viernes, 29 de abril de 2016

RAFAEL CHIRBES, La buena letra.

Había leído hace tiempo Los viejos amigos, que me gustó, pero me dejó poca huella. En mi biblioteca de pendientes tenía esta breve obra de 1992 y decidí leerla. Ahora tengo otras pendientes, por desgracia su muerte en agosto de 2015 ha cerrado su obra inesperadamente.



Una advertencia del autor…
…en una nota a la edición del 2000, que en esta edición posterior suprimió el último capítulo porque con él había introducido la idea de la justicia del tiempo con la que no se siente cómodo. Señala que no es misión del tiempo corregir injusticias, sino más bien hacerlas más profundas.


El autor

Rafael Chirbes (1949-2015), estudió Historia en Madrid y se dedicó a la crítica literaria y el periodismo durante un tiempo. En 1988 publicó su primera novela, Mimoun, a la que siguieron ocho más en la línea de retratar la sociedad española de forma crítica.

Vivencias privadas en la guerra

La buena letra son los recuerdos de Ana, la protagonista, que va relatando en primera persona a su hijo la historia de su familia, partiendo del presente narrativo y haciendo memoria, una memoria enferma y sin esperanza (22), dice ella misma. Esa memoria está enferma porque asistimos a las penurias que provocó la guerra civil para una familia que pertenecía a los vencidos. Novelar la guerra desde la vida privada de una familia nos introduce, mejor que las cifras y los datos, en la desolación del miedo, de la pobreza, de las pequeñas traiciones para sobrevivir, de transigir para prosperar y todo ello con el trasfondo oscuro de la larga posguerra española.
Nos habíamos convertido en mulos de noria. Empujábamos, ciegos y mudos, buscando sobrevivir, y, a pesar de que nos dábamos todo unos a otros, era como si sólo el egoísmo nos moviese. Ese egoísmo se llamaba miseria. La necesidad no dejaba ningún resquicio para los sentimientos. Lo veíamos a nuestro alrededor (53).
Chirbes utiliza, a través de Ana, un tono familiar, sencillo y cercano para explicar un periplo vital que tiene su punto culminante al final de la novela con la traición del hijo, que no explicaré para no desvelar la intriga. Su escritura es sencilla pero eficaz y los capítulos son breves pero llenos de sentimientos y emociones sin exageraciones innecesarias. Y es que hay…
…palabras que son de un vidrio tan delicado que si uno las usa una sola vez, se rompen y vierten su contenido y manchan (77).
Conclusión
Dura, desesperanzadora y excelente novela.
  

viernes, 22 de abril de 2016

NUCCIO ORDINE, La utilidad de lo inútil. Manifiesto

Compré este libro hace unos meses porque me gustó, en primer lugar, el título y cuando lo hojee en la librería, el contenido. Por desgracia en esta sociedad mercantilizada, solo es útil aquello que tiene un valor económico inmediato. Lo inútil, lo inservible que señala Byung-Chul Han, es clave para nuestro futuro más allá de la producción. El lujo, en su sentido primario, no es una praxis consumista. Es, por el contrario, una forma de vida que está libre de la necesidad. El lujo solo es pensable más allá del trabajo y del consumo. Visto así, el lujo es afín al ascetismo. La felicidad se puede encontrar en objetos y sentimientos sin valor económico: lo que se espacia, lo dejado por desvalorizado, lo abundante sin valor en el mercado, lo vaciado de sentido, lo excedente, lo superfluo, vale decir los lujos respecto de la necesidad, del trabajo y del rendimiento[1]. 
En la misma línea Nuccio Ordine hace una defensa de lo que el poder entiende como inútil por no tener una finalidad utilitarista y que él, dando un giro total a sus argumentos, considera como lo único útil en el campo del pensamiento y la investigación, puesto que nos ayuda a hacernos mejores. 


