viernes, 26 de febrero de 2016

ORHAN PAMUK, Estambul. Ciudad y recuerdos.


Este libro tiene una historia detrás...
Hace años que sueño con viajar a Estambul y otras zonas de Turquía, he hecho tres intentos que por motivos diferentes se han frustrado. Leyendo esta obra me he dado cuenta que no soy nada original, desde el siglo XIX europeos, especialmente escritores y artistas, soñaron con viajar a esta ciudad y lo hicieron dejando testimonio de cómo era Estambul.  Edmondo de Amicis, Hans Christian Andersen, Charles Baudelaire, Eugène Delacroix, Gustave Flaubert, entre otros, aparecen en las páginas de Estambul. Ciudad y recuerdos.

No desisto, pese a que ahora no es el mejor momento, de cumplir con mi sueño que seguramente, como en el caso de los europeos decimonónicos, tiene mucho de romántico al hacerme una idea idílica de Oriente. Entiendo la utopía (lo idílico) a la manera de Foucault como heterotopía, es decir, como utopía abierta con capacidad de interpretación y de proyección sobre espacios claros y rotundos. Estambul puede ser para mi esa heterotopía, ese lugar preciso y real que puedo situar en el mapa y no el no lugar que es la lectura  convencional de utopía. Confío que así será puesto que esta obra ha acrecentado mi deseo de viajar hasta allí.


¿Pamuk da una imagen idílica de Estambul? ¿Qué es Estambul. Ciudad y recuerdos?
No, no da una imagen idílica. Y tiene mucho mérito puesto que el autor sigue viviendo en Estambul y ama su ciudad hasta el punto de dedicarle un libro como este. Pamuk refiere que lo que le hace especial es haber permanecido cincuenta años en el mismo lugar, incluso en la misma casa, en una época condicionada por la multitud de emigraciones (16). Interpreta el autor que esa dependencia de Estambul significa que el destino de la ciudad es el suyo, que es ella la que ha formado su carácter.

A partir de esta declaración de amor a su ciudad, el autor señala que cuando nació en 1952, Estambul vivía los días más pobres, aislados y alejados del mundo de sus dos mil años de historia. Esa situación provocó una amargura por la sensación de hundimiento que dejó el Imperio otomano, por la pobreza y por dejar una ciudad llena de ruinas que definen a Estambul a lo largo de toda su vida y a él mismo. Por ello, afirma Pamuk, Estambul es para mí un destino incuestionable. Este libro es sobre ese destino… (17) y por ello lo considera un libro de memorias (373).

El relato y la amargura
Sin duda alguna la identificación de Estambul con la amargura es el leitmotiv de este libro de memorias. La amargura se destilaba gota a gota procedente de una cultura muerta, de un imperio hundido. El deseo de occidentalizarse procedía de la necesidad de librarse de todo aquello que estaba cargado de recuerdos llenos de amargura y tristeza que quedaban del imperio desaparecido, era como tirar a la basura la ropa, los adornos, los objetos personales y las fotografías de una hermosa amante que se ha muerto de repente para librarnos de su destructor recuerdo (44). En Estambul no se protegen los monumentos históricos como si estuviesen en un museo, simplemente se vive entre ellos.

La amargura estaba presente en el sentimiento de la música local, en la poesía, en una manera de ver la vida y en una actitud mental. Al contener todas esas particularidades, se traduce en un estado espiritual que la ciudad ha hecho orgullosamente suyo (112). Este estado espiritual se manifiesta en los lugares y momentos en que se confunden el sentimiento mismo y el entorno que hace que la ciudad lo sienta (115) y pasa a desgranar  todas las posibilidades en que ve manifestado este sentimiento de amargura (en las páginas 115 a 122).


Estambul vive con cierta tensión la occidentalización deseada y buscada por los sectores acomodados y la consolidación del nacionalismo turco. Fuente de conflicto que como sabemos hoy ha derivado hacia el segundo por la influencia de la religión musulmana que Pamuk observa, en su tiempo de joven estudiante de arquitectura, como cosa de las clases populares.

