” del que provienen los hechos y un “después” al que se dirigen. Dicen que la novela judía, tanto en yiddish como en otras lenguas, se caracteriza por dicho sentido narrativo porque deriva de la oralidad de la cultura judía ligada a la diáspora. En este caso la narración en torno a los hermanos gemelos Ashkenazi, Simja y Yankev, es extraordinaria. 

Esta novela se extiende a lo largo del siglo XIX y la década de 1920 marcada por la Gran Guerra. Está dividida en tres partes que reciben el nombre de “Nacimiento”, “Chimeneas en el cielo” y “Telarañas”, tres títulos relacionados con la vida de los dos hermanos, especialmente el mayor, Simja. Aunque aparecen otros escenarios secundarios, la ciudad de Lódz, situada cerca de Varsovia, pero territorio ruso hasta el fin de la Iª Guerra Mundial, es el espacio que bulle a lo largo de las 674 páginas de esta novela. 

El relato sigue el curso de la historia familiar y desde el punto de vista de las peripecias de la familia Ashkenazi es magnífica. Sin embargo la novela va mucho más lejos… Esta novela trata de la identidad judía pintando, además, un cuadro del trasfondo social muy interesante. La clave de la novela es el conflicto de la comunidad judía que trataba de asimilarse a las sociedades en las que estaban asentadas desde hacía cientos de años, por ejemplo en la Polonia rusa que es el caso de esta novela, y que en su afán por hacerlo van abandonando rasgos importantes de su cultura. Este intento de asimilación, que ha sido descrito por muchos escritores/as, provocó incluso que no percibieran el creciente antisemitismo que se estaba desarrollando. 

 El cuadro que pinta Israel Y. Singer sobre el trasfondo social en el que vive la familia Ashkenazi a través de las relaciones familiares, de vecindad y de amistad, consigue meternos en la época y trasciende el tema del judaísmo para ir mucho más lejos y llegar a valores universales. El papel de las mujeres, del matrimonio, de la relación paterno-filial, de la identidad nacional y cultural, las luchas sociales, el sindicalismo, el socialismo, las condiciones de vida y trabajo en las fábricas textiles, todos son temas que se van imbricando para construir un edificio de gran solidez que impresiona conforme transcurre la lectura. Y al compás de todas estas relaciones van emergiendo personas de todo tipo: generosas y mezquinas, sabias y prepotentes, gentes que odian y gentes que aman. 

Un párrafo interesante sobre la reflexión de un trabajador judío socialista (Nisen) que, ante un pogromo de los muchos que se producían en Rusia, se negaba a pensar que su condición de judío, que él no valoraba como relevante, lo fuera: 
Quizá el ser humano fuese esencialmente malvado. Quizá la culpa de todo no era, como le habían enseñado, las circunstancias económicas, sino las lacras de la naturaleza humana. Tal vez la Torá tenía razón al afirmar que el corazón del hombre nace malvado. Tal vez Schopenhauer, su ídolo de antaño, conocía mejor al ser humano que el idealista Hegel o el pragmático Marx… (345). 
Una lectura muy recomendable, no dejéis de leer a ISRAEL YEHOSHUA SINGER.