El título y la estructura… 

Ordine no pretende elaborar un texto orgánico sino que quiere que refleje la fragmentariedad que lo ha inspirado. El subtítulo –Manifiesto- recoge el aspecto militante que ha animado el trabajo. La estructura de la obra está dividida en tres partes: la primera, dedicada al tema de la útil inutilidad de la literatura; la segunda, consagrada a los efectos desastrosos producidos por la lógica del beneficio en el campo de la enseñanza, la investigación y las actividades culturales; en la tercera parte, a partir de lectura de los clásicos, se intenta mostrar la carga ilusoria de la posesión y sus efectos devastadores sobre la dignitas hominis, el amor y la verdad. Por último ha incorporado un ensayo de Abraham Flexner escrito en 1937. 

La útil inutilidad de la literatura 

El acto creativo de la literatura se basa en la simplicidad motivada por un auténtico gozo y ajena a cualquier aspiración al beneficio. 
Gusto es la facultad de juzgar un objeto o un representación mediante una satisfacción o un descontento, sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámase bello (51). Kant, Crítica del juicio
La Universidad-empresa y los estudiantes-clientes 

La degradación de las Universidades se produce por una confluencia de los recortes justificados por la crisis económica, la retirada económica del Estado del mundo de la enseñanza y la investigación básica (privatización) y un descenso de los niveles de exigencia para permitir que los estudiantes superen los exámenes con más facilidad puesto que pagan y asumen el papel de clientes. 
Los libros contienen las palabras de los sabios, los ejemplos de los antiguos, las costumbres, las leyes y la religión. Viven, discurren, hablan con nosotros, nos enseñan, aleccionan y consuelan, hacen que nos sean presentes, poniéndonoslas ante los ojos, cosas remotísimas de nuestra memoria. Tan grande es su dignidad, su majestad y en definitiva su santidad, que si no existieran los libros, seríamos todos rudos e ignorantes, sin ningún recuerdo del pasado, sin ningún ejemplo (101-102). Cardenal Bessarión al dux Cristoforo Moro, 1468. 
Poseer mata: “Dignitas Hominis”, amor, verdad 

Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices (112). Montaigne, Los ensayos. 
Nuestro conquistar más verdadero reside en nuestro mirar. (…) No nos hacemos ricos porque algo permanezca y se marchite en nuestras manos, sino porque todo fluye a través de su captura como a través de una solemne puerta de entrada y retorno a casa. Para nosotros las manos no deben ser un féretro: sólo un lecho en el cual las cosas duermen en el crepúsculo y tienen sueños desde cuyas profundidades expresan sus secretos más estimados. (…) La posesión es, de hecho, pobreza y angustia; ¡sólo el haber poseído es un poseer despreocupado! (124-125). Rainer Maria Rilke, Carta a Jelena M. Woronina. 

Abraham Flexner, “La utilidad de los conocimientos inútiles” 

El enemigo real del género humano no es el pensador audaz e irresponsable tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de moldear el espíritu humano de manera que no se atreva a desplegar sus alas como estas se desplegaron en otro tiempo (…) (167). Una paradoja de la historia… …cuando prevalece la barbarie, el fanatismo se ensaña no solo con los seres humanos sino también con las bibliotecas y las obras de arte, con los monumentos y las grandes obras maestras. La furia destructiva se abate sobre las cosas consideradas inútiles (…).Cosas inútiles e inermes, silenciosas e inofensivas, pero percibidas como un peligro por el simple hecho de existir (20). 
 [1] Beyung- Chul Han (2014): Psicopolítica. Herder, Barcelona, pp. 79-80.

viernes, 15 de abril de 2016

EDMUND DE WALL, La liebre con ojos de ámbar. Una herencia oculta

Nunca es fácil poner el título a una obra. Reconozco que este título me llamó la atención inmediatamente, la misteriosa segunda parte del título, Una herencia oculta, acrecentó mi interés. 

La liebre con ojos de ámbar es un netsuke 

Los netsukes son esculturas en miniatura que aparecieron hacia el siglo XVI con una finalidad práctica: son pasadores para sujetar el injo, la caja donde se llevaban los objetos para la vida cotidiana de la casa sujetos a la faja del kimono. Eran fabricados en madera de boj o marfil y los artesanos fueron maestros en dichos objetos.
Edmund de Wall recibió de su tío Iggie una colección de doscientos sesenta y cuatro netsukes, lo que motivo en el autor la necesidad de explicar una historia, la de su familia, y para ello toma como hilo conductor estas pequeñas estatuillas. 