Por lo demás el relato son las memorias del autor desde su nacimiento a los veinte años. Se divide en treinta y siete capítulos en los que Pamuk va desgranando sus recuerdos de la ciudad, de su casa, de su familia, de la escuela (delicioso el capítulo 13 dedicado a ella), de las calles por las que pronto empieza a vagabundear, de sus aficiones, de su necesidad de cariño, del sexo, de su primer amor, de sus estudios de secundaria y de la Universidad, su placer por la pintura, etc. La ciudad de esta manera va cobrando vida a través de sus palabras y de las numerosas fotografías que ilustran los capítulos. El Bósforo visto desde el Ford Taurus de su padre, el humo de los vapores, las calles, las viviendas… y los retratos de la familia: la abuela, una especie de matriarca, el padre que abandona el hogar continuamente para vivir con su amante ante la desesperación de la madre y las peleas con su hermano.

Aparece también el trasfondo histórico tanto del pasado otomano como de la Turquía del siglo XX, golpes de Estado, el auge del islam, la imposición del turco y la desaparición de las diversas lenguas que se hablaban de la época del imperio, la minoría rumí y el ataque sufrido en 1955 y otros acontecimientos. Un mosaico que me recuerda, salvando las distancias, al Danubio de Magris y al Ulises de Joyce por su acercamiento a un espacio o ciudad a través de las impresiones, sensaciones y emociones del autor.

Libro de libros y de escritores
Ya he señalado que menciona a numerosos escritores europeos, pero quiero referirme ahora a los cuatro amargos autores solitarios que recoge en el capítulo 11 (130-138): el gran y gordo poeta Yahya Kemal, el popular historiador Resat Ekrem Koçu, Ahmet Hamdi Tanpinar el novelista y el escritor de memorias Abdülhak Sinasi Hisar. A los cuatro imagina el autor caminando bajo la misma lluvia, subiendo las mismas cuestas y cruzándose sus caminos.
De Tanpinar resalta Pamuk su obra Paz, de la que he encontrado excelentes referencias, por tanto una obra a tener en cuenta.
Y un cruce de lecturas en la mención que hace a Joseph Brodsky, el poeta ruso muy presente en la novela Limónov de Emmanuel Carrère, recientemente reseñado aquí.

Mis fragmentos favoritos
(…) recuerdo que lo que hace especial a una ciudad no son solo su topografía ni las apariencias concretas de edificios y personas, la mayor parte de las veces creadas a partir de casualidades, sino los recuerdos que ha ido reuniendo la gente que, como yo, ha vivido cincuenta años en las mismas calles, las letras, los colores, las imágenes y la consistencia de las casualidades ocultas o expresas, que es lo que lo mantiene todo unido (132).
Observar Estambul como un extranjero ha sido siempre un placer para mí y una costumbre necesaria contra el sentimiento de comunidad y el nacionalismo (280).
Conclusión
Un poderoso narrador que recibió el merecido Nobel de Literatura en 2006 por su búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal y por encontrar nuevos símbolos para reflejar el choque y la interconexión de las culturas. Muy acertado el veredicto.



viernes, 19 de febrero de 2016

JOAN DIDION, El año del pensamiento mágico

Una entusiasta recomendación y un título precioso me convencieron de su lectura. Sabía de qué iba: era un relato sobre la pérdida y el dolor de la autora al morir de infarto su marido, John Gregory Dunne.

