lunes, 28 de septiembre de 2020

David Grossman, La vida entera

No había leído nada de David Grossman y ha sido un estreno muy placentero, pese a su extensión la lectura ha sido absorbente y relativamente rápida.


En la novela un personaje brilla con luz propia por encima de cualquier otro, me refiero a un personaje femenino: Ora. Grossman logra construir el perfil de una mujer en toda su complejidad. Ora es contradictoria, llena de identidades diversas con múltiples matices. Muchos elementos hablan de esta complejidad: la manera de entender la maternidad, sus relaciones amorosas entre dos hombres que son amigos, la relación de israelitas y palestinos, la manera de afrontar el grave conflicto que marcó desde su nacimiento a la población de Israel, su posicionamiento en contra de la guerra y de las armas. Todos estos elementos generan una riqueza de emociones, circunstancias y conflictos muy motivadores.

El otro gran personaje es Abram, un hombre también complejo con una terrible experiencia de torturas graves que marcaran su vida o su no-vida. Abram amó a Ora desde que se conocieron siendo adolescentes y volverá a renacer después de muchos años.

«Mira, Abram, le dice ahora, me resultaba imposible respirar, eras demasiado para mí.

¿Cómo que demasiado?, le pregunta Abram muy bajito, ¿qué es demasiado cuando se ama?» (p. 603).

La historia de estos personajes  se construye a lo largo de un viaje a pie, por una zona cercana a Jerusalén, en la que Ora habla del común hijo, Ofer, a Abram. Ella cree que mientras no esté en casa y hable de su hijo a Abram, a Ofer, que está en una nueva campaña militar, no le ocurrirá nada malo.

El conflicto entre Israel y Palestina tiene un gran protagonismo en la novela: la posición palestina está menos presente pero la posición israelí nos deja patente la opción clara de Ora (y de David Grossman) a favor de la paz. Una posición la del autor que viene avalada porque perdió a un hijo de 21 años en una de las múltiples guerras de dicho conflicto.

Una excelente novela.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Tatiana Ṱîbuleac, El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

 


« (…) quería estar en ese mismo instante con mi madre, teletransportarme, desaparecer –cualquier cosa-, pero estar junto a ella. Rebobinar ese verano como una cinta y volver al día en que vino –gorda y bajita- a recogerme en la escuela por su cumpleaños. Desodiarla y decirle que tenía unos ojos preciosos antes de que ella me lo preguntara» (p. 180).

Las relaciones entre Aleksy y su madre son malas, hay razones para ello y se irán desgranando a lo largo de la novela. La madre está sentenciada a muerte por un cáncer agresivo y quiere morir en Francia y que su hijo le acompañe. Y de esos componentes emerge una dureza sin paliativos.

El fragmento que he reproducido nos da muchas pistas sobre lo que sucede en estas relaciones madre/hijo llenas de odio y de resentimiento y cómo un verano diferente puede cambiar el punto de partida de la narración. Por eso a Aleksy le gustará durante mucho tiempo «rebobinar ese verano» en el que se encuentra con su madre. «Teletransportarse» junto a ella y decirle que sus ojos verdes eran preciosos, unos ojos que van guiándonos a través de ese desmadejar una historia llena de negatividad, de resquemor, de distanciamiento entre ambos.

Hay relaciones que no son fáciles y esta cuenta con demasiados componentes que se entrecruzan y la deterioran hasta extremos impensables pero posibles. Desenredar esa madeja no es fácil, en muchas ocasiones es imposible porque nadie está dispuesto a empezar a tirar del cabo. La irreparable e inminente muerte de la madre propicia la situación para tirar del cabo y empezar a mirar, a escuchar, a sentir de otra manera.

Tatiana Ṱîbuleac escribe muy bien y logra construir una historia creíble que nos emociona y nos conmueve sin acercarse siquiera al sentimentalismo de la lágrima. Todas las emociones están contenidas, el verano transcurre con lentitud y las palabras no surgen con facilidad, ya no digamos el afecto y la cordialidad. Sin embargo, poco a poco se irán abriendo pequeñas brechas por donde el cariño, el perdón y la reconciliación se abrirán paso. Para el hijo será un verano inolvidable que rememorará muchas veces posteriormente.

martes, 8 de septiembre de 2020

Olga Tokarczuk, Sobre los huesos de los muertos

 


Esta es la primera novela que leo de esta escritora polaca, premio Nobel 2018. Me ha costado leerla pero por fin lo he hecho y con sumo placer. Tokarczuk crea un personaje central, la  Sra. Duszejko (Janina Duszejko, pero no le gusta su nombre), que me recuerda a Elizabeth Costello, un personaje estupendo del escritor J. M. Coetzee.

Los dos personajes son mujeres mayores que podríamos calificar de antisistema por su malestar con el capitalismo suicida que vivimos en la actualidad, bajo su apariencia de señoras de edad avanzada son capaces de mostrar su desagrado contra la sociedad actual de una manera impactante. Las dos son vegetarianas, amantes de la naturaleza y de los animales. Lectoras solitarias, son mujeres cultas con estudios superiores. Gruñonas y con una potente personalidad. Librepensadoras, independientes, tienen ideas propias. Solitarias pero con amistades peculiares.

La  Sra. Duszejko es una gran aficionada a la astrología y hace horóscopos. No suelen gustarle los nombres que tienen las personas y ella les pone otros nombres más adecuados. Sus reflexiones interiores son interesantes siempre:

«La conversación era dominada desde el principio por dos hombres, del tipo de los pájaros sordos, porque se ensordecían el uno al otro contando unas poco precisas aventuras que ambos denominaban “anécdotas”. Algunas personas intentaban callarlos en vano» (p. 163).

Nos vamos enterando en la narración que se sentía agraviada por la desaparición (y muerte) de sus «chicas» (dos perras). Esos sentimientos y su rechazo a la caza la llevaran a transgredir un límite que da sentido al título de la novela. La narración adopta la forma de «novela negra» con una fuerte carga ecologista. Es una excelente narradora, elabora imágenes de gran belleza, diálogos interiores, visiones y personajes llenos de autenticidad.