¿Qué quería saber de Wall? La relación entre el objeto de madera y los lugares en los que ha estado, entrar en las habitaciones que los albergaron, las manos que los tocaron y qué pensaron de dichas estatuillas. Lo esencial del viaje de los netsukes lo conocía el autor por su tío Iggie, fue en la década de 1870 cuando un primo del bisabuelo del autor, llamado Charles Ephrussi, los compró en París. Éste se los regaló a su bisabuelo Viktor con ocasión de su boda, en Viena, hacia finales de siglo y de aquí llegaron a Tokio a casa de Iggie. 

En el proceso de la investigación para conocer el recorrido de estas estatuillas, de Wall acaba confesando cerca del final del libro que: 
Ya no sé si este libro trata de mi familia, de la memoria o de mí, o si sigue siendo un libro sobre miniaturas japonesas (354). 


El autor… 

Edmund de Waal (Nottingham, 1964) es ceramista y sus obras han sido expuestas en diversos museos y exposiciones. Es su profesión lo que explica el modo de afrontar el reto que se puso de recuperarla historia familiar a través de objetos (los netsukes). Este interés no es superfluo puesto que de Wall hace cosas, es ceramista, y para él tiene una gran relevancia cómo se manipulan, se usan y se pasan los objetos. 

El contenido… 

Dice Foucault que existe la posibilidad de hacer funcionar la ficción en la verdad; de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción. Llevo unas cuantas obras leídas en las que el trasfondo entre ficción y realidad (verdad) tiene un gran protagonismo. La liebre con ojos de ámbar se mueve en ese territorio con la original perspectiva de alguien que no es novelista sino que procede del mundo de la cerámica.

La obra está dividida en cuatro partes, precedida por un prefacio y con una coda final, que recorren la historia familiar de los Ephrussi desde 1871 hasta 2009. El recorrido empieza cuando los Ephrussi se trasladan desde Odesa a París y Viena, la historia se detiene en la primera parte en la figura de Charles que es quien inicia la colección de netsukes. Es un hombre culto que inicia algunas colecciones de arte, especialmente pintura, entrando en contacto con los impresionistas. Monet, Manet, Degas o Renoir aparecen en esta historia como personajes, al igual que escritores como Proust, proustiflor debido al mariposeo del escritor de un acontecimiento social a otro (101). En esta parte se dedica atención al affaire Dreyfus debido a que los Ephrussi son judíos y este affaire les influyó. 

Del París de los salones, en la segunda parte, a la Viena posterior a la I Guerra Mundial. Los netsukes se trasladaron, como regalo de boda a Viktor, primo de Charles, a la ciudad imperial y en esta ciudad reina el antisemitismo pese a los intentos de asimilacionismo de su población judía. Escritores como Joseph Roth o Rilke, aparecen también en la historia familiar porque, como es el caso de Rilke, este se carteó con la bisabuela del autor del libro.

En la capital del pequeño país en que había quedado el gran Imperio Austro-húngaro, se desarrolla en gran parte la tercera parte que abarca el periodo 1938-1947. La ocupación de Austria por Alemania y la rapidez con que los judíos se vieron atrapados en una ciudad que se nazificó con extrema rapidez, forman parte de este capítulo que, desde mi punto de vista, es excelente. La desposesión de todos los bienes de los Ephrussi y el peligro que corren en el III Reich les llevan a huir para ponerse a salvo. Los netsukes se salvan del expolio de forma rocambolesca y se desplazan a Japón, su país de origen, donde se instalaran en casa de Iggie, hijo de Viktor. 

La Coda es una parte muy breve que lleva al autor del libro en sus últimas investigaciones desde Tokio a Odesa y Londres donde se instalaran, de momento, los netsukes



Un viaje… una historia… 

Un viaje lleno de aventuras que retrata una parte de la historia del siglo XIX y XX, que supone una reflexión sobre el arte, la política, las relaciones familiares, el amor y la literatura. Una familia rica y culta que transita desde la abundancia a la dispersión y al peligro de morir por ser judíos (asimilados y alejados de la religión) por la barbarie que inundo Europa. Una historia que cambia a su autor al conducirle a reflexionar sobre muchos aspectos que quizás nunca se había planteado. 