Emociones que me ha despertado su lectura…

Durante una parte de su lectura he tenido sensación de incomodidad, incluso de cierta irritación. He tenido que llegar casi al final para que la propia autora iluminara las motivaciones de dichas emociones personales. Me disgusta la autocompasión que puede derivar en obcecación. En El año del pensamiento mágico, el dolor deriva en un sentimiento de pena acompañada de una obcecación por conocer milimétricamente todo lo relacionado con la muerte de su marido, como si se hubiera podido evitar. Esa búsqueda tediosa de circunstancias, medicinas, palabras y demás detalles, provocan una sensación casi opresiva al observar línea a línea la incapacidad de Joan Didion para lidiar con la situación. La autora misma desprecia la autocompasión como el más común y el más universalmente repudiado de nuestros defectos de carácter (…), con un potencial pestilente para la destrucción (162).


El título

No hace presagiar la historia que encierran las 190 páginas del relato. Didion lo explica, la primera noche tras la muerte de su marido necesitó quedarse sola para que él pudiera volver. Aquel fue el principio de mi año de pensamiento mágico.

El relato

En primera persona, Didion describe, sin dejar nada en el tintero, el desolador sentimiento de pérdida que le provoca la muerte de su marido por un infarto masivo y repentino en el salón de su casa mientras ella preparaba la cena, tras la visita a la UCI del hospital Beth Israel Norte donde su hija Quintana estaba internada por neumonía y choque séptico.


Las primeras palabras que escribe, y que se irán repitiendo, a lo largo del relato, son estas:

La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
La cuestión de la autocompasión.

El relato desgrana con crudeza, pero a la vez con cierta distancia emocional, todo lo que siente y piensa en el primer año posterior a dicha pérdida mientras acompaña a su hija, que lucha entre la vida y la muerte, en varios hospitales.
El relato busca con dificultad las palabras que le permitan encontrar los significados, necesito, dice Didion, que lo que yo pienso y creo sea penetrable, al menos para mí misma (13).

¿Recuerda a Una pena en observación de C.S. Lewis?

En parte sí, ambos coinciden en resaltar que lo peor de la muerte de una pareja amada es la ausencia interminable, el vacío y la sucesión de momentos sinsentido por dicha ausencia. De hecho, ella misma establece el paralelismo cuando reproduce un párrafo de la mencionada obra (163):
“Pensamiento tras pensamiento, sensación tras sensación, acto tras acto, tenían como objeto a H. Y ahora su objetivo ha desaparecido”.

Mi fragmento favorito:
Durante el vuelo a LaGuardia recuerdo que pensé que las cosas más hermosas que había visto en la vida habían sido todas desde aviones. Esa forma que tiene de extenderse el oeste americano. Esa forma que tienen las islas del mar, en los vuelos polares sobre el Ártico, de convertirse imperceptiblemente en lagos en la tierra. El mar que separa Grecia de Chipre visto por la mañana. Los alpes vistos de camino a Milán. Todas estas cosas las había visto yo con John.¿Cómo podía volver a París sin él? ¿Cómo podía volver a Milán, Honolulú o Bogotá?Si ni siquiera podía ir a Boston (152-153).
Una canción…
Que señala Didion. Es una de las que puso para hacer frente a su primera navidad, que coincidía con el primer aniversario de la muerte de su marido: MABEL MERCERcantando a Cole Porter

Conclusión

La lectura de El año del pensamiento mágico es una historia de amor de una pareja que llevaba cuarenta años de matrimonio, por tanto, de mucho tiempo y de mucha memoria para recuperar otra vida sin él. Al fin y al cabo, dice Didion:

Me pasé cuarenta años viéndome a mí misma con los ojos de John. Yo no envejecía. Y este último año, por primera vez desde que tuve veintinueve, me he visto a mi misma con los ojos de otra gente (165).

viernes, 12 de febrero de 2016

MARCELINE LORIDAN-IVENS, HERTA MÜLLER, LÁSZLO NEMES: LITERATURA Y CINE PARA EXPRESAR LO VIVIDO CON INTENSIDAD.


La historia escondida tras el libro de Marceline Loridan-Ivens

Recomendaba a unos compañeros/as de trabajo, la película El hijo de Saúl y les explicaba cómo en un momento determinado tuve que apartar la vista de la pantalla y lloré con rabia y angustia. Una reacción que me ha ocurrido en los dos campos de concentración que he conocido: Schausenhansen y Auschwitz. Uno de los compañeros me preguntó si había leído este libro, y al reponder que no, me lo ofreció para que pudiera leerlo. 
Una sorpresa me esperaba con su lectura, una escena de la película estaba en el libro. Saúl formaba parte de los Sonderkommandos, eran judíos que cada día recogían los cuerpos gaseados, las “piezas” como los denominaban los alemanes, y los arrojaban a los hornos crematorios. En Y tú no regresaste, se relata la sublevación de estos Sonderkommandos que, sin armas negadas por la resistencia interna de Auschwitz, utilizaron la pólvora que les habían dado los judíos de la fábrica de armas para hacer saltar el crematorio, hacer saltar su vergüenza. Todos fueron capturados y liquidados.


Y el libro que le sucedió al de Loridan-Ivens fue el de Herta Müller, En la trampa. Tres ensayos. Este breve libro recoge tres interesantes conferencias sobre las condiciones existenciales de la escritura. Cada conferencia gira alrededor de tres escritores/as que le sirven para hacer patentes los vínculos entre texto y vida: Theodor Kramer, Ruth Klüger e Inge Müller. En él encontré claves para entender mejor el testimonio de Loridan-Ivens, pilar sobre el que gira esta reseña coral. 


El libro de Loridan-Ivens, ¿es un testimonio más del viaje al infierno?

Nunca podré aplicar el término “un testimonio más” o manifestar aburrimiento o cansancio por leer “un testimonio más”. Soy de la opinión que deberíamos leer muchos testimonios sobre lo ocurrido en el Holocausto, solo para acercarnos un milímetro a lo ocurrido y para empatizar con los millones de asesinados/as en una matanza que no tiene igual en la historia de la humanidad. Menciona la autora una réplica en la película Welcome in Viena cuando uno de los personajes dice respecto al Holocausto:
Nunca nos perdonarán el mal que nos hicieron
No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación, no tenemos valor para asimilar lo ocurrido y pretendemos apartarlo de nuestras vidas, hastiados por pensar que nos hemos asomado al agujero negro, al abismo.


Como dice Herta Müller en su lúcido, y breve, En la trampa. Tres ensayos, hay textos que convierten lo vivido en carne propia a través de la intensidad (pag. 12 de este libro de Müller):
Es el propio texto el que consigue que a través del detalle de los sentidos, sea posible imaginar siquiera cuanto sucedió. El texto sitúa la mirada personal, los sentimientos individuales, por encima de la historiografía al uso, en tanto que con ella se impide la identificación con la desgracia individual.
Se trata, por tanto, de un testimonio lleno de valentía, coraje y emoción. Sin embargo, se compara con el de Primo Levi (y otros autores supervivientes que no he leído) y no puedo estar de acuerdo, es muy difícil superar Si esto es un hombre.

El relato

Se trata de un relato real, de una “novela sin ficción”. El testimonio se convierte en obra literaria, pero no es mera literatura, entendida en su sentido más habitual, dice Herta Müller, de “trabajo con el lenguaje”. Es más que eso porque al mismo tiempo constituye una prueba de la integridad personal de quienes escriben. Se constituyen en un modelo humano. 
La autora ha esperado mucho, a los ochenta y seis años, para escribir una carta a su padre con el que fue deportada desde Francia a Auschwitz-Birkenau y que nunca regresó. El relato es estremecedor, nos lo relata una anciana que recuerda a la adolescente deportada con 15 años al infierno. Pasados setenta años aún recuerda las imágenes, los olores y la violencia de las emociones (42) vividas en Birkenau.