Dos fragmentos

Trastabillo. Veo que no entiendo qué significa ser parte de una familia judía asimilada, aculturada. Sencillamente no lo entiendo. Sé qué cosas no hacían: no iban nunca a la sinagoga, pero sus nacimientos y sus bodas figuran en el registro del rabinato local. Sé que pagaban las obligaciones a la Israelitische Kultusgemeinde y que donaban dinero a la caridad judía del cementerio y, preocupado porque el portón de hierro forjado está roto, me he preguntado si no debería hacerlo reparar. No parece que el sionismo les resultara muy atractivo (167). 
Después de la sala está la biblioteca, la habitación más grande de esta planta del edificio. Pintada de rojo y negro, como la gran suite de habitaciones de Ignace en el piso de abajo, tiene una rojinegra alfombra turca, las paredes cubiertas de enormes estanterías de ébano con marquetería de marfil flanqueada por los dos globos terráqueos. Es la habitación de Kiktor: miles de sus libros se alinean contra las paredes: historias griegas y romanas, literatura germánica, poesía y diccionarios. La fina malla dorada que cubre ciertos estantes se abre con una llave que Viktor lleva unida a la leontina (170).

Conclusión… 

Un libro para disfrutar, de lectura fluida, fácil e interesante, sin más (ni menos) pretensiones.

viernes, 8 de abril de 2016

ANNE FADIMAN, Ex Libris

Cuando contemplo mi piso abarrotado de libros, a veces me pregunto si estos no acabaran de expulsarme a las calles de la ciudad donde vivo. Como no pienso renunciar a ellos bajo ningún concepto, muchas veces me paseo por las diversas habitaciones y pasillos para ver que espacios puedo ir colonizando para instalar más libros. Ya tengo libros en la cocina y en los pasillos, ni siquiera el lavabo está libre de ellos. No me siento capaz de renunciar a lo que me aportan los libros, ni que estos sigan siendo de papel, puesto que cada vez que abro las páginas de uno de ellos es… 
(…) una nueva exploración es un viaje a las Indias, una búsqueda de un tesoro escondido, una travesía hacia el final de un arco iris; y da igual si al final aparece una mina de oro o tan solo un volumen encantador, siempre se encontraran maravillas por el camino (152). 

Ex libris 

Ex libris es una locución latina que significa literalmente de entre los libros, de una biblioteca, por ejemplo. Pero también hace referencia a la marca de propiedad que suele ser una estampa (como la que yo tengo y pongo en escasos libros), etiqueta o sello (que también tengo y pongo con más frecuencia) y contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria. 





Anne Fadiman escribe una auténtica declaración de amor a los libros que superando la idea de los lectores como meros consumidores va al corazón de la lectura: no si deseamos comprar un libro nuevo, sino cómo nos relacionamos con los viejos, aquellos con los que hemos vivido años, aquellos cuyas texturas y colores y olores nos son tan familiares como la piel de nuestros hijos (12). 

Y es que… 
Los libros escribieron la historia de nuestras vidas y, mientras se iban acumulando en nuestras estanterías (y en nuestros alféizares, y debajo de nuestro sofá, y encima de la nevera), se convirtieron en capítulos por sí mismos. ¿Cómo podría ser de otra manera? (13). 
He tenido días atrás un problema de cierta importancia en un ojo, cuando estaba en la consulta del oftalmólogo con la pupila dilatada seguía leyendo, tratando de espantar algo que me horroriza, no poder leer. 

Un libro sobre libros 

Soy consciente de que este “género”, por llamarlo de alguna manera, tiene hoy mucho éxito y siempre recelo ante uno de ellos. He sabido por este libro que en las librerías de viejo suele haber una sección dedicada a este tipo de libros (o no me había dado cuenta o no me había llamado la atención). 