MARCELINE LORIDAN-IVENS

Nos cuenta al oído cómo intentó quitarse la vida en dos ocasiones tras luchar por su vida en el Lager, cómo percibía el mundo al regresar del infierno como una luz cegadora después de meses en la oscuridad. Relata la incomprensión de quienes no habían vivido la deportación y querían que todo fuera como antes, querían arrancarme los recuerdos, se tomaban por lógicos, a tono con el tiempo que pasa y la rueda que gira… (61). Nada podía ser igual para las víctimas, su vida rota, sus familias diezmadas, distanciadas y rotas, los colaboracionistas tratando de olvidar y ocultando lo sucedido para exculparse, un camino difícil que muchos supervivientes no pudieron soportar recurriendo al suicidio.

Cada párrafo contiene un aliento de vida, un soplo de valentía, un rastro de verdad, emociones que conmueven, hechos que horrorizan pero que es necesario conocer a fondo para saber reconocerlos si vuelven a emerger. No fue resultado de ninguna locura, ni de minorías, tras lo sucedido hay proyectos políticos, no solo el nazi sino muchos otros, perfectamente elaborados por personas cultas  (abogados, economistas, filósofos, políticos de diversas ideologías). Os recomiendo al respecto la lectura del historiador Timothy Snyder, Tierra Negra.

La autora no rehúye la reflexión, procuró adaptarse a la realidad pensando y confiando en que se podía cambiar el mundo, resulta interesante este camino elegido junto con su segundo marido. El atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York pinchó el globo de sus ilusiones y… no sé si el horror despertó al horror, pero a partir de ese día sentí cuánto me importaba ser judía (90).

Un párrafo destacado sobre el siglo XXI…
El mundo es un mosaico horrendo de comunidades y religiones empujadas a los extremos. Y cuanto más se acalora, más avanza el oscurantismo y más apunta hacia nosotros, los judíos. Ahora sé que el antisemitismo es un elemento permanente, cuyas olas llegan con las tormentas del mundo, con las palabras, los monstruos y los medios de cada época (89).
Una recomendación…

Mejor, cuatro, ved la película húngara, leed este relato, Tierra Negra y las conferencias de Müller. Necesitamos ser conscientes de la semilla que tan fácil germinó para saber si de nuevo está creciendo. Esa semilla está en el ser humano.

sábado, 6 de febrero de 2016

RICARDO PIGLIA, Respiración artificial.

Si no recuerdo mal, la tentación para la lectura de esta novela vino de la mano de Marcelo Z. Me explicó que reflexionaba sobre la Historia.

¿Es una novela histórica? ¿O un ensayo sobre la Historia?

Ni una cosa ni la otra, pero algo hay de ambos aspectos. Y es que Piglia estudió Historia en la Universidad Nacional de la Plata.
En la novela se relata la historia de varias generaciones de una familia entre 1850, poco más de treinta años después de la independencia de Argentina, y 1979, dos años después del golpe militar que instauro una dictadura en el país. El trasfondo histórico  tiene una gran relevancia en el relato.
También encontramos jugosas reflexiones sobre la Historia:
No hay lucidez ahí, decía el profesor; no hay otra manera de ser lúcido que pensar desde la historia. (…) ¿Cómo podríamos soportar el presente, el horror del presente, me dijo la última noche el profesor, si no supiéramos que se trata de un presente histórico? Quiero decir, me dijo esa noche, porque vemos cómo va a ser y en qué se va a convertir podemos soportar el presente (187-188).
Me parece una novela bastante inclasificable, tiene aspectos históricos, literarios, filosóficos y entremezcla realidad y ficción con  facilidad. El hecho de que Piglia sea crítico, ensayista y profesor, explican su conocimiento extenso sobre los temas que aparecen en esta obra.


Había leído que Ricardo Piglia tenía un estilo muy peculiar
Yo estoy matando el tiempo con el viejo Troy, justo en la esquina, está diciendo un tipo parado frente al mostrador del bar. Estoy ahí lo más choto, acá González no me va a dejar mentir, estoy ahí, el viejo Troy, Gonzalito, ¿eh?, estamos los tres; me dice Troy, el viejo Troy va y me dice, che Cholo, me dijo, juná quien viene. Yo estoy un supongamos, parado ahí, como si ésta fuera propiamente la esquina, este vaso soy yo, aquí el viejo Troy, ¿eh Gonzalito? Correcto, dice Gonzalito (148).
Así empieza un fragmento entre la página 148 y 150 que resulta delirante y bastante incomprensible, tanto por las numerosas palabras del habla argentina, ¿qué significa por ejemplo empilchado?, como por la manera de narrar la escena. Intercala lo popular con lo culto con facilidad y eso me ha resultado interesante y llamativo.
Otro ejemplo, en este caso para un desdoble multipersonal:
Y sin embargo, dijo Tardewski que le había dicho Marconi, algunas de esas cartas son tan extraordinarias que puedo decir, me decía, dice Tardewski, que allí se encuentra no solo la materia única, sino la inspiración más profunda de toda mi poesía (159).
Su estilo llama la atención pero no entorpece ni hace excesivamente difícil su lectura.


La novela

Está formada por dos partes que dividen la novela, de 218 páginas, casi por la mitad. La primera parte se titula “Si yo mismo fuera el invierno sombrío”, que  es el nombre de un cuadro de Frans Hals (1580-1966). He encontrado una web que le da vueltas al título por si a alguien le interesa el asunto.
Esta primera parte está dividida en cuatro partes (la cuarta tan breve como que es una fecha de 1850 y esta frase: Escribo la primera carta del provenir) que recogen la saga familiar y la correspondencia entre Marcelo Maggi Pophan y su sobrino, el alter ego del autor, Emilio Renzi. En esta parte se hace una aproximación, no solo familiar sino social, a la historia de Argentina durante unos ciento treinta años.
La segunda parte, titulada “Descartes”, la que más me ha gustado a mí, arranca con la llegada de Emilio a Concordia, lugar de frontera dónde vive su tío Marcelo. Ante la ausencia del tío, entabla una conversación con el polaco Vladimir Tardewski que ha sido depositario de las carpetas del libro que escribe Marcelo. Junto con Tardewski, aparecen otros conocidos de su tío, el Conde de Tokray y Bartolomé Marconi. Con todos ellos se produce un interesante y etílico diálogo sobre crítica literaria, filosofía, el mundo académico y diversos escritores como Korzeniowski, Joyce, Arlt, Kafka y otros.
La narración de estas partes de la novela, especialmente la segunda, adopta un formato detectivesco, puesto que se incentiva el interés por descubrir algunos secretos o hallazgos importantes, el más asombroso el de Tardewski, que no desvelaré aquí pero que tiene que ver con Descartes y Hitler (y uno de los escritores mencionados). Y es que Piglia, como Borges, utiliza la literatura apócrifa y textos de autores inventados en los que supuestos personajes históricos sostienen encuentros sorprendentes. Además los temas de detectives le apasionaron a Piglia desde temprana edad, entre sus autores predilectos estaban Dashiel Hammett y William Faulkner.

He encontrado demasiados párrafos que podría destacar como favoritos, dada la admiración que tengo por James Joyce y aunque el primer fragmento lo cuestiona…

Por eso yo, dijo Tardewski, no comparto su entusiasmo por James Joyce. ¿Cómo puede usted pretender compararlos?, dijo. Joyce, (…), es demasiado, ¿cómo decirle?, demasiado trabajosamente virtuoso. Un malabarista, dijo. Alguien que hace juegos de manos. Kafka, en cambio, es el equilibrista que camina en el aire, sin red, y arriesga la vida tratando de mantener el equilibrio, moviendo un pie y después muy lentamente el otro pie, sobre el alambre tenso de su lenguaje (213).
Y…
Le importaba un carajo el mundo, dice Renzi. A Joyce. Le importaba un carajo del mundo y de sus alrededores. Y en el fondo tenía razón (147).
Me he dejado muchos aspectos interesantes sobre esta magnífica novela, pero no puedo acabar sin hacer referencia a algo relevante: Piglia escribe Respiración artificial en 1980 en plena dictadura militar, esta obra, que quizás por eso lleva ese título, muestra su resistencia intelectual contra lo indecible, lo innombrable, la ignominia de la más cruel dictadura argentina, derrocada tres años después.
La historia es el único lugar donde consigo aliviarme de esta pesadilla de la que trato de despertar (19).