Es un libro sobre libros sin duda. Sin embargo no fue concebido como libro, son breves ensayos bajo el título “Simples lecturas” que aparecieron en la revista Civilization. Fueron escritos por Fadiman, por recomendación de su editor, sobre sí misma. El centro de estos ensayos, y por tanto del libro, es ella misma y su familia. 

Cada capítulo corresponde a uno de estos breves ensayos, dieciocho en total, y tratan de temas muy diversos. “Matrimonio de bibliotecas” es el primero y describe cómo se sintió verdaderamente casada cuando después de unos años de convivencia decidieron mezclar sus dos bibliotecas y los criterios (y tensiones) que pactaron para hacerlo. “Mi estante suelto” trata de ese estante que todo el mundo tiene en su biblioteca en el que hay un pequeño y misterioso conjunto de volúmenes cuyo tema nada tiene que ver con el resto de la biblioteca y que, sin embargo, dice mucho de su propietario (33). En la biblioteca de Fadiman esa estantería suelta son sesenta y cuatro libros sobre la exploración polar. Mi estantería suelta está formada por unos cuarenta libros de arte.
¿Tenéis un estante suelto? 
Muy divertido resulta el capítulo sobre los errores gramaticales e interesante el de las partes que componen los libros, especialmente la hoja de cortesía y la portadilla. 


Amar los libros 

Si algo tiene en común todos los capítulos es que, desde un ángulo u otro, la autora construye un calidoscopio que destila amor por los libros. 
(…) me di cuenta de que igual que hay más de una manera de amar a una persona, también hay más de una manera de amar un libro (…) Para nosotros, lo sagrado de un libro eran las palabras, pero el papel, la tela, el cartón, el pegamento, el hilo y la tinta que las contenían no eran más que un recipiente, y no era ningún sacrilegio tratarlos con toda la licencia que dictan el deseo y el pragmatismo. El mal uso de un libro no era señal de falta de respeto, sino de intimidad (49-50). 
El contacto con los libros hace mejor a las personas, cada una ha de encontrar la manera de relacionarse con las palabras para sentir esa comunión que es irrepetible. Cuando alguien comparte, mezcla, busca y encuentra libros, inicia una experiencia que le transforma, le enriquece y completa un camino que permite un crecimiento personal inagotable. 

Mi fragmento favorito 

Entre los dos, mis padres tenían unos siete mil libros. Cada vez que nos mudábamos de casa, un carpintero construía medio kilómetro de estanterías; cada vez que nos íbamos, los dueños nuevos las arrancaban. Para mí las paredes de los demás estaban desnudas. Las nuestras no eran telones de fondo blancos y sosos para colgar cuadros, eran obras de arte por sí mismas, mosaicos desde el suelo hasta el techo cuyos azulejos de colores vívidos eran rectángulos delgados, agradables al tacto e incluso, si a uno le gustaba la fragancia polvorienta del papel viejo, al olor (129). 
El libro como tentación, como placer de los sentidos, como alimento del intelecto, como compañía frente a la soledad, como compañero de aventuras, como alimento vital, como agua cristalina que sacia la sed, como ilusión, como objetivo utópico…

viernes, 1 de abril de 2016

JEAN ECHENOZ, Me voy

De vuelta a la ficción, entre las posibilidades que tengo en el estante de aproximación decidí leer de nuevo a Echenoz. Tengo una estantería de varias baldas con los libros pendientes de lectura, al lado de mi mesa tengo una balda con los libros que he colocado en primera línea de lectura, no siempre respeto este orden y en numerosas ocasiones me paseo un buen rato por la estantería grande hasta que encuentro lo que me motiva, me llama, sin saber por qué. Me dejo llevar. 




El título: ¿Dónde se va? 

El título es breve como parece habitual en este autor, el último que he leído se titula tan solo: 14. 
Félix Ferrer, el protagonista, toma la decisión de marcharse de su casa y de su matrimonio para emprender un viaje al polo Norte buscando unas antigüedades que pueden salvar su negocio de galerista de arte en declive. Un viaje en busca de un barco, el Nechilik, que quedó aprisionado en 1957 en la costa del distrito de Mackenzie (Canadá). El barco naufragó y quedó apresado por el hielo con su carga de pieles y de antigüedades consideradas de gran valor.