lunes, 1 de febrero de 2016

EMMANUEL CARRÈRE, Limónov.


U-topía trasatlántica

Una reseña de Marcelo Z sobre una novela de este autor, Una semana en la nieve, me recordó que tenía Limónov y así se lo dije en mi comentario. Marcelo me dijo que también la tenía y que me proponía un Estéreo Transatlántico, o lo que es lo mismo, una lectura conjunta. A partir de ahí solo fue preciso encontrar el momento y llegó a mediados de enero. Me gusta compartir lecturas porque ir compartiendo impresiones, formas de interpretarla y, si es el caso, emociones, enriquece la experiencia lectora. Nunca he formado parte de ningún grupo de lectura y, de momento, no me atrae, pero estas “conjuntas” propician una lectura a cuatro ojos que resulta muy placentera. Se trata, sí, de una “conjunta transatlántica”,  hay un océano entre Marcelo Z y yo, pero queda reducido a un clic de ratón.


¿Quién es Limónov?

Antes de empezar a leer la obra de Carrère fue la primera pregunta que me hice observando su fotografía en la portada del libro. Entré en Internet y la wiki me dejó datos diversos sobre un personaje real de 73 años con una imagen mucho más juvenil que lo que indicaba su edad.
Los datos sobre su actividad política con el Partido Nacional Bolchevique fundado por él, y su ideología pardo-roja, me hicieron arrugar la nariz. La descripción que de él hace Carrère en los años 80 en París, me provocó curiosidad:
(…) un tipo sexy, astuto, divertido, que tenía a la vez el aire de un marino de juerga y de estrella de rock (16).
Un rebelde inadaptado en el sentido profundo de la palabra, una persona que se enfrenta o no reconoce a la autoridad,  una persona que es difícil de manejar o dominar. Y esto al margen de su inclasificable ideología que me parece un extraño revoltijo de ideas. Su pretensión de ser un héroe desde muy joven, de vivir aventuras, de no adaptarse a una vida normalizada, contribuye a dicha imagen de rebeldía primitiva.

¿Se trata de una novela o son hechos reales?

Una cosa y la otra. Es una “novela sin ficción”, algo que parece estar de moda ahora mismo. El impostor de Cercas o El fin del Homo sovieticus de Aleksiévitch, con estilos diferentes, entrarían en el mismo género por denominarlo de alguna manera. Los personajes son reales, lo que explican y lo que investiga el autor/a también y quienes lo escriben se introducen en la obra, involucrándose y huyendo del papel de narradores ajenos a los hechos. Incluyen sus propias reflexiones, experiencias y vidas porque lo que intentan construir con sus obras es una visión del ser humano en determinadas circunstancias y ellos/as forman parte de la humanidad y, por tanto, no son ajenos a esa visión.
El relato real nos permite conocer el trasfondo histórico y eso es algo que me interesa siempre. En el caso de Limónov abarca un periodo amplio de la vida de la URSS/Rusia, de 1943 a 2009, con otros escenarios como Nueva York, París y Serbia.


El relato

Está estructurado en nueve capítulos que abarcan todos los escenarios en  los que se mueve su vida en orden cronológico. Empieza en Ucrania (1943-1967), donde se relata su niñez, adolescencia y primeros años de juventud en una familia con una madre propensa al castigo y un padre chequista de poco relieve. Sus experiencias callejeras, rodeado de pequeños delincuentes, la decepción respecto a su padre y la violencia, sientan las bases de su deseo de ser diferente, de su afán de protagonismo y de su faceta de artista para convertirse en poeta.