Pero Ferrer huye también de su vida rutinaria con Suzanne, una vida burguesa, de órdenes inmutables y de la que cada mañana se preguntaba cómo escapar al ritual cotidiano, esa misma pregunta había acabado integrándose en el ritual. Sin llegar a resolverla nunca (…) (13-14). 

La novela empieza como acaba, con las mismas palabras, “me voy”, dichas en el mismo espacio, pero habiéndose producido un cambio ambiental y personal en el período de tiempo en el que transcurre la novela y que anuncian la posibilidad de nuevos cambios, de nuevas huidas hacia adelante.

París y el viaje al Polo Norte 

Una parte de la novela transcurre entre París y su viaje al Polo Norte. Alterna capítulos en los que el narrador en tercera persona va explicando qué le ocurre a Ferrer desde que rompe su matrimonio e inicia, poco después, el viaje al Polo Norte en busca de las antigüedades. Las vicisitudes del viaje son de lo mejor de la novela con descripciones de los parajes que va conociendo (por ejemplo en el rompehielos): 
Pasado ese primer día de descubrimientos, el tiempo brumoso empezó a deshilacharse. Por el ojo de buey de su camarote, Ferrer vio desfilar Terranova a su derecha antes de que empezara a recorrer las costas de Labrador hasta la bahía de Davis y el estrecho de Hudson, sin que en ningún momento se percibiera el rumor de los motores (18).
Tanto en la descripción de su vida en París como en su viaje hay momentos cargados de un sentido del humor que inunda toda la novela, cuando en un momento de la novela a Ferrer le practican un by pass múltiple, al despertar:
(…) se descubrió totalmente cosido a lo largo del brazo, de la pierna izquierda y del meridiano del tórax. Era bonito como un trabajo de artesanía, consistía en largas y finas suturas muy regulares que recordaban un lazo inglés de encaje renacimiento, o al revés de una costura de media, o un renglón (122). 
La ironía de que hace gala Echenoz se refleja en giros inesperados y en una trama, en parte policíaca, que resulta sorprendente y que dibuja ese universo típico del autor de unos personajes que van en cierto modo a la deriva, entre dudas e incertidumbres.

El narrador… 

Quizás uno de los aspectos más originales de la novela es que el narrador se autocuestiona y cuestiona al protagonista, bromea y se toma confianzas con los personajes. A modo de ejemplo, el capítulo 28 empieza de esta manera tan poco habitual: 
Personalmente empiezo a estar un poco harto de Baumgartner. Su vida cotidiana es demasiado aburrida. Aparte de vivir en el hotel, de telefonear cada dos días y de visitar lo que le cae a mano, realmente no hace gran cosa. A todo esto le falta nervio (138). 
Cuando leí este inicio de capítulo, sonreí porque hacía muchas páginas que venía pensando algo parecido de la novela. Le falta nervio, es demasiado leve, sin pretensiones y, a veces, resulta aburrida. Y todo eso pese a que tiene el Premio Goncourt. 

Mi fragmento favorito… 

No quiero cerrar esta reseña con las palabras anteriores, prefiero hacerlo con el Echenoz que narra bien y que nos lleva con facilidad a parajes que siempre he deseado visitar: 
Bañando altos acantilados con una tonalidad entre ocre oscuro y violácea, el aire inmóvil era helado y, por lo tanto grávido, pesando con fuerza sobre un mar igualmente inmóvil, de un color gris-amarillento arenoso: ningún soplo de viento, ningún barco, pronto prácticamente ningún ave para animarlo con el menor gesto, ningún ruido. Las costas, desiertas, salpicadas de musgos y líquenes cual mejillas mal afeitadas, caían abruptamente cortadas a pico sobre el agua. A través de la niebla uniforme, se adivinaba, más que verse, el imperceptible deslizarse de los glaciares desde las cumbres. El silencio continuó siendo total hasta que llegaron a la banquisa (18). 

Una maravilla ¿no os parece?