Me sobresaltó en este capítulo que, como su mediocre familia (son sus propias palabras para calificarla) no sufre las convulsiones del país, pensaba que al fin y al cabo si detenían a gente debía de haber motivos (81). Una percepción muy propia de los sistemas totalitarios y de la soledad de quienes disienten.

El relato concluye en Moscú, ciudad a la que regresa en 1989, en la era Gorbachov, pero que abandonará en momentos diversos para trasladarse a Serbia, París, y Altái. El último capítulo transcurre en dos cárceles (Lefórtovo y Sarátov) y un campo de trabajo (Engels) entre 2001 y 2003.

Hay diversos aspectos de interés, en lo referente a su vida privada, siempre cuestionó los estereotipos tradicionales, especialmente en su estancia en Nueva York (1975-1980). Una relación de pareja compleja con Elena, su gran amor, una deriva hacia la homosexualidad que tenía más de provocación que de asumir una posible bisexualidad, su vida como mendigo o como criado de un rico (Steven Grey). Sin llegar a los extremos de la aventura norteamericana, su vida privada siempre está sujeta a los azares de su carrera literaria y política. Resulta interesante también la construcción de su propuesta política que ha tenido difícil encaje en una Rusia convulsa (desaparición de la URSS, entrada en un capitalismo salvaje, las mafias, la privatización de los grandes recursos produciendo enormes fortunas, la falta de democracia del nuevo sistema que se refleja en asesinatos políticos como el de Politkóvskaia, etc)  y que acabó con Limónov en la cárcel.

El relato se inicia con un Prólogo (2006-2007) y se cierra, como si se tratara de un círculo, con un Epílogo (2009).

¿Y qué más?

Mucho más que haría interminable esta reseña: el contraste entre la literatura oficial y la literatura underground durante la etapa comunista; la presencia de la disidencia, y especialmente de Solzhenitsyn; la práctica del zapói, borracheras que duran días seguidos y que practicaban incluso los dirigentes; la emigración de rusos/as a EUA; el fascismo; numerosos nombres de escritores/as que son propuestas a indagar; la guerra de la antigua Yugoslavia; Rumanía y las mentes sutiles; verdugos y víctimas; los perdedores de la transición al capitalismo actual; y tantos otros temas que van surgiendo al socaire de la vida de Limónov.

Un párrafo…
El mercado ha sustituido a la dictadura del proletariado como horizonte del porvenir radiante, pero el refrán constriñe por igual a los artífices de la “terapia de choque” y a los que están lo bastante cerca del poder  para llevarse su parte de la tortilla (…). Se ve desfilar por Moscú a procesiones heterogéneas de jubilados reducidos a la mendicidad, militares que ya no cobran su salario, nacionalistas enloquecidos por la liquidación del imperio, comunistas que lloran la época de la igualdad en la pobreza, personas desorientadas porque ya no comprenden nada de la historia: ¿cómo saber, en efecto, dónde está el bien y el mal, quiénes son los héroes y quiénes los traidores, cuando todos los años se sigue celebrando la fiesta de la revolución y al mismo tiempo se repite que aquella revolución fue a la vez un crimen y una catástrofe? (279)
Y no puedo resistirme a este otro que se refiere a la guerra en la antigua Yugoslavia
Es una regla siniestra, pero rara vez desmentida, que se intercambian los papeles entre verdugos y víctimas. Hay que adaptarse deprisa, y no asquearse con facilidad, para mantenerse al lado de las segundas (256).
Un relato lleno de sugerencias, ágil y fluido, como dice Marcelo Z (enlazo con su blog para que podáis leer su reseña), lleno de aventuras y reflexiones, a veces provocadoras, que no te dejan indiferente.